THOR (o mejor no nos metamos en las cosas de los dioses)



TÍTULO: Thor. TÍTULO ORIGINAL: Thor. Año: 2011. NACIONALIDAD: USA. DIRECCIÓN: Kenneth Branagh. GUIÓN: Ashley Miller, Zack Stentz y Don Payne, basado en el cómic de Thor, creado por Jack Kirby y Stan Lee. MÚSICA ORIGINAL: Patrick Doyle. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Chris Hemsworth, Natalie Portman, Tom Hiddleston, Anthony Hopkins, Stellan Skarsgard, Kat Dennings. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.thor-lapelicula.es/

Aunque no sea muy conocido para los que no son aficionados, actualmente el cómic está pasando por una auténtica Edad de Oro. Por un lado, su vertiente más popular (la de los superhéroes) ha ido conociendo una transformación en sus planteamientos, de forma que la profundización psicológica y filosófica ha ido alcanzando cotas sublimes (llevándose la palma el giro de 180 grados experimentado, de la mano de Frank Miller, por el personaje de Batman, que ha pasado de ser un personaje pop a tener un perfil oscuro y afilado) y ha llegado a producir una obra maestra como Watchmen escrita por Alan Moore y dibujada por Dave Gibbons. Por otro lado, se ha producido, de modo simultáneo, una ampliación de los temas tratados. Maravillas como V de Vendetta de Alan Moore (obra de ciencia ficción, donde se imagina una hipotética dictadura futura en el Reino Unido), Maus de Art Spiegelman (sobre el holocausto), Persépolis de Marjane Satrapi (sobre el régimen fundamentalista iraní), 300 (sobre la batalla de las Termópilas) y Sin City (con claros ribetes de novela negra) de Frank Miller, American Splendor de Harvey Pekar (sobre la vida cotidiana de su propio autor, un modesto empleado de Cleveland) o El libro del Génesis de Robert Crumb (donde se plasma en viñetas el primer libro de la Biblia), han ido abriendo sucesivas brechas hasta conseguir que el denominado noveno arte esté pasando por una espectacular etapa de esplendor.

La industria cinematográfica, consciente de este hecho, e inmersa en una apreciable crisis de creatividad, ha ido adaptando las historias de los personajes más famosos de las dos grandes compañías del mundo del cómic: la DC Comics (Superman, Batman, Catwoman) y la Marvel (Spiderman, Hulk, X-Men, Los 4 Fantásticos, Iron Man, Daredevil, El Motorista Fantasma, Blade…). De esta última, procede la historia de Thor, que es el personaje del que este año “tocaba” adaptación.







Hasta la fecha, la mayoría de las versiones cinematográficas de historias provenientes del mundo del cómic, raramente han alcanzado el nivel de las originales (posiblemente, con la notable excepción de Batman begins -2005 - y El caballero oscuro -2008 - dirigidas por Christopher Nolan). ¿Qué pasaría con Thor? Lo primero que llamaba la atención era el director elegido: el británico Kenneth Branagh. Dedicado tanto a la interpretación como a la dirección cinematográfica (Enrique V -1989-, Morir todavía -1991-, Los amigos de Peter -1992-, Mucho ruido y pocas nueces -1993-, Frankestein -1994-, Hamlet -1996-, Como gustéis -2006-, La huella -2007-) y teatral, especialista en Shakespeare, su perfil no es el habitual para este tipo de producciones, donde se eligen profesionales fogueados en el cine de acción y en el área de los efectos especiales. Por ello, el experimento de situarlo al frente de Thor era, de entrada, interesante.

El resultado final es, hasta cierto punto, paradójico y, claramente, desigual. Paradójico porque, aunque el director ha impregnado, como era previsible, de cierto tono shakesperiano a la película (en las relaciones del rey Odín con sus hijos Thor y Loki y en la caracterización psicológica de todas ellos), prima en ella una barroca imaginería visual y una manifiesta preferencia por que las secuencias de acción sean las que copen todo el protagonismo. Desigual porque, a pesar de este protagonismo, las citadas secuencias no alcanzan, en todos los casos, la brillantez mínima requerida. Resulta sorprendente que, muchas de ellas, se basen, casi exclusivamente, en primeros planos y, a la vez, tengan un ritmo frenético porque esta combinación genera tal confusión para el espectador que es difícil que éste se entere de algo (es doblemente sorprendente porque David W. Griffith ya sabía esto en 1915 cuando realizó El nacimiento de una nación y, si no se tiene aún claro, el compatriota de Kenneth Branagh, el director Lindsay Anderson, hizo un célebre análisis de una de las secuencias de esta película –el asesinato de Lincoln-, muy pedagógico para quien se quiera dedicar a esto del cine).

El reparto, en general, aunque sin deficiencias palpables (aunque quien más flojea es el protagonista, Chris Hemsworth), sí que se ha limitado a llevar a cabo unas interpretaciones funcionales, sin demasiadas pretensiones (en este sentido, pienso que están claramente desaprovechados Anthony Hopkins, Natalie Portman y Stellan Skarsgard).

A pesar de ello, los 114 minutos del film se dejan ver de forma entretenida, de modo que Thor es la típica película palomitera que, aunque no acaba de deslumbrar, tampoco irrita demasiado. Sin embargo, para quienes esperamos con impaciencia la tercera entrega de Batman que prepara Christopher Nolan, Thor no nos ha aliviado la espera.

Nota (de 1 a 10): 6.

Lo que más me gustó: su deslumbrante imaginería visual.

Lo que menos me gustó: lo comentado en relación a las secuencias de acción.


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