47º FESTIVAL DE CINE IBEROAMERICANO DE HUELVA 2021: EL PA(DE)CIENTE DE CONSTANZA FERNÁNDEZ. DE UN LADO A OTRO

Este miércoles 17 de noviembre, a las 9 de la noche, en el Gran Teatro, dentro de la Sección Oficial del 47º Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, se proyecta el film chileno El pa(de)ciente, una historia en la que un personaje vivirá un radical cambio de perspectiva.

 


TÍTULO: El pa(de)ciente. TÍTULO ORIGINAL: El pa(de)ciente. AÑO: 2021. NACIONALIDAD: Chile. DIRECCIÓN: Constanza Fernández. GUION: Constanza Fernández, adaptando el libro testimonial del Dr. Miguel Kottow. MONTAJE: Soledad Salfate y Sylvana Squiciarini. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Cristián Petit-Laurent. MÚSICA ORIGINAL: Ángela Acuña. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Héctor Noguera, Amparo Noguera, Naldy Hernández, Daniel Muñoz, Paola Giannini, Gabriela Aguilera, Romano Kottow, Francisca Bernardi, Diego Casanueva, Emilia Noguera. DURACIÓN: 108 minutos.

CALIFICACIÓN:

 

El gran actor chileno Héctor Noguera interpreta en esta película al doctor Sergio Graf, un profesional de la medicina que, aunque riguroso, evita en todo momento conectar emocionalmente con sus pacientes. “En medicina, la empatía es enemiga de la eficiencia”, sentencia de forma inapelable al comienzo de esta película. Sin embargo, el caparazón en el que se encierra no parece estar presente únicamente a la hora de ejercer su oficio sino que parece estarlo también en todas las dimensiones de sus relaciones personales (sobre todo, con su familia, aunque no es menos verdad que son igualmente impagables los momentos en los que somos testigos de una de sus intervenciones en un programa de televisión o de una de las clases magistrales que imparte a sus alumnos). Sin embargo, su vida va a experimentar un vuelco dramático cuando, repentinamente, se convierte en un enfermo que padece el extraño síndrome de Guillain-Barré, una rara dolencia que sucede (sin que se sepa por qué) en unos pocos casos tras sufrir una infección y que provoca una sobrerreacción del sistema inmunológico, de modo que este ataca al propio organismo produciendo la debilidad progresiva de los músculos del cuerpo. El pa(de)ciente narra con admirable precisión el proceso por el que el protagonista entra en contacto con su enfermedad: el espectador contempla las escenas desde el punto de vista del médico enfermo y se le hace copartícipe de su confusión, su miedo y su desconcierto iniciales y conoce, al mismo tiempo que él, el diagnóstico que recibe y toda la evolución posterior de su extraño mal, por lo que la directora nos convierte con gran habilidad en compañeros invisibles de una complicada encrucijada vital con momentos duros y desenlace incierto.

 


 

El desarrollo argumental de El pa(de)ciente está constituida por dos líneas diferentes pero complementarias. La primera, muestra cómo son las vivencias de una persona que, habiendo estado siempre en el mismo lado de la relación médico-paciente, se ve obligado a cambiar de perspectiva y a sufrir los defectos y disfunciones de un sistema de salud que no está diseñado a la medida del ser humano o, más específicamente, del enfermo que acude a él para curar sus dolencias. Su experiencia será tanto una epifanía como una catarsis que le hará replantearse sus esquemas previos hasta llegar a una nueva visión de su trabajo y de cómo ha de llevarlo a cabo. Pero, en segundo lugar, este mismo proceso le hará también cambiar su forma de relacionarse con su familia y con todo su entorno. Podríamos decir que la falta de empatía inicial del protagonista sería una especie de falta de reconciliación del personaje consigo mismo, con su identidad y su condición y solo su rara enfermedad le permite ahondar en su interior y redimirse de su pasado y de toda su trayectoria biográfica. Aunque puede parecer morboso presentar la enfermedad como un posible agente humanizador, Constanza Fernández sabe manejar con pulso firme y maestro el ritmo de la narración para no incidir en elementos especialmente truculentos ni en subrayados excesivos y, con una inteligentísima contención, exponer la sutil transformación que se va produciendo en el alma del doctor Graf hasta que esta logra, simultáneamente, hacer aflorar sus sentimientos más profundos y reprimidos e intelectualizar la situación vivida para llegar a conclusiones en las que antes no creía. Las dos escenas finales, una familiar y otra profesional, son el perfecto broche que resume un cambio espiritual que ha enfrentado al personaje con sus debilidades y con las injusticias que, habiendo pasadas inadvertidas, han sido el inesperado catalizador de un giro radical en una forma de pensar y de actuar.

 

TRÁILER DE LA PELÍCULA:

 


IMÁGENES DE LA PELÍCULA:

 



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