Hoy, terminamos las crónicas que hemos dedicado al 22º Festival de Málaga - Cine en español. Resumiremos lo que pudimos ver en las jornadas de viernes, jueves y sábado, haremos una breve valoración del certamen y reproduciremos el palmarés completo. De todos modos, nuestro recorrido por el Festival no acaba aquí, ya que ahora empezaremos a publicar reportajes, artículos y entrevistas sobre las películas más interesantes que hemos visto, sobre las figuras que han pasado por el certamen, sobre los mejores documentales y cortometrajes proyectados y sobre los proyectos futuros que aquí se han presentado. Las noticias de interés que ha generado el Festival no acaban aquí.
DÍA 7: De cambios y transiciones
Todas las películas que vimos en la jornada del jueves giraban en torno a velados o manifiestos procesos de cambio que los personajes se veían obligados a afrontar con más dudas que certezas a sus espaldas.
Teníamos mucha curiosidad por ver la nueva película del sevillano Santi Amodeo. Este realizador siempre había resultado original y sorprendente en sus anteriores títulos (El factor Pilgrim - 2000-, codirigido con Alberto Rodríguez, Astronautas - 2003-, Cabeza de perro - 2006-, ¿Quién mató a Banbi? - 2013) y, ahora, dirigía una comedia protagonizada por Óscar Martínez, Carlos Areces e Ingrid García-Jonsson, de modo que nuestras expectativas eran altamente positivas. En Yo, mi mujer y mi mujer muerta, Óscar Martínez interpreta a un profesor de arquitectura argentino que se ve sorprendido por la última voluntad de su mujer fallecida: que sus cenizas sean llevadas a la Costa del Sol malagueña. Pese a su resistencia a materializar dicha petición, al final se verá obligado a emprender un viaje que no desea hacer y empezará a conocer una faceta desconocida hasta ese momento de su esposa, cambiando profundamente la visión de su propia vida. Hay que destacar de esta película el gran esfuerzo del trío protagonista para crear unos personajes creíbles y convincentes. Óscar Martínez, protagonista, entre otras, de Relatos salvajes (2014) de Damián Szifron y El ciudadano ilustre (2016) de Gastón Duprat y Mariano Cohn, lleva a cabo una titánica labor para crear una caracterización verosímil para un tipo improbable, de modo que consiguió ganar, finalmente, la Biznaga de Plata al Mejor Actor. Carlos Areces da un giro en su carrera con un personaje muy alejado de sus papeles habituales, dando vida a un carácter vitalista y optimista, embrollador pero simpático, que engancha desde el primer momento y que proporciona un enorme dinamismo al film. E Ingrid García-Jonsson, con su solvencia y fuerza interpretativa habituales, logra llenar un personaje que en el guion aparece borroso y desdibujado. Estos tres intérpretes son los principales y poderosos activos de un film cuya historia no acaba de resultar creíble, que parece apuntar en varias direcciones sin terminar de ir por ninguna de ellas y cuya dirección, brillante desde el punto de vista técnico pero desorientada desde el punto de vista narrativo, peca de varios momentos francamente sonrojantes.
Rueda de prensa del equipo de Yo, mi mujer y mi mujer muerta. De izquierda a derecha, Carlos Areces, Ingrid García-Jonsson, Santi Amodeo y Óscar Martínez.
Preguntamos a Óscar Martínez y Carlos Areces por sus respectivos trabajos en esta película, de modo que nos aportaron mucha información de interés.
CINE ARTE MAGAZINE: Me gustaría preguntarles a Oscar Martínez y Carlos Areces por sus interpretaciones. En el caso de Óscar, querría que nos comentara que, siendo la película una comedia, su interpretación se tiene que mover muchas veces en un registro complicado porque no es de comedia, que está inmerso en un proceso de duelo y que descubre muchas cosas de su mujer que desconocía. ¿Qué ha sentido con esa tensión entre entre estar inmerso en una comedia e interpretar a un personaje que está viviendo un complejo proceso interior? En el caso de Carlos, me parece que es el primer personaje optimista, vitalista de su carrera. ¿Qué se siente después de haber hecho un personaje así y haber efectuado un importante cambio de registro?
OSCAR MARTÍNEZ: Para mí, claramente es una comedia dramática, que es un género muy contemporáneo y habitual. No es un drama a secas. No es una comedia a secas. En relación a lo que tiene que ver específicamente con el arco del personaje, una de las cosas que más me atrajo es todo lo que le ocurre y, por supuesto, leyendo el guion por primera vez, me sorprendí, me reí y me conmoví. Y aspiré a que todos esos sentimientos se pudieran transmitir mientras se rodaba. Como sucede en todas las comedias dramáticas, uno se ríe como espectador de lo que los personajes padecen. Entonces, para mí, es muy bueno el ingrediente humorístico que tiene, que viene del personaje de Carlos, cuando mi personaje se encuentra con el suyo empieza a haber ciertos visos de comedia y eso es positivo porque, si no, la película se vería demasiado densa, demasiado melodramática y yo creo que perdería interés porque la vida se parece más a una comedia dramática que a una comedia o a un drama a secas. Lo que más me atrajo del personaje, mas allá del viaje físico que hace, es el viaje interior que hace, que es mucho más intenso y movido que el físico. Y este hombre, que cree que la vida ya no tiene sorpresas para él, un hombre bastante presumido, que ya se cree que lo sabe todo no solo de su mujer muerta sino también en general, que no tiene que aprender nada de nadie, basta verlo en la primera clase que sale en la Universidad de Buenos Aires para comprender de quién estamos hablando, sin embargo, como suele ocurrir cuando la gente está tan segura, la vida le demuestra que tiene bastante que aprender. Y lo bueno es que el protagonista nos sorprende con una capacidad que no le vemos al principio: termina comprendiendo y aceptando y, en consecuencia, cambiando su relación con el mundo, que parece que también se nota en las últimas secuencias, sobre todo en la relación con su hija, y cuando acepta jubilarse.
CARLOS ARECES: Es verdad que yo considero que esta película supone para mí un cambio, algo que agradezco mucho. Porque es verdad que es un personaje que tiene un punto muy optimista, un bon vivant si quieres (se aprovecha mucho del personaje de Óscar) pero, aunque yo ya he hecho personajes que tienen ese punto optimista, creo que nunca los he hecho que no fueran bobalicones. Aquí, para mí, ya supone para mí muchísimo. Pero es que, además, yo, que suelo hacer comedias, últimamente la comedia comercial es para lo que más me buscan, es raro encontrarme con un director cuya principal directriz para mí no sea "súbelo más" y que cada frase no tenga un tono. Yo me he encontrado con directores que hasta te dicen qué tono quieren que tengas para cada frase. Esto es horrible. Es espeluznante. Sin embargo, con Santi ha sido lo contrario. Hemos trabajado desde un punto de partida algo más neutro, cosa que agradezco, y tengo que decir que soy feliz por haber trabajado con este director (que parece un rumbero de los 70) y todo ha salido muy bien. Y estoy con Óscar y con Ingrid. ¿Qué más puedo pedir?
OSCAR MARTÍNEZ: Para mí, claramente es una comedia dramática, que es un género muy contemporáneo y habitual. No es un drama a secas. No es una comedia a secas. En relación a lo que tiene que ver específicamente con el arco del personaje, una de las cosas que más me atrajo es todo lo que le ocurre y, por supuesto, leyendo el guion por primera vez, me sorprendí, me reí y me conmoví. Y aspiré a que todos esos sentimientos se pudieran transmitir mientras se rodaba. Como sucede en todas las comedias dramáticas, uno se ríe como espectador de lo que los personajes padecen. Entonces, para mí, es muy bueno el ingrediente humorístico que tiene, que viene del personaje de Carlos, cuando mi personaje se encuentra con el suyo empieza a haber ciertos visos de comedia y eso es positivo porque, si no, la película se vería demasiado densa, demasiado melodramática y yo creo que perdería interés porque la vida se parece más a una comedia dramática que a una comedia o a un drama a secas. Lo que más me atrajo del personaje, mas allá del viaje físico que hace, es el viaje interior que hace, que es mucho más intenso y movido que el físico. Y este hombre, que cree que la vida ya no tiene sorpresas para él, un hombre bastante presumido, que ya se cree que lo sabe todo no solo de su mujer muerta sino también en general, que no tiene que aprender nada de nadie, basta verlo en la primera clase que sale en la Universidad de Buenos Aires para comprender de quién estamos hablando, sin embargo, como suele ocurrir cuando la gente está tan segura, la vida le demuestra que tiene bastante que aprender. Y lo bueno es que el protagonista nos sorprende con una capacidad que no le vemos al principio: termina comprendiendo y aceptando y, en consecuencia, cambiando su relación con el mundo, que parece que también se nota en las últimas secuencias, sobre todo en la relación con su hija, y cuando acepta jubilarse.
CARLOS ARECES: Es verdad que yo considero que esta película supone para mí un cambio, algo que agradezco mucho. Porque es verdad que es un personaje que tiene un punto muy optimista, un bon vivant si quieres (se aprovecha mucho del personaje de Óscar) pero, aunque yo ya he hecho personajes que tienen ese punto optimista, creo que nunca los he hecho que no fueran bobalicones. Aquí, para mí, ya supone para mí muchísimo. Pero es que, además, yo, que suelo hacer comedias, últimamente la comedia comercial es para lo que más me buscan, es raro encontrarme con un director cuya principal directriz para mí no sea "súbelo más" y que cada frase no tenga un tono. Yo me he encontrado con directores que hasta te dicen qué tono quieren que tengas para cada frase. Esto es horrible. Es espeluznante. Sin embargo, con Santi ha sido lo contrario. Hemos trabajado desde un punto de partida algo más neutro, cosa que agradezco, y tengo que decir que soy feliz por haber trabajado con este director (que parece un rumbero de los 70) y todo ha salido muy bien. Y estoy con Óscar y con Ingrid. ¿Qué más puedo pedir?
La segunda película de la jornada fue ¿Qué te juegas?, opera prima de la directora Inés de León, quien se dio a conocer en el período 2010-2013 gracias a la webserie Inquilinos. ¿Qué te juegas? está protagonizada por Leticia Dolera, Javier Rey, Amaia Salamanca, Mariam Hernández, Brays Efe, Daniel Pérez Prada y Walter Orellana y en ella hay, además, apariciones de Santiago Segura, Itziar Castro, Pedro Casablanc, Goizalde Núñez, Mar Saura, Sara Sálamo, Hugo Silva, Pablo Rivero y hasta de Nacho Vigalondo. El punto de partida de la trama es el enfrentamiento entre dos hermanos millonarios, Javier Rey y Amaia Salamanca, dueños de una poderosa naviera, para hacerse con el control de la compañía. El hermano, que ve cómo su hermana no manifiesta ningún interés por los hombres, cree que se puede sentir atraída por las mujeres y contrata a Leticia Dolera, una monologuista que ha actuado en una comida organizada por la empresa, para que logre enamorarla y le haga olvidar su exclusiva preocupación por los negocios.
De izquierda a derecha, Amaia Salamanca, Javier Rey, Inés de León y Leticia Dolera en la rueda de prensa de ¿Qué te juegas?
¿Qué te juegas? es una mezcla de comedia romántica y de ese subgénero que podríamos denominar cartoon comedy, esa variante que ha ido tomando el dominio, poco a poco, de la comedia estadounidense y que se caracteriza por la exageración de los gestos de los intérpretes, la conversión de la caracterización de los personajes en puras caricaturas con escasa o nula profundidad y en reducir el humor a una continuidad de gags que se mueven entre el absurdo, lo grotesco y lo esperpéntico. De este modo, ¿Qué te juegas? no aporta nada nuevo, ni tan siquiera en su trama que recuerda demasiado a la de otras películas españolas como Cha-cha-chá (1998) de Antonio del Real o Tensión sexual no resuelta (2010) de Miguel Ángel Lamata. Como ocurre con Yo, mi mujer y mi mujer muerta, hay que alabar el esfuerzo, sobre todo, del trío protagonista (Leticia Dolera, Amaia Salamanca y Javier Rey) por crear unos personajes convincentes pero, en cualquier otro aspecto, ¿Qué te juegas? es algo que hemos visto ya muchas veces, que seguiremos viendo y que, tras llegar el desenlace, que imaginábamos desde el principio, se olvida con facilidad y sin remordimiento. Tengo que reconocer que ha habido críticos que, tras ver el film, dijeron que el mismo funcionaba perfectamente como comedia romántica pero mi punto de vista personal es que poco hay que alabar de unos modos y maneras que han ayudado con gran efectividad a aniquilar los términos de excelencia en los que antaño se movía la comedia y que, en el día de hoy, son, salvo contadas excepciones, mero recuerdo.
El año pasado, Baltazar Tokman trajo a la sección Zonazine del Festival Casa Coraggio y se convirtió en una de las grandes ganadoras del certamen ganando la Biznaga a la Mejor Película Iberoamericana de la sección y el premio a la mejor interpretación femenina a su protagonista, Sofía Urosevich. Por ello, teníamos grandes esperanzas en Sapos, que se presentaba en la misma sección del año anterior y que, lejos de parecerse a su anterior film, presentaba, de entrada, un giro intenso y radical. Casa Coraggio era una ficción que parecía documental mientras que Sapos era un documental que parecía ficción. O no. O quizás sí. O quizás nos movemos en ese terreno donde la realidad se representa mediante los mecanismos del relato inventado y el relato se disfraza de realidad para habitar entre nosotros. Así es el cine de Baltazar Tokman: una exploración de ese territorio difuso entre la verdad y la fábula que nos obliga a plantearnos nuestras propias creencias y los resortes con los que intentamos explicar nuestro mundo.
Rodrigo Raffetto (izqda.), protagonista de Sapos, y Baltazar Tokman (dcha.), vinieron a Málaga para defender su película
El planteamiento de Sapos es ser un presunto (o no) documental sobre la figura de un científico que busca recurrir a la ingeniería genética, utilizando concretamente el ADN de los sapos, para intentar solucionar los complejos y miedos de sus pacientes. A partir de dicha premisa, el espectador se adentra en una fascinante narración que va más allá del juego entre verdad y ficción para intentar retratar a unos personajes que están unidos por la búsqueda de un subterfugio (quizás delirante, quizás correctamente fundamentado, quién sabe) para hallar la solución que ellos mismos no están dispuestos a afrontar. Como hay mucho que hablar de esta película, publicaremos en breve un reportaje posterior dedicado exclusivamente a ella, en la que su director y su protagonista nos hablarán de la experiencia vivida con este film.
Para terminar la jornada, tuvimos ocasión de ver el documental portugués Terra franca, dirigido por Leonor Teles, y que se alzó, finalmente, con la Biznaga de Plata al Mejor Documental. Terra franca retrata el día a día de la vida de un pescador luso en el año en que tendrá que vivir la boda de una de sus hijas. El gran mérito de Terra franca es, además de reflejar de forma cálida y emotiva a unos personajes sencillos y entrañables, el saber detectar y mostrar en un microcosmos limitado las grandes tendencias económicas y sociológicas que operan en muchos de los países occidentales. Así, el desmantelamiento del aparato productivo (reflejado en las dificultades del protagonista para poder ejercer su oficio de pescador), la sensación de exclusión laboral que invade a muchos a edades cada vez más tempranas, las escasas perspectivas de futuro de muchas zonas deprimidas y la ausencia de sistemas públicos de asistencia, lo cual obliga a que, por ejemplo, muchas funciones de cuidado a la infancia recaigan exclusivamente en las familias. El documental, lejos de ser maniqueo, apunta con gran sutileza el escaso espíritu crítico existente en muchos estratos sociales, de modo que ni se replantean costumbres y hechos culturales que son reliquias del pasado ni tienen una conciencia clara de la situación del entorno en el que viven, a la vez que acaba adoptando un tono elegíaco sobre las comunidades que van languideciendo lentamente empujadas por fuerzas que no pueden controlar. En definitiva, Terra franca es un documental a la vez preciso y emotivo y que se puede considerar justo ganador del máximo galardón de su sección.
Dos imágenes del documental Terra franca
DÍA 8: De crisis, situaciones límite y callejones sin salida
Llegamos al penúltimo día del certamen y nos topamos con todo tipo de crisis y situaciones límite que obligaban a sus personajes a tomar decisiones drásticas, reflexionar sobre su condición e intentar mirar hacia el futuro, en algunos casos con éxito, en otros casos no y en alguno hay que decir que todo está por escribir.
Empezamos el día con la nueva película de Jota Linares, ¿A quién te llevarías a una isla desierta?, una producción para Netflix protagonizada por Pol Monen, Jaime Lorente, Andrea Ros y María Pedraza. El film cuenta la historia de unos jóvenes en torno a los 24-25 años que tienen que abandonar el que ha sido su piso de estudiantes e iniciar una vida nueva. Ello les obligará a replantear sus vidas y a enfrentarse con unos demonios interiores que permanecen escondidos pero que acabarán abruptamente emergiendo tras una noche de alcohol y fiesta, provocando un giro inesperado en la historia. ¿A quién te llevarías a una isla desierta? es una película excelentemente narrada, con una factura visual que acompaña perfectamente al tono del relato y con unas grandes interpretaciones de todo el reparto (yo destacaría a Andrea Ros y a María Pedraza, pero no quiero olvidar a Beatriz Arjona, quien, en su breve aparición, deslumbra por su eficaz y ajustado trabajo). Yo solo pondría dos salvedades al film, uno menor y otro que tendría más importancia. El primero se refiere al detonante que provoca la gran crisis entre los personajes y que no podemos revelar para no desvelar el gran secreto que esconde la película. Probablemente, a día de hoy, la magnitud de lo que se oculta está completamente relativizada a día de hoy, aunque es cierto que puede depender del contexto. Posiblemente, el fallo del guion sea no haber dibujado un contexto que explique suficientemente por qué tiene lugar el ocultamiento que se convierte en hecho clave de la trama. El segundo, más difícil de salvar, es que creo que los personajes son demasiado jóvenes para el estado de frustración que se retrata y deberían tener unos años más para que la historia quedara perfectamente encajada. Salvando estos dos elementos, ¿A quién te llevarías a una isla desierta? es una película que funciona perfectamente y que supera con claridad el anterior film de su director, Animales sin collar.
De izquierda a derecha, María Pedraza, Pol Momen, Jota Linares, Beatriz Bodegas (productora de la película), Jaime Lorente y Andrea Ros
Preguntamos a Jota Linares, director de la película, sobre un aspecto por el que sentíamos curiosidad.
CINE ARTE MAGAZINE: Por lo que he percibido en la película, ¿hay una cierta influencia de Tennessee Williams en tu obra?
JOTA LINARES: Efectivamente, sí. De hecho, lo llevo tan adentro que no me daba cuenta que era un referente para mí hasta que, cuando hice Animales sin collar, Alberto Valcárcel, nuestro diseñador de vestuario, me lo dijo un día: "Oye, a ti Tennessee Williams te gusta, ¿no?". Y yo le dije que me encantaba. Estamos hablando de un referente que es un genio. Precisamente, como amuleto de suerte, me he traído sus memorias en mi maleta. Y este interés por él se refleja, por ejemplo, en el sudor de los personajes, que era un elemento que tenía mucha importancia en sus obras. Me gusta mucho su tratamiento del sudor y, además, se manejaba en terrenos pantanosos. Creo que el sudor, desde el punto de vista de la narrativa visual, da mucho juego. Yo quería reflejar ese calor pegajoso de ese piso, que no tiene aire acondicionado, que es viejo, que es lo que se pueden permitir pagar, y quería meter a los personajes en ese bucle infernal.
La última película española proyectada en la Sección Oficial a concurso fue Sordo, de Alfonso Cortés-Cavanillas, una adaptación del cómic homónimo de David Muñoz y Rayco Pulido, que tiene como trasfondo narrativo la acción de los maquis contra el régimen de Franco. Protagonizada por Asier Etxeandía, la película cuenta con una amplio reparto formado, entre otros, por Hugo Silva, Aitor Luna, Marian Álvarez, Imanol Arias, Olimpia Melinte, Stephanie Gil, Ruth Díaz, Manuel de Blas y Antonio Dechent. Sordo tiene una excelente factura visual y un soberbio nivel interpretativo, sobre todo el de su protagonista, Asier Etxeandía, y cuenta con un impactante estilo cinematográfico que absorbe influencias de la obra de Sergio Leone, Sam Peckinpah, Quentin Tarantino y hasta con un guiño muy preciso a Narciso Ibáñez Serrador y a una escena mítica de La residencia (1970). Sordo deslumbra con sus imágenes perfectamente compuestas, estremece con la violencia y crispación de muchas de sus escenas (hay varias que son especialmente brutales) y acaba constituyendo una ácida y pesimista reflexión sobre las consecuencias de la incomunicación y de la falta de diálogo.
De izquierda y derecha, Imanol Arias, Olimpia Melinte, Asier Etxeandía, Alfonso Cortés-Cavanillas, Marian Álvarez, Hugo Silva y Stephanie Gil, en la rueda de prensa de Sordo
Aprovechando que podíamos hablar con el director, le hemos preguntado por dos aspectos de la película que nos han parecido muy interesantes:
CINE ARTE MAGAZINE: Alfonso, quería preguntarte por dos elementos del film. El primero, por su estilo visual. Hemos visto una película con guiños a Sam Peckinpah, a Sergio Leone, a Quentin Tarantino, al Clint Eastwood de El fuera de la ley e, incluso, a Narciso Ibáñez Serrador. ¿Tenía en mente este estilo desde el primer momento que decidió adaptar el cómic en el que se basa o fue surgiendo conforme el proyecto se fue desarrollando? El segundo elemento de interés es por su temática. Más allá de ser una película sobre el maquis, creo que acaba siendo una historia sobre la incomunicación y el estupor.
ALFONSO CORTÉS-CAVANILLAS: Cuando yo me compré el cómic, allá por 2010, lo llevé a La Caña Brothers, que es nuestra productora, y dije: "Esto tenemos que adaptarlo". Pero, claro, teníamos que hacer algo antes porque nosotros habíamos hecho algo de deportes y cosas así, pero nunca habíamos hecho cine. En el cómic de David Muñoz y Rayco Pulido ya está el western claramente. Claramente. Ellos lo tenían muy presente. Yo soy un tarado de eso. A mí me encantan Peckinpah, Leone, Tarantino, John Ford... Me encanta Silverado de Lawrence Kasdan. El cómic nos daba la oportunidad de dar ese paso. Todo iba como muy de la mano. No hacía falta forzar nada. Estaba ahí. Además, yo siempre había querido hacer un western y, entonces, el tema era: "¿Qué historia me puede ofrecer la oportunidad de hacer una historia inscrita en este género?". Pero, de todos modos, esta es una historia de personajes. De personajes y de incomunicación, que es algo que nos parece muy actual. Escuchar es algo muy necesario. El problema de Anselmo, el protagonista del film, el personaje de Asier Etxeandía, es que no tiene esa capacidad por algo que sucede en la película, y empiezan a aflorar sus miedos, su incapacidad para entender a los demás, y acaba convirtiendo a amigos en enemigos y a enemigos en nada. Entonces, sobre todo lo que buscábamos era una historia de personajes, de personas con sus circunstancias. Que en la productora es lo que nos gusta y los que nos interesa. Luego, lo arropamos con los paisajes, con un diseño de sonido maravilloso. Pero los personajes y sus circunstancias son la clave de la película. La incomunicación es algo que está muy presente en los conflictos bélicos. En la mayoría de los conflictos bélicos, hay una parte de no escuchar al del lado. Y si no escuchas, no vas a entender, no vas a empatizar, no vas a llegar a ningún lado.
Siguiendo con la Sección Oficial a concurso, el viernes tuvimos la oportunidad de ver la película peruana Los helechos, dirigida por Antolín Prieto. Este film tiene la curiosidad de que nace de una completa improvisación por parte de sus intérpretes que, a partir de la configuración de unos personajes y la definición de unas fuentes de conflicto (que solo conocía parte de los actores), fueron capaces de desarrollar una historia sobre el carácter acomodaticio de los seres humanos y nuestra resistencia a los cambios a pesar de vivir una situación de infelicidad. Los helechos gira en torno a tres matrimonios conviven juntos en un alojamiento rural y la dinámica entre ellos acabará provocando que sus vidas experimenten un giro crucial. Película sencilla y honesta, se trata de un curioso experimento que, no obstante, hubiera necesitado de algo más de dinamismo y de una mejor exposición del contexto en el que se mueven los personajes para que los conflictos que surgen tuvieran más solidez y consistencia ante los espectadores. De todas formas, hay que decir que la película acaba teniendo, en su acabado final, coherencia y pleno sentido, a pesar del método de rodaje e interpretación empleado.
En la rueda de prensa de Los helechos, estuvieron la actriz Nuria Frigola Torrent (en el centro) y el director Antolín Prieto (a la derecha) para hablar de su película. A la izquierda, Fernando Méndez-Leite, habitual (y legendario) moderador de las ruedas de prensa de la Sección Oficial
Dado que la película nace de actuaciones improvisadas y la cámara sigue una pauta muy concreta, preguntamos al director y a su protagonista por esos dos aspectos para que nos explicaran y detallaran cómo fue el rodaje y el desarrollo del proyecto.
CINE ARTE MAGAZINE: Quisiera preguntarle al director sobre la posición de la cámara. Siempre está fija (salvo en algunos momentos, como el de la comida) y creo que eso obedece a una intención muy concreta de cómo abordar la aproximación a los personajes y a sus circunstancias. Por otro lado, el hecho de que fuera una improvisación, ¿cómo se trabajó?
ANTOLÍN PRIETO: Para explicar el tema de los planos, debo decir que yo vengo del campo del documental. Entonces, en función de ello, me interesaba mucho el tema del fuera de campo y los planos fijos ayudaban a trabajar este aspecto. También había una cuestión práctica. Como podíamos trabajar muy pocas jornadas, queríamos realizar un diseño de producción a nivel formal que funcionara bajo ese condicionamiento. Entonces, se trataba de hacer muy pocos planos y que la cámara no solo observara sino que también participara. A mí me gusta pensar la cámara fuera como un amigo más del grupo para que el espectador sintiera que está acompañando privilegiadamente a las personas a las que la cámara está grabando. Desde el punto de vista interpretativo, como era una improvisación, el modo en que era viable que eso adquiriera peso es dejar que se explayaran en el tiempo. Lo que hicimos mucho fue no ensayar antes, sino entrenar, con otros personajes diferentes, para que los actores y el equipo técnico se conocieran y entendieran. Los actores iba a tener al equipo técnico muy encima y tenían que acostumbrarse a ello. El sonidista sufría porque cualquiera, en cualquier momento, podía hablar y había que ver cómo se cubría eso. Había que conseguir que unos y otros avanzaran en la misma dirección. Para lo actoral, se creó un pasado para los personajes. Cuando entrenábamos, entrenábamos el pasado, nunca lo que iba a pasar en la película ni las relaciones que iban a tener en la película.
NURIA FRIGOLA: Existía, evidentemente, una escaleta, que los actores desconocíamos. Nosotros no conocíamos nada de esto, no conocíamos la estructura y había algunas escenas con más marcación que otras. Por ejemplo, las conversaciones entre las chicas eran normalmente libres e improvisación de verdad. En el teatro, llevamos más de diez años con este sistema, lo conocíamos y nos gustaba y nos divertía. En otras escenas, sí había marcación. Nos decían, por ejemplo, que un personaje iba a decir algo y que tú no ibas a contestar nada. O que un personaje iba a sacar determinado tema. Eran unos personajes muy naturalistas y nos íbamos dando "regalos" en el rodaje. Se sacaban datos del personaje que había que recordar para, después, utilizarlos. Por ejemplo, que un personaje seguía el calendario maya. Eso no aparecía al principio y lo fuimos desarrollando y aprovechando, de forma que los personajes iban creciendo con nuestras aportaciones.
En la jornada del viernes, también pudimos ver en la Sección Zonazine la película Ojos negros, de Marta Lallana e Ivet Castelo, que acabó llevándose la Biznaga de Plata de la sección a la mejor película española. Historia de una adolescente cuyos padres están divorciados y que pasa el verano en el pueblo de su abuela materna, este film es un delicado ejercicio contemplativo que va mostrando con sutiles apuntes el proceso de maduración de la protagonista y su paso por ese difuso período en que la adolescencia no acaba de terminar y la juventud aún está pendiente de llegar. Su amistad interrumpida con otra chica que también está de paso por el pueblo termina siendo una especie de catarsis que despertará la conciencia de la protagonista y le hará descubrir las limitaciones y condicionamientos del mundo en que va a tener que vivir.
Cerramos el día con el documental Imborrable, dirigido por Jorge Rivera y producido por Kike Mesa, que parte del proyecto (que se tornó imposible) del cortometraje Un golpe definitivo, rodado en Málaga hace veinte años, dirigido por el realizador de este documental. El rodaje en Cortijo Jurado, lugar de la capital malagueña sobre el que circulan todo tipo de leyendas sobre la existencia en él de fenómenos paranormales, pareció transmitir al corto una especie de maldición, en el que la aparición de todo tipo de problemas (extraña enfermedad de un niño que intervenía en el film, incendio de una localización, desaparición del protagonista...), culminaron en el borrado accidental de todas las copias del cortometraje que existían en distintos ordenadores y distintos discos duros en distintas localidades, de modo que el corto nunca pudo ser estrenado. Imborrable rememora esta odisea, explicando, en primer lugar, la situación del cine malagueño en los años 90, reconstruye, después, los sucesos en torno al corto y acaba indagando, finalmente, en el concepto de "casa encantada" y aporta varias visiones sobre el tema, que van desde las de aquellos que creen en la existencia de dimensiones que no percibimos hasta las de aquellos que piensan que la física cuántica puede dar explicaciones a fenómenos de este tipo. Narrado con gran agilidad, Imborrable acaba siendo un viaje fascinante que, partiendo de la anécdota (en este caso, el rodaje fallido de un corto), llega hasta categorías de gran hondura, sirviendo para que el espectador entre esperando unas respuestas y salga de la sala de proyección con muchas más preguntas pendientes de dilucidar. En definitiva, un broche imprescindible para una jornada llena de tensión cinematográfica.
El director Jorge Rivera (a la izqda.) y el productor Kike Mesa (productor) estuvieron en la presentación del documental Imborrable
DÍA 9: De un clímax de delirio
Y llegamos a la jornada final. La película de clausura nos decepcionó y tuvimos que recuperar en las sesiones de la tarde alguna película que nos permitiera cerrar el Festival con un buen sabor de boca.
Si el Festival empezó con una película protagonizada por Dani Rovira, el popular actor y humorista volvía a encabezar el reparto del título de clausura. Los Japón, dirigida por Álvaro Díaz Lorenzo, parte de un hecho histórico real: la presencia en la localidad sevillana de Coria del Río y en su comarca de numerosos descendientes de japoneses que decidieron quedarse en el pueblo en 1614 tras llegar a nuestro país formando parte de la denominada "embajada Keicho". A partir de este dato real, el guion de la película de clausura imagina que, tras el fallecimiento del emperador de Japón, el único heredero vivo es uno de los descendientes de esos japoneses que eligieron permanecer en Coria, el cual resulta ser, precisamente, el personaje interpretado por Dani Rovira.
De izquierda a derecha, Ryo Matsumoto, Dani Rovira, Mercedes Gamero (productora), Álvaro Díaz Lorenzo, María León y Antonio Dechent, durante la rueda de prensa de Los Japón
Realmente, el argumento de Los Japón no es nada original y ya se pudo ver, solo que aplicado al trono del Reino Unido, en Rafi, un rey de peso (1991) de David S. Ward, película protagonizada por John Goodman, Peter O'Toole y John Hurt. De hecho, hasta los desenlaces de ambos films coinciden en su punto más importante. Y, a partir de ahí, aparte de mencionar la gran interpretación de Antonio Dechent, algo habitual en el actor, poco más se puede decir de Los Japón, una película sin más pretensiones que llevar mucho público a la taquilla a base de encadenar chistes que surgen de su descabellado punto de partida. De este modo, si esta película es recordada por algún motivo podría ser únicamente por su recaudación (si logra una cifra elevada) pero no por ninguna otra cosa, ya que, desde el punto de vista cinematográfico, nada hay que destacar en ella.
Finalmente, el sábado recuperamos uno de los títulos que no pudimos ver en las jornadas anteriores, el cual fue O grande circo mistico del brasileño Carlos Diegues, producción entre Brasil, Portugal y Francia (como dato curioso, hay que decir que Vincent Cassel forma parte del reparto), que es una curiosísima muestra de fantastique que fue todo un acierto incluir en la Sección Oficial del certamen. Carlos Diegues es un cineasta que formó parte del llamado Cinema Novo brasileño, corriente de la que también formaron parte Glauber Rocha, Nelson Pereira dos Santos, Joaquim Pedro de Andrade y Paulo Cezar Saraceni, entre otros. En O grande circo mistico, Diegues traza un retrato, lírico, mágico e hipnótico, de varias generaciones de una saga que regenta el circo que da título a la película. Plagada de elementos fantásticos, eróticos y surrealistas, combinados con situaciones plenamente reales y realistas, el resultado final es un film fascinante por su factura visual y por el poder fabulador de las historias que va encadenando, encerrando probablemente una sutil moraleja sobre la capacidad de la vida y el mundo para sobrevivir, reciclarse y dar paso a nuevos ciclos y etapas.
Con este film, se cerró para nosotros el visionado de películas en el 22º Festival de Málaga.
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Antes de reproducir el palmarés completo del certamen, vamos a hacer un balance final de esta edición del Festival de Málaga. En primer lugar, de forma visual, reproduciendo los carteles de los doce largometrajes de ficción que más me gustaron de los que vi.
En segundo lugar, haciendo una valoración del nivel de esta edición que, siento decirlo, ha sido el más bajo desde que empecé a cubrir el Festival allá por 2012. En la Sección Oficial, ha habido muchísimas películas (casi la mitad de las proyectadas) que no tenían que haberse incluida en ella, dándose la paradoja de que la misma se ha recargado hasta llegar a superar la veintena de títulos, haciendo dificilísimo su seguimiento y eclipsando el contenido de otras secciones como Zonazine (que este año ha tenido un nivel excelente) o Sección Oficial de Documentales. Un Festival que quiere acrecentar su prestigio no puede elegir las películas de apertura o clausura que ha proyectado. Es cierto que el motivo de que hayan sido estas dos películas proviene de la más que posible presión de grandes compañías de la industria que, a su vez, son patrocinadoras del Festival pero hay que saber mirar con un poquito más de profundidad y visión las cosas y comprender que dañar el prestigio del certamen no beneficia a nadie sino, tal vez (y puede ser que ni tan siquiera eso), solo a unos pocos. Para años futuros, el Festival tiene que racionalizar sus secciones, adecuar su oferta a los recursos disponibles, depurar los criterios de selección y seguir avanzando en la senda que, en los dos años anteriores, el certamen había emprendido. Este año, por diversos motivos, ha significado un preocupante paso atrás que esperamos solo sea un bache temporal en la trayectoria de crecimiento que el Festival había iniciado. Creo que el decirlo con claridad es el mejor favor que se le puede hacer al certamen.
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Momento de la lectura del palmarés de 22º Festival de Málaga (Fotografía: Álex Zea)
SECCIÓN OFICIAL DE LARGOMETRAJES A CONCURSO:
Premios del Jurado Oficial
BIZNAGA DE ORO A LA MEJOR PELÍCULA ESPAÑOLA: Els dies que vindran (Los días que vendrán) de Carlos Marques-Marcet.
Cartel de la película ganadora y fotos de José Manuel Cruz, director de Cine Arte Magazine con David Verdaguer, María Rodríguez Soto y Carlos Marques-Marcet, protagonistas y director de la película, respectivamente.
BIZNAGA DE ORO A LA MEJOR PELÍCULA IBEROAMERICANA: Las niñas bien de Alejandra Márquez Abella.
BIZNAGA DE PLATA PREMIO ESPECIAL DEL JURADO: Esto no es Berlín de Hari Sama.
José Manuel Cruz, director de Cine Arte Magazine, entre Hari Sama y Xabiani Ponce de León, director y protagonista de Esto no es Berlín
BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR DIRECCIÓN: Carlos Marques-Marcet, por Els dies que vindran (Los días que vendrán).
BIZNAGA DE PLATA ‘HOTEL AC MÁLAGA PALACIO’ A LA MEJOR ACTRIZ: María Rodríguez Soto por Els dies que vindran (Los días que vendrán).
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR ACTOR: Óscar Martínez, por Yo, mi mujer y mi mujer muerta.
José Manuel Cruz, director de Cine Arte Magazine, con Oscar Martínez, ganador del premio a la mejor interpretación masculina de la Sección Oficial
BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR ACTRIZ DE REPARTO: Ex aequo a Carolina Ramírez, por Niña errante y Maggie Civantos por Antes de la quema.
José Manuel Cruz, director de Cine Arte Magazine, con Maggie Civantos, ganadora ex aequo del premio a la mejor actriz de reparto de la Sección Oficial
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR ACTOR DE REPARTO: Ex aequo a Quim Gutiérrez, por Litus, y Mauro Sánchez Navarro, por Esto no es Berlín.
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR GUION: Alejandra Márquez Abella, por Las niñas bien.
BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR MÚSICA: Arturo Cardelús, por Buñuel en el laberinto de las tortugas.
BIZNAGA DE PLATA ‘DELUXE’ A LA MEJOR FOTOGRAFÍA: Alfredo Altamirano, por Esto no es Berlín.
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR MONTAJE: Miguel Schverdfinger, por Las niñas bien.
Premios complementarios
BIZNAGA DE PLATA PREMIO ESPECIAL DEL JURADO DE LA CRÍTICA: Esto no es Berlín, de Hari Sama.
BIZNAGA DE PLATA. PREMIO DEL PÚBLICO: Antes de la quema, de Fernando Colomo.
José Manuel Cruz, director de Cine Arte Magazine, con Fernando Colomo, director de Antes de la quema
Premios no oficiales
PREMIO JURADO JOVEN AL MEJOR LARGOMETRAJE DE LA SECCIÓN OFICIAL: Els dies que vindran (Los días que vendrán), de Carlos Marques-Marcet.
PREMIO FEROZ PUERTA OSCURA DE LA ASOCIACIÓN DE INFORMADORES CINEMATOGRÁFICOS DE ESPAÑA AL MEJOR LARGOMETRAJE DE LA SECCIÓN OFICIAL: Buñuel en el laberinto de las tortugas, de Salvador Simó.
PREMIO ASECAN (ASOCIACIÓN DE ESCRITORAS Y ESCRITORES DE CINE DE ANDALUCÍA) A LA MEJOR OPERA PRIMA: Buñuel en el laberinto de las tortugas, de Salvador Simó.
PREMIO SIGNIS (de la Organización Católica Mundial para los Medios de Comunicación): Els dies que vindran (Los días que vendrán), de Carlos Marques-Marcet.
Mención especial: Yo niña, de Natural Arpajou.
SECCIÓN ZONAZINE:
Premios del jurado oficial
BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR PELÍCULA ESPAÑOLA: Ojos negros, de Marta Lallana e Ivet Castelo.
BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR PELÍCULA IBEROAMERICANA: Perro bomba, de Juan Cáceres.
MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO: Sapos, de Baltazar Tokman.
Baltazar Tokman, director de Sapos
BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR DIRECCIÓN: Kyzza Terrazas, por Bayoneta.
BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR ACTRIZ: Aina Clotet, por La filla d’algú (La hija de alguien).
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR ACTOR: Steevens Benjamin, por Perro bomba.
Premios complementarios
BIZNAGA DE PLATA PREMIO DEL PÚBLICO: Perro bomba, de Juan Cáceres.
Premios no oficiales
PREMIO ESCUELAS DE CINE A LA MEJOR PELÍCULA DE ZONAZINE: Bayoneta, de Kyzza Terrazas.
PREMIO MOVISTAR+ A LA MEJOR PELÍCULA DE ZONAZINE: La filla d’algú (La hija de alguien), de Marcel Alcántara, Júlia De Paz Solvas, Sara Fantova, Guillem Gallego, Celia Giraldo, Alejandro Marín, Valentin Moulias, Gerard Vidal, Pol Vidal, Enric Vilageliu y Carlos Villafaina.
SECCIÓN OFICIAL DE DOCUMENTALES
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR DOCUMENTAL: Terra franca, de Leonor Teles.
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR DIRECTOR: Felipe Monroy, por Los fantasmas del Caribe.
MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO: Titixe, de Tania Hernández Velasco.
BIZNAGA DE PLATA PREMIO DEL PÚBLICO (otorgado por el Jurado Joven Documental): Baracoa, de Pablo Briones.
José Manuel Cruz, director de Cine Arte Magazine, con Pablo Briones, director de Baracoa
SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES
1.- SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES DOCUMENTAL
Premios del Jurado Oficial
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR CORTOMETRAJE DOCUMENTAL: Greykey, de Enric Ribes.
MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO: Cuatro y quena, de Thomas Torres.
Premios complementarios
PREMIO DEL PÚBLICO del Jurado Joven Documental: El día de los conectados, de Carles Bosch, Nabil Bellahsene, Sara Racaño, Elvira Gálvez y José M. Restrepo.
2.- SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES DE FICCIÓN.
Premios del Jurado Oficial
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR CORTOMETRAJE DE FICCIÓN: Benidorm 2017, de Claudia Costafreda.
BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR DIRECCIÓN: Eva Saiz por Mujer sin hijo.
José Manuel Cruz, director de Cine Arte Magazine, con Eva Saiz, directora de Mujer sin hijo
BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR ACTRIZ: Ex aequo a Elena Martín, por Suc de síndria, y Yolanda Ramos, por Benidorm 2017.
José Manuel Cruz, director de Cine Arte Magazine, con Elena Martín, ganadora ex aequo del premio a la mejor interpretación femenina de cortometraje
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR ACTOR: Berner Maynés, por Después, también.
Premios complementarios
PREMIO DEL PÚBLICO: Mujer sin hijo, de Eva Saiz.
3.- SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES ANIMAZINE.
Premios del Jurado Oficial
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR CORTOMETRAJE: Viacruxis, de Ignasi López.
Premios complementarios
PREMIO DEL PÚBLICO AL MEJOR CORTOMETRAJE ANIMAZINE: La noria, de Carlos Baena.
4.- SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES MÁLAGA.
Premios del Jurado Oficial
PREMIO AL MEJOR CORTOMETRAJE DE FICCIÓN: Nacho no conduce, de Alejandro Marín.
PREMIO AL MEJOR CORTOMETRAJE DOCUMENTAL, DE ANIMACIÓN O EXPERIMENTACIÓN: Victoria, de Alejandra Perea Martín.
Premios complementarios
PREMIO DEL PÚBLICO AL MEJOR CORTOMETRAJE MÁLAGA: Imborrables, de Chiky Manzanares.
PREMIOS SECCIÓN ‘AFIRMANDO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES’
PRIMER PREMIO BIZNAGA DE PLATA AFIRMANDO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES: Moonface, una mujer en la guerra, de Xavi Herrero y Christine Spengler.
PREMIO ESPECIAL BIZNAGA DE PLATA AFIRMANDO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES: Benvidas Ao Club, de Carmen PG Granxeiro.
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR DOCUMENTAL MUESTRA DE CINE MUJERES EN ESCENA: Entre la tierra y el canto, de Ana L’homme.
BIZNAGA DE PLATA MÁLAGA MUJERES EN ESCENA (al mejor trabajo realizado por una mujer nacida o residente en Málaga): Ex aequo a:
* Marta M. Mata, por Diez y nueve. Autorretrato con herida.
* Paloma Peñarrubia, por Bajo la piel del lobo.
BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR TRABAJO DE FICCIÓN MUESTRA DE CINE MUJERES EN ESCENA 2018: Calamity, de Séverine de Streyker y Máxime Feyers.
MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO: Porteadoras. Las esclavas del sur, de Amparo Climent.
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