EL GRAN GATSBY (o “caballo grande, ande o no ande…”)



EL GRAN GATSBY (o “caballo grande, ande o no ande…”)

TÍTULO: El gran Gatsby. TÍTULO ORIGINAL: The great GatsbyAÑO: 2013. NACIONALIDAD: Estados Unidos-Australia. DIRECCIÓN: Baz Luhrmann. GUIÓN: Baz Luhrmann y Craig Pearce, adaptando la novela homónima de F. Scott Fitzgerald. MÚSICA ORIGINAL: Craig Armstrong. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Leonardo DiCaprio, Carey Mulligan, Tobey Maguire, Joel Edgerton, Isla Fisher, Jason Clarke, Elizabeth Debicki. PÁGINA WEB OFICIAL: http://thegreatgatsby.warnerbros.com/.

El gran Gatsby, célebre novela de F. Scott Fitzgerald, ha sido llevada al cine y a la televisión en cinco ocasiones (contando esta última adaptación de Baz Luhrmann). En 1926, con la dirección de Herbert Brenon; en 1949, dirigida por Elliot Nugent y con Alan Ladd, Ruth Hussey, Howard Da Silva, Shelley Winters y Ed Begley en el reparto; en 1974, bajo la batuta de Jack Clayton, con guión de Francis Ford Coppola y con Robert Redford, Mia Farrow, Bruce Dern, Karen Black y Sam Waterston dando vida a los personajes de la historia; finalmente, en el año 2000, se hizo una versión para televisión, dirigida por Robert Markowitz y protagonizada por Mira Sorvino. De todas ellas, es la de 1974 la más conocida y la que suele ser utilizada de referencia, aunque, sin que yo comprenda muy bien por qué, suele ser denostada y considerada como perfectamente prescindible, a pesar de su perfecta ambientación, su buena factura visual, unos intérpretes mucho más que correctos y el eficaz guion del director de El Padrino (como argumentos de crítica, puedo aportar que Sergi Sánchez, crítico en Fotogramas, en su reseña de la película de Luhrmann, censura en esa adaptación su “decorativismo acartonado” y que Syd Field, en su libro El guión, afirma: “Al adaptar (Francis Ford Coppola) El Gran Gatsby escribió un guión que es absolutamente fiel a la novela. El resultado es un fracaso visualmente magnífico. Dramáticamente no funcionaba en absoluto”). Sin embargo, la presente adaptación ha sido recibida con muchos más elogios que críticas. Como ejemplos, les enlazo las reseñas de Fotogramas (Sergi Sánchez) y El Mundo (Luis Martínez), aunque El País (Carlos Boyero) constituye una significativa excepción. Creo que todo ello es un ejemplo de lo que Nassin Nicholas Taleb en El cisne negro denomina “afinidad preferencial”, es decir, que, a partir de una determinada valoración de una obra, se van añadiendo opiniones similares (en plan: “¿Dónde va Vicente? Donde va la gente”) y se acaba imponiendo una opinión homogénea como si fuera LA VERDAD aunque ello sea altamente discutible. Digo esto porque mientras que la versión de 1974 es una película bastante aceptable, la de 2013 es un verdadero fiasco.






El australiano Baz Luhrmann es un director ya, de por sí, excesivo. Ahí están Romeo y Julieta de Willian Shakespeare (1996), Moulin Rouge (2001) y Australia (2008) para demostrarlo. Pero, una vez vista El gran Gatsby, eso es lo de menos. El gran problema es que da igual la historia que tenga delante, él la va a dirigir siempre igual sin necesidad de encontrar matices o perspectivas diferentes. Si, en vez de adaptar la novela de Scott Fitzgerald, le hubieran ofrecido Las moradas de Santa Teresa de Jesús, a él le hubiera dado lo mismo: habría puesto a bailar a las monjas en el atrio del monasterio con sus hábitos tachonados de lentejuelas mientras que la hermana superiora se marca un rap delante del altar mayor de la capilla del convento. Y tan contento que se hubiera quedado… Comparando Moulin Rouge con El gran Gatsby se observa, con excesiva facilidad, que esta última tiene los mismos defectos sin que haya podido desarrollar ni una de las virtudes que se podían intuir en la primera. No es sólo que haya paralelismos obvios que invitan a pensar en una preocupante falta de imaginación (al igual que Ewan McGregor escribía para contar la historia de amor frustrada que había vivido, aquí también Tobey Maguire escribe para narrar la vida de una persona que se había ganado su admiración), es que Luhrmann continúa sin poder domar el derroche visual que crea para encajar en él una narración clara y unas interpretaciones mínimamente coherentes. Si cuando vi Moulin Rouge me llegué a plantear por qué había elegido un montador que parecía padecer de convulsiones nerviosas (y, de paso, por qué se critica a Michael Bay que no aguante un plano más de dos segundos y por qué no se dice lo mismo respecto al director australiano), tras ver su última película me quedó claro que él, simplemente, hace así el montaje provocando una saturación visual que lleva, simplemente, al tedio y al hastío. Si le preguntáramos cómo se plantea él la dirección de actores, lo más verosímil es que respondiera: “Perdone. ¿Qué ha dicho?¿Dirección de qué…?”. Porque se comprueba que los actores están dejados a su aire, sin orden ni concierto, y sólo Carey Mulligan, Leonardo DiCaprio (que, a veces, se le nota hasta el esfuerzo físico que está haciendo para no hundirse en el naufragio en el que se ha embarcado) y, en parte, Elizabeth Debicki logran salvar el maremágnum en el que la película es introducido.

Sólo las interpretaciones mencionadas y una espléndida escenografía y dirección artísticas logran dar brillo al film porque, en relación al trabajo que le corresponde al director, malogra completamente una hermosa historia de amor en la que, evidentemente, no cree porque, para transmitir toda su fuerza, no eran necesarios tanta parafernalia ni tanto barroquismo hueco. Más bien, lo único para lo que sirve todo ello es para enterrarla bajo una montaña de lujo muerto.


Nota (de 1 a 10): 4.

Lo que más me gustó: Las interpretaciones de Leonardo DiCaprio y Carey Mulligan. La escenografía. La caracterización que se ofrece de los criados.

Lo que menos me gustó: Una desmesura sin pies ni cabeza. Tobey Maguire y Joel Edgerton están para “matarlos”.




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