TÍTULO: Un atardecer en la Toscana. TÍTULO ORIGINAL: Dolce Fine Giornata. AÑO: 2019. NACIONALIDAD: Polonia.
DIRECCIÓN: Jacek Borcuch. GUION: Jacek Borcuch, Szczepan Twardoch y Marcin
Cecko. MONTAJE: Przemyslaw Chruscielewski. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Michal Dymek. MÚSICA
ORIGINAL: Daniel Bloom. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Krystyna Janda, Kasia Smutniak, Antonio
Catania, Lorenzo de Moor, Vincent Riotta, Robin Renucci, Mila Borcuch, Arjun
Talwar, Wiktor Benicki, Dominik Wojcik, Christian Argentino. DURACIÓN: 92 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: http://bteampictures.es/un-atardecer-en-la-toscana/. ENLACE EN FILMIN: https://www.filmin.es/pelicula/un-atardecer-en-la-toscana.
Hay momentos históricos que
podemos comparar con el movimiento de grandes placas tectónicas que colisionan
entre sí, en los que lo que parecía estable deviene volátil, en los que las
certezas aparentemente consolidadas se derrumban y en los que los términos
ideológicos se sumen en la confusión, el caos y la incertidumbre, en los que
los viejos consensos se evaporan y entre las distintas posiciones y puntos de
vista se forma un gran agujero negro que se convierte en un campo de batalla
que decidirá a los vencedores y a los vencidos. Actualmente, estamos viviendo
una época de esas características, en la que el entendimiento parece imposible
y en la que los extremismos invaden el espacio público convirtiendo sus
opiniones en dogmas de fe cuyo quebrantamiento no se considera un mero
disentimiento sino una herejía que hay que castigar con condenas y anatemas. Resulta
difícil discernir qué sucederá y existe un miedo fundado en que, al final, el
autoritarismo y la falta de libertad se impongan y la sociedad dé un paso atrás
en los que reine la intolerancia y el fanatismo.
Este es el marco en el que se
desarrolla Un atardecer en la Toscana,
una película polaca que transcurre en Italia y que tiene como marco la llegada
masiva de inmigrantes desde el Mediterráneo, el establecimiento de campos de
refugiados abocados a la saturación y el acceso al poder de fuerzas políticas
populistas. En un pequeño pueblo de Italia, vive con su familia la poeta y Premio
Nobel María Linde. Su vida es liviana y aparentemente despreocupada: los días
pasan relajados, de vez en cuando se organiza alguna fiesta y solo alguna
travesura infantil o una discreta infidelidad con un joven egipcio rompen la
plácida rutina… Pero, de repente, hay algo que pone fin a la calma. Algo
indefinido y que no se deja ver, que permanece soterrado pero que va haciendo
efecto como la carcoma. Algo contra lo que María Linde decide ejecutar un acto
de rebeldía que, al final, le costará caro.
Hay elementos muy interesantes en
Un atardecer en la Toscana. El
primero, la gran interpretación de Krystyna Janda, quien lleva todo el peso de
la película y logra dar plena verosimilitud y credibilidad a su personaje. El
segundo, el hecho de que los grandes temas que se convierten en catalizadores
de la trama (los dos inmigrantes que han huido del campo de refugiados, el atentado
terrorista, los ataques xenófobos) permanecen ocultos para el espectador como
elementos que determinan nuestra conducta
y nuestra actitud pero que no queremos mirar de frente para no poner en
cuestión nuestras formas de pensar y de vivir. Sin embargo, fuera de esos
aspectos, la película presenta un aspecto demasiado liviano como para pretender
abordar las cuestiones que quiere tratar.
Porque, hasta el momento del
discurso de la protagonista en el ayuntamiento tras recibir un premio de
carácter local, hay una considerable falta de tensión, paliada con la sutil
expectativa de que algo se avecina, de que algo va a ocurrir que va a revolver
a todos los personajes. Y cuando el discurso llega nos decepciona porque, por
lo menos a mí, me ha parecido superficial, banal y demagógico. A partir de este
punto, la película entra en su mejor segmento, con una magistral descripción
del proceso de extrañamiento que la poeta va sufriendo hasta llegar a la
soberbia e inquietante escena final. Pero no podemos menos que pensar que ese
desenlace acaba estando desconectado del resto del film, acaba siendo una pieza
suelta que hubiera necesitado de un mejor desarrollo previo para poder ser
coherente, congruente y relevante. Sin embargo, tal como ha quedado la película,
vemos la secuencia de acontecimientos como un encadenamiento de hechos unidos
con cierto mecanicismo, como una declaración llena de buenas intenciones pero
con una notable falta de profundidad en su bisturí que nos deja el regusto,
difícil de salvar, de que Un atardecer en
la Toscana hubiera podido llegar a ser más de lo que finalmente ha sido.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
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