Hoy, publicamos la reseña de El silencio del pantano de Marc Vigil, película española protagonizada
por Pedro Alonso que ya está disponible en Netflix.
TÍTULO: El silencio del pantano. TÍTULO ORIGINAL: El silencio del pantano. AÑO: 2019. NACIONALIDAD:
España. DIRECCIÓN: Marc
Vigil. GUION: Carlos de Pando y Sara Antuña, adaptando una novela de Juanjo
Braulio. MONTAJE: Josu Martínez. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA:
Isaac Vila. MÚSICA ORIGINAL: Zeltia Montes. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Pedro
Alonso, Nacho Fresneda, Carmina Barrios, José Ángel Egido, Álex Monner, Raúl
Prieto, Maite Sandoval, Javier Godino, Luis Zahera, Miguel de Lira. DURACIÓN: 92 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: https://www.netflix.com/title/80216611.
Muchas veces, el problema de una
película o una serie es las expectativas previas que ha generado en el
espectador. Cuando partimos de que El
silencio del pantano es un film de género negro, protagonizado por Pedro
Alonso, protagonista a su vez de La casa
de papel con su emblemático papel de Berlín, y dirigido por Marc Vigil,
realizador de episodios de series televisivas tan conocidas y populares como 7 vidas, Aida, Águila Roja, Vivir sin permiso, Vis a vis, Malaka y El ministerio del tiempo, es muy fácil
pensar y deducir que vamos a ver un título en el que va a haber bastante acción
y espectacularidad y en el que va a predominar una cierta factura televisiva en
la que una trama relativamente lineal va a ocupar todo el protagonismo y no va
a haber lugar a ningún tipo de sofisticación argumental o intelectual. Sin
embargo, cuando nos encontramos con una historia en la que se combinan
distintos niveles ficcionales y en la que el abundante uso de elipsis y saltos
narrativos de todo tipo requiere del esfuerzo del espectador para reconstruir
los hechos, pueden ser muchos los que se lleven una decepción porque esperaban
otro tipo de obra fílmica. Pero hay que decir que El silencio del pantano sabe captar muy bien el espíritu del género
negro más auténtico, aquel que, alejado de sus versiones actuales más
superficiales, buscaba un distanciamiento consciente y deliberado del género
policíaco, convirtiendo misterios, enigmas e investigaciones en jeroglíficos
irresolubles donde, al final, sobraban muertos o faltaban asesinos. Ahí están El sueño eterno y Adiós, muñeca de Raymond Chandler para demostrarlo en el plano
literario y Carretera perdida (1997)
y Mulholland Drive (2001) de David Lynch
para hacer lo mismo en el plano cinematográfico. El silencio del pantano juega con ese tipo de rompecabezas
narrativos tanto para reflexionar sobre la relación entre realidad y ficción
como para hacer una exploración poco esperanzadora sobre la corrupción política
y sus profundas raíces sociales y culturales.
Pedro Alonso protagoniza a un
escritor de éxito, autor, claro está, de novelas noir (en la línea contemporánea, predominante y rutinaria de los serial killers actuando a destajo) que,
al mismo tiempo, apoyándose en su cínica y devastadora visión sobre la ciudad
de Valencia, lleva una doble vida intentando destripar los secretos más
inconfesables de la urbe y de su clase dirigente. Gracias a su labor “investigadora”,
el protagonista se convierte en una especie de ojo de cámara que va mostrando
todo un retablo de personajes que me mueven con pie y medio en las tinieblas:
el político retirado que se dedica a dar clases de Economía en la Universidad pero
sigue manteniendo unos vínculos inapropiados con gentes de su pasado (José
Angel Egido); la matriarca que mantiene con pulso firme el funcionamiento de su
organización criminal (Carmina Barrios); el sicario que obedece fiel y
ciegamente las órdenes de su jefa a pesar de los peligros que conlleva (Nacho
Fresneda); el miembro inexperto de la banda que se verá sometida a una
encrucijada que se convertirá en su propio “rito de paso” (Álex Monner); los políticos
y sus asistentes que, agazapados en su mediocridad, acabarán decidiendo vidas y
destinos (Maite Sandoval y Javier Godino)… Todo ello convierte a El silencio del pantano en una película
que sí será de gusto para los degustadores del noir más genuino, apartado de la tentación fácil del thriller y del género de “asesinos en
serie”, aunque sin miedo a beber de ellos para articular el desarrollo de la
trama. Una película sin final redentor porque nos habla, a fin de cuentas, de
una sociedad atrapada en una charca de la que ni quiere ni desea ni pretende
escapar.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
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