Comentamos la película Per
el afortunado, dirigida por Bille August, aprovechando que está disponible
en Netflix.
TÍTULO: Per el afortunado. TÍTULO ORIGINAL: Lykke-Per. AÑO: 2018. NACIONALIDAD:
Dinamarca-Alemania. DIRECCIÓN: Bille August. GUION: Bille August y Anders
Frithiof August, adaptando una novela de Henrik Pontoppidan. MONTAJE: Janus Billeskov Jansen y Anne Osterud. DIRECCIÓN
DE FOTOGRAFÍA: Dirk Brüel. MÚSICA ORIGINAL: Lorenz Dangel. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Esben Smed, Katrine Greis-Rosenthal, Benjamin
Kitter, Julie Christiansen, Tommy Kenter, Tammi Ost, Rasmus Bjerg, Ole Lemmeke,
Sara Viktoria Bjerregaard Christensen, Sophie-Marie Jeppesen, Claus Flygare,
Mei Oulund, Elsebeth Steentoft, Anders Hove. DURACIÓN: 162 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL:
https://www.dfi.dk/en/viden-om-film/filmdatabasen/film/lykke-1.
Casi es inevitable que asociemos
el nombre del director danés Bille August a la figura del director sueco Ingmar
Bergman en la medida en que este último (narrando la historia de su propia
familia) firmó el guion de la película (y miniserie) de August Las buenas intenciones (1992). Sin
embargo, creo que ese es el único punto de conexión real entre ambas figuras ya
que, aparte de que Bergman es una figura muy, muy superior, el estilo y personalidad
de ambos realizadores son sustancialmente diferentes. El cine de Bille August
(frente a la introspección psicológica y metafísica del cine de Bergman) tiene
mucho más pronunciada la dimensión crítica y sociológica, la cual está presente
desde el mismo título que fue su primer gran triunfo a nivel internacional, Pelle el conquistador (1987), y que
continuó con la ya aludida Las mejores
intenciones, La casa de los espíritus
(1993), adaptación de la novela de Isabel Allende que tiene como contexto
la evolución social e histórica de Chile y la dictadura del general Pinochet, Smila: Misterio en la nieve (1997), que
tiene como trasfondo la situación de las comunidades inuit que viven en las
zonas heladas colonizadas por Dinamarca, Los
miserables (1998), adaptación de la novela de Victor Hugo, Adiós Bafana (2007) sobre el
encarcelamiento de Nelson Mandela en la época del apartheid, Tren de noche a Lisboa (2013), cuya
trama se conecta con la dictadura salazarista de Portugal o Corazón silencioso (2014) que aborda el
tema de la eutanasia.
Ahora, en la película (e
igualmente miniserie) Per el afortunado
retrata la Dinamarca de finales del siglo XIX y principios del siglo XX a
través de una historia que, aunando elementos que pudieran remitirnos a El manantial (1949) de King Vidor y Un lugar en el sol (1951) de George
Stevens, realiza un recorrido por una sociedad cuyos perfiles rígidos y
clasistas se muestran con absoluta nitidez a la vez que traza una
caracterización impresionante de su protagonista, ese Per el afortunado (título
que, adelantamos, encierra una amarga ironía) cuyo orgullo le impide aceptar
las normas, convenciones y protocolos por los que se rige una comunidad
fuertemente jerarquizada y burocratizada que antepone el cumplimiento de unas
reglas retrógradas y caducas a sus propios progreso y modernización. Pero
August tiene la suficiente habilidad para evitar llevar a cabo un tosco esbozo
en blanco y negro y trazar, en cambio, un fresco impresionante, convirtiendo a Per el afortunado en un majestuoso
melodrama de factura clásica.
Porque, al contrario de lo que
sucede en Atardecer de Lázsló Nemes,
en que el melodrama es solo una apariencia que esconde una turbadora y tensa
película de corte absolutamente moderno, Per
el afortunado es un melodrama que respeta escrupulosamente todos los
cánones del melodrama tradicional. Y para no caer en la repetición mecánica y
sin inspiración, la película es capaz de explorar minuciosamente las obsesiones
y contradicciones del protagonista en su intento por huir de su pasado, una
huida que se verá lastrada por la incapacidad del protagonista a plegarse a las
convenciones que nadie pone en duda. En ese punto, es entonces cuando surgen
los motivos de reflexión para el espectador. ¿Se deja llevar el protagonista
por una arrogancia y un amor propio mal entendidos y se perjudica a sí mismo de
una forma absurda e irracional?¿Es, quizás, más aceptable la actitud que asume
la comunidad judía de Dinamarca, que no se rebela ni protesta por su condición
efectiva de ser ciudadanos de segunda categoría a pesar de su empeño, de su laboriosidad
y de todo lo que aportan a la sociedad a la que pertenecen?¿O es toda la
película una descripción de cómo la vida colectiva es una especie de mecanismo
rígido que se mueve a base de mecanismos inamovibles que siempre llevan al
mismo desenlace sea cual sea las decisiones que tomemos?¿Solo cabe la soledad
si se adopta una actitud inconformista?¿O hay margen para el cambio pragmático?
Todas estas cuestiones se van
desgranando en el film mientras que el mismo despliega una espléndida
ambientación de la época en la cual se desarrolla, unas solventes, precisas y
eficaces interpretaciones de todo el reparto y un guion magníficamente
construido que deja deslizar la narración con una fluidez y agilidad que hacen
pasar desapercibidas las casi tres horas de metraje. En definitiva, Bille
August ha sabido construir un perfecto melodrama clásico que reconstruye un
pasado y, sutilmente, también nos acaba hablando de muchos de los males del
presente.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
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