EL FESTIVAL DE MÁLAGA 2020 EN 14 MIRADAS (13.1): UN MUNDO NORMAL DE ACHERO MAÑAS. CON DECLARACIONES DE SU DIRECTOR.

 


Ya en dos películas anteriores de Achero Mañas, Noviembre (2003) y Todo lo que tú quieras (2010), el director se adentró en el mundo de personajes heterodoxos y escasamente convencionales. En realidad, anticonvencionales. Porque tanto el subversivo actor que interpretó Oscar Jaenada en Noviembre como el padre (y madre) que encarnó Juan Diego Botto en Todo lo que tú quieras seguían caminos poco habituales y altamente discutibles para una mayoría social que no puede aceptar desviaciones para ella intolerables de la norma comúnmente aceptada. Hasta cierto punto es difícil no intuir que la personalidad de esos personajes tiene que guardar alguna íntima relación con la de Achero. Y, como veremos, algo de eso reveló el director en la rueda de prensa posterior a la proyección de la película en el Festival de Málaga.



Ernesto (Ernesto Alterio) es un director teatral que no acepta plegarse a criterios comerciales y quiere atenerse a su visión y a su forma de pensar a la hora de desarrollar su labor profesional. Esa fidelidad a unos principios se podrá a prueba en la relación con su familia. Porque su hija Cloe (Gala Amyach) estudia una carrera, Derecho, más por rutina y resignación que por seguir su auténtica vocación. Su hermano Max (Pau Durà) ejerce su carrera musical ateniéndose a los aburridos gustos del público sin llegar a desarrollar todo su potencial como pianista. Pero, sobre todo, porque su madre, Carolina (Magüi Mira), le dice que, cuando muera, no quiere ser ni enterrada ni incinerada sino que quiere que su cuerpo sea arrojado al mar. En Un mundo normal, llegará un momento en que todos los personajes serán puestos a prueba y tendrán que afrontar si quieren seguir su voz interior o traicionarla para acomodarse a los parámetros que marca la sociedad a través de usos y costumbres que nadie pone en cuestión.

TRÁILER DE UN MUNDO NORMAL


Resulta casi imposible no trazar un paralelismo entre, por un lado, el rechazo que el personaje de Ernesto Alterio, en su vertiente como director, siente por estar al frente de un proyecto creativo gris y adocenado y su obsesión por lograr levantar un proyecto que sea fiel a sus principios y, por otro, su empeño en que la voluntad de su madre se cumpla aunque ello suponga incumplir y violentar las leyes y tener que desafiar el poder de las autoridades. Un mundo normal parece querernos decir que la integridad debe ser completa e insobornable, debe abarcar todos los aspectos vitales porque, en el momento en que uno de ellos se cede, se renuncia o se transige, todos los demás irán cayendo uno a uno como fichas de dominó hasta que toda la personalidad se vea atada a unas imposiciones y unos convencionalismos. El acto de cumplir con la voluntad materna se convierte, casi, en un viaje iniciático o en un trance catártico que no solo libera al personaje protagonista sino a todo su entorno familiar.



Hay un hilo sutil que, poco a poco, se va configurando conforme el protagonista va realizando su viaje imposible y es esa sucesión de adhesiones o comprensiones a su empeño, algunas manifiestas, muchas de ellas tácitas, que dejan patente que, por debajo de esa superficie de estabilidad y quietud, existe un callado deseo de rebeldía y heterodoxia que solo las circunstancias y las conveniencias consiguen que permanezca reprimido. Sin embargo, la aparente locura del personaje de Ernesto Alterio sí que acabará reconciliando y uniendo a su familia por la vía de que cada uno de sus miembros reconozca la vocación y el impulso genuinos que nacen de ellos mismos y decidan seguirlos por encima de cualquier tipo de miedo o actitud acomodaticia. El grito final del personaje de Gala Amyach sería la rúbrica perfecta de ese luminoso desenlace.




Tras la proyección de Un mundo normal en el Festival de Málaga 2020 realizamos dos preguntas a su director Achero Mañas, cuyas respuestas aclaran y precisan muchos de los aspectos de la película y de los temas que aborda.



De izqda. a dcha., Gerardo Herrero (productor de la película), Ernesto Alterio, Achero Mañas, Gala Aymach y Ruth Díaz (quien también forma parte del reparto del film), en la rueda de prensa posterior a la proyección de Un mundo normal en el Festival de Málaga 2020


CINE ARTE MAGAZINE: Hola, Achero. ¿Qué te gustaría decir sobre tu vuelta al cine con Un mundo normal?

ACHERO MAÑAS: Es recurrente una pregunta sobre por qué llevo diez años sin dirigir y voy a contestar rápido: porque hay circunstancias en la vida que me han impedido hacer un proyecto en las condiciones y de la manera que yo, de algún modo, quería. Y eso es lo que dificultado que yo hiciera una nueva película. Pero en cuanto he tenido la oportunidad de tener las condiciones apropiadas, o que yo consideraba apropiadas para dirigir, pues lo he hecho de nuevo. Yo nunca he abandonado el cine. Amo mucho el cine. Y lo amo tanto que soy incapaz de hacer una película en las condiciones que yo creo que esa película no se merece. Y esa es principalmente la razón por la que he estado diez años sin dirigir una película, lo cual se ha mezclado, supongo, con otras muchas cosas.

 



CINE ARTE MAGAZINE: Un mundo normal tiene muchas referencias literarias. Y ello ha hecho que no pudiera dejar de recordar Mientras agonizo de Faulkner, porque si en esa novela una familia se desintegra al llevar el féretro de la madre a su condado natal, aquí es al contrario: la familia se reúne y se reunifica. Y eso me llevó a pensar que una de las ideas de la película es que solo cuando podemos actuar según lo que somos y reconciliarnos con nosotros mismos es cuando podemos reconciliarnos con los demás. ¿Es mi impresión correcta?

ACHERO MAÑAS: Pues sí. Toda mi reflexión sobre una petición real de mi madre, que me dijo que, cuando muriera, no quería ser incinerada ni enterrada, sino que quería que su cuerpo fuera arrojado al mar, me llevó a plantearme qué hacemos con las singularidades, cómo conviven las singularidades y las particularidades con los elementos comunes de una comunidad. Y, a raíz de eso, construyo justamente un discurso donde todos los elementos comunes y todo lo común están llenos de particularidades. Yo creo que, de todas maneras, si algo nos ha traído esta pandemia es que nos ha universalizado a todos de manera salvaje. Nos ha encerrado a todos. Nos ha hecho tener a todos una experiencia colectiva y esa experiencia colectiva ha sido vivida en núcleos muy pequeñitos, en núcleos familiares, dentro de las casas, dentro de nuestros habitáculos, donde vivimos. Y, justamente, ahora mismo, estamos deseando de volver a nuestras propias singularidades. La película de lo que habla es que no puede haber una reconciliación entre lo común y lo singular si no existe un diálogo continuo entre ambos. Y, desde luego, tiene que haberlo. Porque cuando renunciamos a nuestras esencias, a lo que queremos, a nuestras singularidades y a nuestras particularidades, para habitar en lo común, muchas veces nos sentimos frustrados y renegamos de nosotros mismos. De lo que habla esta película es de que no tenemos que renunciar a nosotros mismos por vivir en comunidad. Creo que la apuesta es poder ser nosotros y poder ser en la comunidad, poder ser en la experiencia colectiva. Ese es su planteamiento principal y creo que tiene mucho que ver con muchas cosas que han pasado durante esta pandemia y que se han puesto sobre la mesa.


Como pueden comprobar, las palabras de Achero Mañas confirman que Un mundo normal es una exploración muy personal del tema de la singularidad, una singularidad que todos anhelamos pero que, en más ocasiones de las adecuadas, la sociedad reprime en aras de una uniformidad estéril e insensata.


IMÁGENES DE LA PELÍCULA:














Comentarios