MONOS DE ALEJANDRO LANDES. LA CRUELDAD EN MEDIO DE LA BELLEZA


TÍTULO: Monos. TÍTULO ORIGINAL: Monos. AÑO: 2019. NACIONALIDAD: Colombia-Argentina-Países Bajos-Alemania-Suecia-Uruguay-Estados Unidos-Suiza-Dinamarca-Francia. DIRECCIÓN: Alejandro Landes. GUION: Alejandro Landes y Alexis Dos Santos. MONTAJE: Ted Guard, Yorgos Mavropsaridis y Santiago Otheguy. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Jasper Wolf. MÚSICA ORIGINAL: Mica Levi. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Sofía Buenaventura, Julián Giraldo, Karen Quintero, Laura Castrillón, Deiby Rueda, Paul Cubides, Sneider Castro, Moisés Arias, Julianne Nicholson, Wilson Salazar, Jorge Román. DURACIÓN: 102 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: http://bteampictures.es/monos/.

CALIFICACIÓN: 

Hay películas que recogen y asumen como elemento esencial de su idiosincrasia una contradicción flagrante entre la crueldad o la devastación de los hechos que se relatan y la fascinante hermosura de las imágenes que la cámara filma, una estrategia narrativa que, en el terreno literario, también hemos podido ver, por ejemplo, en una novela como Meridiano de sangre (1985) de Cormac McCarthy, en la que la sucesión de acontecimientos sanguinarios y criminales ocurre a la par que se desarrollan potentes descripciones de los deslumbrantes escenarios que existen a ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México. Un caso paradigmático, ya relacionado con el séptimo arte, en el que ello ocurre es en El desierto rojo (1964) de Michelangelo Antonioni, película en la que tanta importancia tiene la historia de tedio, hastío y soledad protagonizada por Monica Vitti, Richard Harris y Carlo Chionetti como la plasmación de la peculiar belleza que puede residir en los fríos y solitarios paisajes industriales por los que los personajes transitan y deambulan. Estas películas, que podríamos denominar “duales”, intensifican su alma dividida y su capacidad expresiva cuando su tema es el de la guerra y los conflictos violentos (tal como ocurre en la citada novela de McCarthy) porque, en estos casos, el enfrentamiento entre el horror de los hechos bélicos y la belleza de los escenarios en los que los mismos se desarrollan puede llegar a alcanzar cimas paroxísticas en las que se explora cómo se llega a poner en juego la condición humana y los valores esenciales de respeto, dignidad y decencia en los que siempre debería basarse la convivencia. Ahí están Apocalypse Now (1979) de Francis Ford Coppola y La delgada línea roja (1998) de Terrence Malick para demostrarlo. La película colombiana Monos es heredera de ese modo narrativo. Y, así, a la vez que vemos cómo se adiestra y cómo actúa el comando de un grupo guerrillero formado por gente muy joven que mantiene secuestrada a una doctora estadounidense, van apareciendo en la pantalla imágenes de una belleza descomunal, a veces hasta delirante, que nos hace pensar en las irresolubles paradojas en las que el ser humano llega a moverse sin llegar dar cuenta debida de ellas y de las implicaciones que las mismas suponen.




Si, desde el punto de vista temático y argumental, la historia que nos cuenta Monos vendría a tener puntos de contacto con lo que vimos en Che: El argentino (2008) y Che: Guerrilla (2008) de Steven Soderbergh o Los últimos cristeros (2011) de Matías Meyer (aunque con la salvedad, en este último caso, de que los guerrilleros retratados están en las antípodas ideológicas de los que aparecen en Monos) y, si ampliamos la perspectiva, en Apocalypse Now, El cazador (1978) de Michael Cimino, Platoon (1986) de Oliver Stone, con el proceso progresivo de desconexión con la realidad que los personajes viven, inmersos en una situación de violencia continua, en relación a los aspectos visuales la película apuesta por una audaz y atrevida estética en la que los paisajes casi irreales, los planos imposibles y una atmósfera de delirio y alucinación (reforzada por la espléndida banda sonora de Mica Levi) articulan el relato con poderosas e impactantes imágenes que conforman un inigualable retablo del absurdo, del horror y de la sinrazón. Junto a ello, hay que hablar del estupendo nivel que luce todo el reparto en una película coral, aunque hay que mencionar a la actriz estadounidense Julianne Nicholson (a quien con anterioridad hemos visto en Agosto – 2013– de John Wells , en Black Mass: Estrictamente criminal – 2015– de Scott Cooper y Yo, Tonya – 2017– de Craig Gillespie), en el papel de mujer secuestrada por los guerrilleros, de Sofía Buenaventura, quien interpreta a un guerrillero (sí, hemos escrito bien, guerrillero) que acaba perdiendo la fe en la causa por la que lucha, y Julián Giraldo, líder del comando que, poco a poco, va cayendo en una espiral de locura y obnubilación. Todo ello hace de Monos un eficaz y preciso retrato de la estupefacción ante una realidad contumaz de violencia y sinsentido que atenaza Colombia desde hace decenios y que encuentra su mejor reflejo en esta película, que, yendo más allá de la superficie, bucea en las pulsiones profundas que anidan en el interior de ese estado continuo de guerra civil y enfrentamientos armados.

TRÁILER DE LA PELÍCULA:



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