SOLO NOS QUEDA BAILAR DE LEVAN AKIN. LOCAL vs. GLOBAL

Hoy, publicamos la reseña de la película georgiana Solo nos queda bailar de Levan Akin, que ya está disponible online.


TÍTULO: Solo nos queda bailar. TÍTULO ORIGINAL: And Then We Danced. AÑO: 2019. NACIONALIDAD: Georgia-Suecia-Francia. DIRECCIÓN Y GUION: Levan Akin. MONTAJE: Levan Akin y Simon Carlgren. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Lisabi Fridell. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Levan Gelbakhiani, Ana Javakishvili, Ana Makharadze, Nino Gabisonia, Kakha Gogidze. DURACIÓN: 113 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.avalon.me/distribucion/catalogo/solo-nos-queda-bailar-and-then-we-danced. ENLACE EN FILMIN: https://www.filmin.es/pelicula/solo-nos-queda-bailar-and-then-we-danced.

CALIFICACIÓN: 

Una primera y superficial lectura de Solo nos queda bailar nos hablaría de una historia relativamente lineal que no sería la primera vez que se nos cuenta en su esquema general: un bailarín, que desea convertirse en miembro permanente del Ballet Nacional de Georgia, tiene que ocultar su condición de gay para no ser estigmatizado en el contexto de una sociedad que rechaza y denigra la homosexualidad. Sin embargo, la película sabe introducir con habilidad y sin subrayados innecesarios un segundo nivel de interpretación que trasciende su punto de partida y que logra condensar buena parte de los conflictos que estamos viviendo en la actualidad: el enfrentamiento entre lo que se supone que es local y lo que se supone que es global, el choque entre lo que se piensa que es de dentro y lo que se piensa que viene de fuera. Cuando ahondas en la figura del realizador del film y en su producción, queda clara la raíz de este aspecto de la película, ya que esta coproducción entre Georgia, Suecia y Francia (que fue presentada por Suecia a los Oscars en la categoría de Mejor Película Internacional y no por Georgia, ya que en este último país la historia provocó no pocas polémicas), está dirigida por Levan Akin, un descendiente de georgianos que vive en Suecia y que, por tanto, ha vivido en carne propia y a lo largo de su vida cotidiana ese conflicto y sus implicaciones. De ahí que Solo nos queda bailar logre transmitir, más allá de su armazón cinematográfica, una sensación de vida y verdad que se convierte en su principal fuerza y virtud.




El protagonista de Solo nos queda bailar tiene que presentarse a una prueba para interpretar la danza tradicional georgiana, un baile que no es una mera coreografía sino que es una representación de toda la idiosincrasia del pueblo georgiano. Unos movimientos que parecen ancestrales y genuinos pero que, en realidad, no lo son porque los que se ejecutan provienen de los años 70, cuando se decidió eliminar todo posible rasgo de afeminamiento en los mismos. Es decir, primer engaño: lo que se considera auténtico y absolutamente puro está distorsionado por una manipulación que proviene de una mentalidad puritana, autoritaria y fundamentalista. A partir de ahí, para esa misma mentalidad, el reconocimiento de la homosexualidad y la lucha de los homosexuales por sus derechos, se considera, tal como dice explícitamente un sacerdote de la Iglesia Ortodoxa en una ceremonia de boda que se celebra en la película, una imposición de la “globalización”. De este modo, el gesto final del personaje principal del film no cabe considerarlo como una opción por lo “global” y una traición a lo “local”, sino una reivindicación de lo “genuinamente local” que se reconcilia con lo “genuinamente global”, algo que provoca que salga a la luz la reacción airada del fundamentalismo y que revela lo que el mismo esconde: una reacción defensiva frente a cambios que son inevitables, el miedo a transformaciones a las que se les acusa de “importaciones ajenas a la identidad propia” para poder articular el desprecio a las mismas, la caricaturización de lo “local” no para construir una barrera hacia los de “fuera” sino, sobre todo, para levantar un muro discriminatorio hacia los de “dentro” que sirva para perpetuar un esquema injusto y arbitrario de autoridad y poder.

TRÁILER DE LA PELÍCULA:



IMÁGENES DE LA PELÍCULA:














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