UNA PASIÓN SINGULAR (2003) DE ANTONIO GONZALO. EL ORIGEN DE LA AUTONOMÍA ANDALUZA (I)

 


El 24 de enero de 2003 fue estrenada Una pasión singular, una película dirigida por Antonio Gonzalo,  con guion del propio director y de Antonio Onetti e interpretada, entre otros, por Daniel Freire, Marisol Membrillo, Carlos Álvarez-Novoa, María Galiana, Raquel Infante, Juan Diego, María Alfonso Rosso, Macarena Gómez, María Galiana, Manuel de Blas, Mariano Peña, Manolo Caro, Manuel Morón, José Luis García Pérez, Antonio de la Torre, Álex O'Dogherty, Cesáreo Estebánez y Antonio Dechent. El film es un biopic de Blas Infante (1885-1936) –"Padre de la Patria Andaluza" según el artículo 5 de la Ley andaluza 3/1982 de 21 de diciembre sobre el himno y el escudo de Andalucía– narrando sus orígenes y circunstancias familiares, su progresiva conciencia de la identidad y de los problemas de la región, su detención en los primeros días de la Guerra Civil y su asesinato por fuerzas del bando nacional en la madrugada del 11 de agosto de 1936. Hoy, 28 de febrero, Día de Andalucía, es un buen día para recordar esta película y explicar el trasfondo histórico, cultural e ideológico de su argumento.


En Una pasión singular, Daniel Freire interpreta a Blas Infante


Es imposible comprender la figura de Blas Infante sin comprender el contexto histórico en el cual se desarrolló su vida, contexto complejo y convulso en el que confluyen una diversidad de elementos, muchos de ellos contradictorios, que explican cuando son contemplados globalmente los problemas a los que se enfrentaron sus diversos proyectos e iniciativas políticas.

–El primer elemento a tener en cuenta es la crisis en la que el régimen de la Restauración se sumió tras el Desastre de 1898, en el que se sufrió la derrota frente a Estados Unidos y la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. A partir de ese momento, surgió la conciencia del retraso de España frente a las que eran las grandes potencias ya consolidadas (Reino Unido, Francia) y frente a las que habían empezado a surgir en el último cuarto del siglo XIX (Estados Unidos, Alemania, Japón) e irrumpió el regeneracionismo, con Joaquín Costa como principal representante (figura que contó, precisamente, con la admiración del propio Blas Infante), movimiento que buscaba acabar de una vez por todas con los factores de retraso del país e impulsarlo en la senda del desarrollo. Más allá de esa conciencia y ese objetivo, surgió otro motivo de reflexión adicional que fue expuesto con brillantez por Luis Racionero en su ensayo España en Europa (1987): si, desde 1492, España, como país unido, había funcionado bajo la premisa de ser cabeza de un imperio, de ser una nación multicontinental con posesiones a lo largo y ancho del mundo, cuando se pierden las últimas colonias en Asia y en el Caribe lo que se pone en cuestión es el propio mantenimiento de España como dicho país unido y se plantea si hay que deshacer la convergencia creada por los Reyes Católicos entre los reinos de Castilla, Aragón, Navarra y Granada y que los reinos y formaciones políticas constituyentes recuperen su personalidad original. Es cuando aparecen los nacionalismos periféricos, los cuales ponen el énfasis en la identidad de las partes frente al todo, en la idiosincrasia de las regiones y territorios frente a la de una nación que estaba sufriendo una grave crisis existencial. Y es también cuando surge la Generación del 98, cuyos representantes buscarán y defenderán, de modo opuesto, la existencia de una esencia nacional sobre la que se asentaría la identidad de España.


Cuadro Combate Santiago de Cuba, 1898 de Benjamín Núñez González


–La segunda cuestión que hay que tener en cuenta es el enorme problema que sufría el campo andaluz desde el punto de vista de la fuerte presencia del desempleo y del subempleo en el mundo agrario de la región y las gravísimas carencias socioeconómicas que, como consecuencia de ello, padecía el campesinado. En ese sentido, adquirieron gran trascendencia y notoriedad los artículos publicados por Azorín en 1905 en El Imparcial bajo el epígrafe conjunto de "La Andalucía trágica", en los que relata su viaje por la región en un momento en el que el hambre golpeaba con fuerza en el ámbito rural andaluz. A raíz de ello, hicieron acto de presencia, principalmente, dos movimientos ideológicos que enfocaron como principal responsable de esta situación al latifundismo y a la existencia de grandes propiedades agrarias: el georgismo y el anarquismo. El georgismo procede de las ideas de Henry George expuestas en su emblemática obra Progress and Poverty (1879), en la cual, inspirándose en una visión muy parcial del pensamiento del economista clásico David Ricardo, se atribuyó a la propiedad privada de la tierra la causa principal del agravamiento de las desigualdades sociales y, en función de ello, se propugnaba que la misma fuera socializada o que, si ello resultaba difícil de poner en práctica, se implantara un "impuesto único sobre la renta de la tierra" que pudiera servir como factor de redistribución económica y de nivelación social. Con una visión más radical, el anarquismo se oponía tanto a la existencia del Estado como de la propiedad privada y, en relación al problema de la tierra, defendía el reparto de la misma entre los jornaleros para su explotación comunal. Todo ello desembocará finalmente en la figura imprescindible del ingeniero Pascual Carrión, quien en su obra Los latifundios en España (1932) expondrá las negativas consecuencias de la existencia de grandes propiedades agrícolas y, además, asesorará a los gobiernos de la II República en la reforma agraria que aquellos quisieron llevar a cabo.


A la izqda., fotografía de Henry George. En el centro, portada de su emblemática obra Progress and Poverty. A la dcha., fotografía de David Seymour de 1936 en la que retrata a campesinos andaluces


–Como tercer elemento relevante, hay que hablar del debate entre centralización y descentralización territorial del Estado que, al menos desde el Sexenio revolucionario (1868-1874), existía más o menos larvado en la política española. Este debate adquiría mayor trascendencia y enjundia desde el momento en que el régimen monárquico de la Restauración se basaba en el diseño de un Estado de carácter unitario (dentro de la más estricta tradición borbónica) mientras que las posiciones federalistas correspondían en exclusiva a los ámbitos del republicanismo. Hay que recordar que la Constitución Federal para Andalucía, aprobada en Antequera en 1883 (y que se considera el primer proyecto de autonomía para la región a lo largo de su Historia), fue un texto redactado en el seno del Partido Republicano Democrático Federal de Francisco Pi y Margall y que el mismo formaba parte de un proyecto global consistente en redactar una Constitución Federal para todo el país y, con posterioridad, ir redactando las constituciones para las diferentes regiones y territorios, que se unirían para acabar formando una federación. Este debate se intensificó a raíz de la creación de la Mancomunidad de Cataluña en 1914 y culminó en la posibilidad instaurada por la Constitución de la II República de 1931 de la creación de regiones autónomas dentro del "Estado integral republicano".


La actividad política e intelectual de Blas Infante se desarrolló en un contexto tan complejo como convulso (En la imagen, una escena de Una pasión singular de Antonio Gonzalo)


Posiblemente, para encontrar un precedente del pensamiento de Blas Infante haya que traer a colación a una figura que, en principio, puede parecer opuesta a él, la del granadino Ángel Ganivet (1865-1898). Ángel Ganivet es autor de Idearium español (1897), una obra que se considera precursora del pensamiento de la generación del 98 y que causó un gran impacto en el momento de su publicación. Ganivet defendió una visión espiritualista de España pero hay dos aspectos que le conecta con las ideas de Blas Infante. El primero es su prevención contra el orden capitalista y burgués y, en particular, contra la modernidad industrial y la propiedad privada. El segundo, su opinión de que España estaría formada, en realidad, por dos países: uno al norte de Despeñaperros y otro al sur de ese enclave. Es decir, a pesar de su fe en la unidad nacional, consideró que Andalucía era un territorio que poseía una identidad propia, diferenciada y perfectamente definida.


A la izqda., fotografía de Ángel Ganivet. A la dcha., imagen de la portada de su libro Idearium español

 

Una vez expuesto todo lo anterior, se vuelve más que significativo que el título de la primera obra de Blas Infante fuera Ideal andaluz (obsérvese el paralelismo con el título del ensayo de Ganivet) y que la misma fuera publicada en 1915, justo al año siguiente de la constitución de la Mancomunidad de Cataluña. A partir de este libro, Blas Infante iniciará una intensa actividad política e intelectual que conducirá a la creación del Centro Andaluz (que contó con secciones locales en toda Andalucía, en diversos lugares fuera de la región –Barcelona, Madrid, Menorca y San Sebastián– y hasta en América), a la celebración de la Asamblea de Ronda de 1918 (donde se aprobó el diseño de la bandera y el escudo de Andalucía, que son los que fueron asumidos a raíz de la constitución de la Comunidad Autónoma en 1982), a la redacción del Manifiesto de Córdoba de 1919, en el que se defendía un modelo similar al propugnado por la Constitución de Antequera de 1883 y a las tesis defendidas por Pi y Margall, y, ya en tiempos de la II República, a la composición del himno de Andalucía en 1933 (con letra del propio Blas Infante, música inspirada en el canto del Santo Dios, himno religioso que cantaban los jornaleros de Cantillana, Alosno y la cuenca del Guadalquivir, y arreglos del maestro José Castillo y Díaz, director de la Banda Municipal de Sevilla) y a la creación de las Juntas Liberalistas, las cuales impulsaron la redacción de un proyecto de autonomía para Andalucía, el cual quedó frustrado por el alzamiento militar del 18 de julio de 1936.

 

 

Tres momentos de Una pasión singular de Antonio Gonzalo en los que se recogen los momentos del nacimiento de los tres principales símbolos de Andalucía: la bandera, el escudo y el himno


Todo esto que hemos explicado hasta ahora queda muy bien reflejado en la película Una pasión singular y, sobre todo, las contradicciones provocadas por esta conjunción de elementos que no resultaban fáciles de compatibilizar. Pero de ello hablaremos en el próximo artículo.


IMÁGENES DE LA PELÍCULA


En Una pasión singular, Marisol Membrillo interpreta el papel de Angustias García Parias, esposa de Blas Infante

 

Una escena de Una pasión singular con Daniel Freire, Juan Diego y María Alfonso Rosso


Otro momento del film de Antonio Gonzalo con Daniel Freire, Juan Diego y Macarena Gómez


María Galiana da vida en Una pasión singular al personaje de la madre de Blas Infante


Manuel Morón interpreta en la película al líder anarquista Pedro Vallina

 

 

 

 

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