TÍTULO: Ema. TÍTULO ORIGINAL:
Ema. AÑO: 2019. NACIONALIDAD:
Chile. DIRECCIÓN: Pablo Larraín. GUION: Guillermo Calderón y Alejandro Moreno.
MONTAJE: Sebastián Sepúlveda. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Sergio Armstrong. MÚSICA
ORIGINAL: Nicolas Jaar. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Mariana Di Girolamo, Gael
García Bernal, Santiago Cabrera, Paola Giannini, Cristián Suárez. DURACIÓN: 102 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: http://bteampictures.es/ema/. ENLACE EN MÁRGENES: https://www.margenes.org/pelicula/5dc540744fdd050195f4fc41. ENLACE EN FILMIN: https://www.cineartemagazine.com/2020/02/ema-de-pablo-larrain-cuando-el-sistema.html.
El realizador chileno Pablo
Larraín se ha convertido por méritos propios en uno de los nombres más
importantes del panorama cinematográfico no solo latinoamericano sino
internacional. No (2012), El club (2015), Neruda (2016) y Jackie (2016) jalonan una filmografía tan diversa como imprevisible en la que el conflicto
entre apariencia y realidad parece ser uno de los ejes temáticos esenciales
pero en la que también están presentes cuestiones como la formación de la
identidad, la indagación en el pasado y la existencia de grietas en el orden
establecido. Muchos de esos aspectos están en su última película, Ema, aunque no es menos cierto que esta
representa un giro radical en relación a las cuatro películas mencionadas, de
forma que si estas miraban al pasado, su film más reciente habla en gran medida
del presente pero, sobre todo, acaba siendo una propuesta sobre cómo lo que
parece un sistema sólido e inquebrantable presenta resquicios inesperados por
los que logran escurrirse consecuencias imprevistas e, incluso, indeseadas por
el propio sistema. El punto de partida de Ema
es una pareja de artistas (Mariana Di Girolamo y Gael García Bernal) que
han devuelto a un niño que habían adoptado a raíz de un incidente de él con la
hermana de ella. Este hecho, que les
hace ser mal vistos por su entorno, se une a la propia desconfianza del sistema
por la forma de vida de la pareja, que le lleva a ser receloso sobre su
capacidad para asumir la responsabilidad de cuidar a un niño. Ahí está la causa
de la contundente frase que la funcionaria de adopciones le dice a la pareja: “El
sistema está diseñado para que personas como ustedes no puedan adoptar niños”.
Y, a partir de esa inapelable sentencia, que casi se puede considerar como
detonante de la trama, el personaje de Mariana Di Girolamo se lanzará a
construir un complejo mecanismo para recuperar al niño al que ha renunciado,
mecanismo que no va a discurrir por cauces convencionales y que conducirá al
éxito mediante un resultado absolutamente imprevisto que servirá para situarse al margen del
sistema pero sin incumplir lo que el sistema ha dictado.
Para contar la historia, Ema se sirve de un andamiaje visual y
sonoro como nunca Pablo Larraín había empleado antes, con un preciosismo
estético deslumbrante (con imágenes tan expresivas como con la que se abre el
film, con la protagonista con un lanzallamas frente a un semáforo ardiendo,
metáfora perfecta de todo lo que veremos a continuación) y una banda sonora que
alterna, en chocante contraste, tanto la música de vanguardia como los ritmos
de discoteca menos sofisticados, de modo, que si atendemos a la situación de
profunda manipulación emocional de la que seremos testigos a lo lago de los 100
minutos de película, en algunos momentos podríamos afirmar que nos encontramos
en el ecosistema predilecto del cine de Haneke solo que desarrollado a ritmo de
reggaetón. Ema nos habla de las
nuevas situaciones que, poco a poco, son cada vez más frecuentes y en las que
las relaciones personales y sexuales se van despojando de prejuicios e ideas
preconcebidas y ello lleva a que, de
facto más que de iure, puedan ir
surgiendo nuevas formas de convivencia que alteren radicalmente las estructuras establecidas. Y es en ese
punto, en el desenlace del film, donde, posiblemente, radique el propósito del
film: más que dar una respuesta cerrada y definitiva, constituye todo un reto
para el espectador posicionarse ante lo que ha visto y decidir si Ema es una exaltación del futuro o una
advertencia sobre el mismo. Posiblemente, sin irse a dichos extremos, cabría
decir que la moraleja de Ema vendría
a ser que los tiempos han cambiado y que la nostalgia por un pasado que no ha
de volver es tan absurda como inútil.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
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