HOMENAJE A ELÍAS QUEREJETA




El pasado 9 de junio, falleció en Madrid Elías Querejeta, uno de los productores más importantes de la historia del cine español, nacido en Hernani (Guipúzcoa) el 27 de octubre de 1934. En homenaje a su figura, en nuestra sección “Clásicos eternos” hablaremos de El espíritu de la colmena (1973) de Víctor Erice y Cria cuervos (1976) de Carlos Saura y en “Joyas ocultas”, de El desencanto (1976) de Jaime Chávarri y de Siete mesas de billar francés (2007) de Gracia Querejeta.


CLÁSICOS ETERNOS

EL ESPÍRITU DE LA COLMENA (1973) de Víctor Erice

TÍTULO: El espíritu de la colmena. TÍTULO ORIGINAL: El espíritu de la colmenaAÑO: 1973. NACIONALIDAD: España. DIRECCIÓN: Víctor Erice. GUIÓN: Víctor Erice y Ángel Fernández-Santos. MÚSICA ORIGINAL: Luis de Pablo. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Luis Cuadrado. MONTAJE: Pablo G. del Amo. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Fernando Fernán Gómez, Teresa Gimpera, Ana Torrent, Isabel Tellería, Ketty de la Cámara, Estanis González, José Villasante, Juan Margallo, Laly Soldevila, Miguel Picazo. DURACIÓN: 97 minutos.

Las producciones de Elías Querejeta no suscitan, ni han suscitado nunca, unanimidad crítica ni de público. Alabada por unos, para otros resultaban excesivamente crípticas e intelectuales. Su valoración, incluso desde el punto de vista ideológico, resultaba ambigua. Recordamos que la Edad de Oro artística de Querejeta (que empieza a finales de los 60 y llega hasta mediados de los 80), tuvo como principal impulso en su etapa inicial la política establecida por José María García Escudero, al frente de la Dirección General de Cinematografía en el período 1962-1968, diseñada con el fin de que el régimen de Franco pudiera ofrecer al exterior una serie de películas modernas e innovadoras que le proporcionaran una imagen aperturista. Ello llevó a que, en un artículo colectivo, firmado bajo el nombre (ficticio) de Marta Hernández y publicado en 1974, se criticaba, desde una perspectiva de izquierdas, tanto el carácter de las obras del productor (demasiado lejos, para el gusto de los autores, de dar un mensaje ideológico claro) como por su modelo de producción, que se beneficiaba de los incentivos creados por el régimen.

En realidad, esta polémica nos resulta hoy excesivamente lejana y la no fácil adscripción de las obras del productor a una ideología concreta han permitido que conserven, con el paso de los años, buena parte de su belleza y poder expresivo. El espíritu de la colmena es un buen ejemplo de ello. Recibida con gran división de opiniones en el Festival de San Sebastián de 1973 (a pesar de ello, fue la ganadora del certamen), su peso dentro de la historia de nuestro cine no ha hecho más que crecer desde la fecha de su estreno. Opera prima de Víctor Erice si no tenemos en cuenta su participación el film colectivo Los desafíos -1969- (codirigida con Claudio Guerín Hill y José Luis Egea), esta es, en realidad, la primera película en la que Erice muestra toda su personalidad, estilo y genialidad.








La acción se desarrolla en un pueblo castellano recién terminada la Guerra Civil. Un matrimonio (Fernando Fernán Gómez y Teresa Gimpera) cuyas relaciones están marcadas por una enorme frialdad tienen dos niñas: Ana (Ana Torrent) e Isabel (Isabel Tellería). La espoleta de toda la historia es el momento en que en el cine del pueblo se exhibe El doctor Frankenstein (1931) de James Whale. La proyección de esta película causará una fuerte impresión a las niñas, en virtud de la cual Isabel le contará a Ana una serie de historias que le harán despertar su carácter fantasioso. Dentro de la aparente liviandad de su trama, el paralelismo que se establece con la novela de Mary Shelley es bastante claro y tiene que ver con el descubrimiento de nuestra identidad. Al igual que la criatura creada por el doctor Frankenstein descubre, en un momento dado, su condición de ser fruto del capricho de un científico, cada uno de nosotros puede llegarse a plantear en qué medida es capaz de controlar su propio destino o si está, simplemente, condicionado por unas circunstancias de las que no va a poder escapar. Es decir, si, aplicando la metáfora que se dibuja en el film, si somos el apicultor que extrae miel de la colmena o si somos las abejas que, dentro de ella, están sometidas a unas reglas mecánicas e inmutables que no podemos variar.

El ambiguo desenlace de la película (incluyendo ese, no sabemos si real o imaginario, encuentro de Ana con el “monstruo”) creo que tiende más al optimismo que al pesimismo. Es, ni más ni menos, que la constatación de que, cuando el ser humano descubre su capacidad para crear (y, por qué no, de fabular y contar historias) es cuando logra hacer aflorar su verdadera naturaleza, que le hace trascender por encima de un entorno gris y opresivo.


Nota (de 1 a 10): 10.

Lo que más gustará: La hermosísima realización de Víctor Erice. La poesía que se desprende de toda la historia.

Lo que menos puede gustar: No resulta fácil de interpretar.

 
CRÍA CUERVOS (1976) de Carlos Saura

TÍTULO: Cría cuervos. TÍTULO ORIGINAL: Cría cuervosAÑO: 1976. NACIONALIDAD: España. DIRECCIÓN Y GUIÓN: Carlos Saura. MÚSICA ORIGINAL: Federico Mompou y José Luis Perales. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Teo Escamilla. MONTAJE: Pablo G. del Amo. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Geraldine Chaplin, Mónica Randall, Florinda Chico, Ana Torrent. Héctor Alterio, Germán Cobos, Mirta Miller, Josefina Díaz, Conchita Pérez, Mayte Sánchez. DURACIÓN: 110 minutos.

Carlos Saura fue, posiblemente, el director que mejor se acopló a la personalidad del productor donostiarra. Colaboraron en  trece películas (La caza -1966-, Peppermint Frappé -1967-, Stress-es tres-tres -1968-, La madriguera -1969-, El jardín de las delicias -1970-, Ana y los lobos -1973-, La prima Angélica -1974-, Cría cuervos -1976-, Elisa, vida mía -1977-, Los ojos vendados -1978-, Mamá cumple 100 años -1979-, Deprisa, deprisa -1981- y Dulces horas -1982-) y en ellas se reflejó, de forma más nítida que en cualquier otro caso, el universo que Querejeta quería mostrar en sus films. La obsesiva presencia de los conflictos familiares, la crítica a estereotipos, arquetipos y mentalidades típicas de la sociedad de la época, las heridas sin cerrar surgidas de la Guerra Civil y el estallido de una violencia larvada que iba haciéndose presente, poco a poco, a lo largo de la trama son rasgos distintivos que unen a todas las películas citadas y que le imprimen su peculiar sello. Cría cuervos, aunque comparte muchas de esas características,  presenta algunas cualidades distintivas que le hacen brillar con luz propia y que nos llevan a incluir a esta película en el homenaje al productor (aunque, hay que decirlo, a Luis Buñuel, que tenía en alta estima a Saura, no le gustaba especialmente este film, tal como manifestó en sus memorias, Mi último suspiro).

Lo primero que llama la atención en Cría cuervos es que, frente a las distancias que marca en relación al espectador el resto de su filmografía, en esta ocasión se palpa un evidente esfuerzo por que el espectador empatice con los personajes de la historia. Ayuda a ello, obviamente, la utilización de la, en el momento de estreno del film, conocida canción de Jeanette ¿Por qué te vas?, que refuerza el carácter melancólico de la historia.








Pero, asimismo, el hecho de que sean unos niños quienes protagonizan la historia, el sentido del humor que impregna toda la película (p. ej. la subtrama del presunto veneno), su capacidad para transmitir la situación emocional de los personajes (p. ej., en relación a la situación sentimental de la tía de los niños, interpretada por Mónica Randall, o el poder evocador de la escena en que la abuela escucha ¡Ay, Maricruz!, interpretada en un disco por Imperio Argentina) y, sobre todo, su conexión con el momento histórico en el que nació el film: en plena transición entre el franquismo y un nuevo régimen que no se acababa de dibujar en el horizonte (en la película, este hecho se hace explícito al final, en una pintada delante de la cual pasan los tres niños).

Esto último concede fuerza a lo que se convierte en el verdadero tema central del film: el miedo, especialmente acusado en la infancia y la adolescencia, cuando se produce un cambio en las circunstancias de nuestra vida (en la película, la muerte del padre, lo cual también tiene un evidente componente simbólico) y nos enfrentamos a un entorno hostil aunque que no se manifiesta como tal (la pesadilla que se describe en el desenlace, ilustra a la perfección el hecho). Que todo ello se muestre durante el período de vacaciones escolares de unos niños, es el mejor ejemplo de sutileza de un film con el que, en contra de lo que pasa con otras películas del productor y del director, logramos conectar emocionalmente antes que intelectualmente, ayudando, ello, a dar solidez y sustancia a todo el conjunto.


Nota (de 1 a 10): 10.

Lo que más gustará: Su habilidad para sugerir sin mostrar. Su sorprendente mezcla de capacidad emotiva, de reflexión sobre el miedo y la incertidumbre y de sentido del humor soterrado. Las interpretaciones de las niñas.

Lo que menos puede gustar: Esta etapa de Saura no es del gusto de todos los espectadores.



JOYAS OCULTAS

EL DESENCANTO (1976) de Jaime Chávarri

TÍTULO: El desencanto. TÍTULO ORIGINAL: El desencantoAÑO: 1976. NACIONALIDAD: España. DIRECCIÓN Y GUIÓN: Jaime Chávarri. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Teo Escamilla. MONTAJE: José Salcedo. INTÉRPRETES PRINCIPALES (dando vida a ellos mismos por tratarse de un documental): Felicidad Blanc, Leopoldo María Panero, Juan Luis Panero, Michi Panero. DURACIÓN: 97 minutos.

El conflicto familiar también está presente en El desencanto. Pero, en vez de desarrollarse a través de una película de ficción, en este caso se hace a través de un documental. La película narra y describe la situación de la familia del poeta de Astorga Leopoldo Panero, fallecido en 1962. La viuda, Felicidad Blanc, y sus hijos, los también poetas Juan Luis y Leopoldo María y el inclasificable Michi, mostrarán, a lo largo de 97 minutos, todas sus miserias, envidias, rencores, frustraciones y contradicciones en un ejercicio, en última instancia, de despedazamiento mutuo que, a pesar de la elegancia con el que se lleva a cabo, no deja de ser escalofriante y aterrador.






Seremos testigos de cómo sus hijos revelan el alcoholismo y carácter autoritario de su padre, de los problemas mentales de Leopoldo María (que no le impiden ser uno de los poetas más importantes de su generación), la envidia de su hermano Juan Luis, que sabe que no va a ser tan buen poeta como Leopoldo María, y el carácter excéntrico y puñetero de Michi que no corta en mostrar sin recato los trapos sucios de la familia. Y, en última instancia, vemos cómo la madre se ve superada por unas circunstancias que provocadas, en primer lugar y sobre todo, por el carácter de su marido, le han eliminado toda capacidad de decisión y todo margen de maniobra.

En definitiva, El desencanto es un documento crudísimo que no nos va a dejar indiferentes y que nos va a hacer cuestionar muchos elementos de la institución familiar.

 
Nota (de 1 a 10): 9.

Lo que más puede gustar: La sinceridad con la que hablan los personajes.

Lo que menos puede gustar: Ofrece una durísima visión de la vida familiar.



SIETE MESAS DE BILLAR FRANCÉS (2007) de Gracia Querejeta

TÍTULO: Siete mesas de billar francés. TÍTULO ORIGINAL: Siete mesas de billar francésAÑO: 2007. NACIONALIDAD: España. DIRECCIÓN: Gracia Querejeta. GUIÓN Gracia Querejeta y David Planell. MÚSICA ORIGINAL: Pascal Gaigne. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Ángel Iguácel. MONTAJE: Nacho Ruiz Capillas. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Maribel Verdú, Blanca Portillo, Jesús Castejón, Víctor Valdivia, Enrique Villén, Raúl Arévalo, Ramón Barea, Lorena Vindel, Natalio Mateo, César Cambeiro, José Luis García Pérez, Amparo Baró. DURACIÓN: 116 minutos.

Elías Querejeta produjo las primeras películas de su hija (Una estación de paso -1992-, El último viaje de Robert Rylands -1996-, Cuando vuelvas a mi lado -1999-) y, con ello, fue inevitable que las mismas se contagiaran de muchos de los rasgos inherentes a las obras de su padre. Sin embargo, cuando realizó Héctor (2004), Gracia se independizó y ello le ayudó a encontrar su propia voz, como ya comentamos cuando hicimos la reseña de 15 años y un día. Cuando volvió a contar con la producción de su padre para Siete mesas de billar francés, se produjo un pequeño milagro. El mundo de Elías Querejeta quedaba plasmado en la película pero, lejos de cualquier disquisición filosófica, psicológica e intelectual, se hacía presente de una forma ágil y amigable.






Ángela (interpretada por Maribel Verdú) es una chica que vuelve a su ciudad natal tras la muerte de su padre y decide reabrir el negocio de este, una sala de juegos con mesas de billar. A lo largo de la película, Ángela deberá superar la tensa situación vivida con su padre y vencer su resquemor a volver a practicar el juego que tan bien se le da. Si en El desencanto, todos los conflictos se mostraban en su cruda desnudez, en esta película, de modo más suave, Gracia Querejeta parece expresar su necesidad de conciliarse con el legado de su padre y de, respetándolo e, incluso, admirándolo, lograr hacer algo distinto y personal. Evidentemente, lo consiguió. Y ello lo ha confirmado que ganara la Biznaga de Oro por su última película en el Festival de Cine Español de Málaga de este año.

Por todo ello, aunque la visión de la familia que Elías Querejeta nos muestra en sus películas es bastante pesimista, su propio ejemplo nos dice que los conflictos en su seno se pueden resolver, superar y, lo que es más importante, la misma puede ser la base para trayectorias fructíferas y enriquecedoras.



Nota (de 1 a 10): 8.

Lo que más gustará: Su agilidad narrativa y, a pesar de ello, su lúcida visión de los conflictos familiares.

Lo que menos puede gustar: Puede pasar desapercibida su hondura.





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