Revisando la obra cinematográfica de Javier Fesser, casi podemos concluir que su gran éxito comercial, Campeones (2018), constituye un rotundo y nítido paréntesis en el espíritu y estilo de su carrera, ya que sus anteriores largometrajes, El milagro de P. Tinto (1998), La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003), Camino (2008), Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo (2014), son los que mantienen un indudable hilo de continuidad con el film que ha estrenado en 2020, Historias lamentables (una película de episodios que se puede ver en Amazon Prime Video), quedando Campeones como un título sui generis dentro de su filmografía. Y ello porque si, en general, el componente satírico, grotesco y paródico de su cine constituye una evidente seña de identidad, en su anterior película el tono emotivo y sentimental (sentimentaloide, me atrevería a decir) era el que terminaba marcando finalmente el desarrollo de la historia. Ahora, Fesser parece sentir una especie de desahogo al volver a la esencia de su estilo y derrocha relatos, imaginación, mala uva y todo un torrente de elementos visuales y narrativos para crear su película más desbordante desde El milagro de P. Tinto, la cual puede ser vista tanto como una comedia pura y dura con un humor muy peculiar y muy personal, como una crítica a ciertas actitudes y ciertos comportamientos y como un cóctel de referencias variadas en las que iconos muy concretos del cine español dejan ver de modo muy patente su eco e influencia. Se contemple desde el punto de vista que se contemple, Historias lamentables provocará en cualquier espectador una carcajada sorprendida y estupefacta nacida de una mezcla de incomodidad, en ocasiones, de sentimiento de vergüenza ajena, en otras, y de desubicación ante el absurdo, en la mayoría.
Historias lamentables se compone de un prólogo y tres episodios aparentemente autónomos, y digo aparentemente porque, como el espectador comprobará conforme avance el metraje, entre ellos sí termina habiendo algunos puntos de conexión. En ellos, la sátira impregna a los fotogramas (como es habitual en el realizador) de una punzante acidez, a la vez que no podemos dejar de evocar en ciertos personajes el trasunto de algunos actores emblemáticos de la comedia española. Así, viendo al protagonista de los episodios “El hombre de la playa” (Chani Martín) y “La excusa” (Alberto Castrillo-Ferrer) es muy difícil no recordar, respectivamente, al José Luis López Vázquez de El turismo es un gran invento (1968) y al Paco Martínez Soria de ¡Vaya par de gemelos! (1978) –ambas películas dirigidas por Pedro Lazaga, por cierto–. Pero, asociado a ello, está una demoledora visión de actitudes relacionadas con el autoritarismo, el racismo, el clasismo o el machismo, que son sometidos a un proceso de demolición implacable mediante una burla feroz que no deja títere con cabeza ni argumento sin un ariete contundente escondido en su interior. Aunque Historias lamentables peca de ciertos desequilibrios en alguno de sus episodios (el más redondo, en mi opinión, es el titulado “La excusa”), el conjunto resulta eficaz y se contempla con agrado y deja al espectador preguntándose a cada instante cuál va a ser el siguiente giro que lo va a dejar clavado en la butaca. Para mí, este es el Javier Fesser más genuino y, aunque el público tiene sus legítimas preferencias, Historias lamentables es notablemente superior a la película que en 2018 fue vista por 3,3 millones de espectadores y recaudó más de 19 millones de euros. Al final, solo es el tiempo el que puede dictar sentencia sobre lo que es o no es artísticamente válido. Y una simple reseña no puede pretender ocupar el lugar de ese juez inapelable.
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