LAS PELÍCULAS HEROICAS (V). JULIO RABADÁN: LA PASIÓN DE CREAR, LA PASIÓN DE ENSEÑAR.



Julio Rabadán camina junto a la tapia que bordea el Instituto de Educación Secundaria Isaac Albéniz de Málaga, un lugar clave de su trayectoria profesional


En nuestro recorrido por aquellas figuras que, superando todos los obstáculos posibles, logran canalizar su pasión por el cine y acaban realizando películas y llegando, incluso, a tener una filmografía relativamente amplia, continuamos en Málaga y hablamos con Julio Rabadán. El perfil de Julio Rabadán es diverso, variopinto y rico en todo tipo de experiencias culturales. Pero, aparte de haber desplegado su instinto creativo en numerosos campos y disciplinas, merece la pena destacar su experiencia como profesor en el IES Isaac Albéniz de Málaga, donde logró implantar la asignatura de cine en la ESO, un logro verdaderamente excepcional y que, tras su jubilación como docente, sigue plenamente vivo, como hemos tenido la ocasión de comprobar. Si leen esta entrevista, conocerán muchos detalles de la edad de oro del pop-rock sevillano, descubrirán a un creador verdaderamente singular y comprobarán cómo es posible crear una cantera de futuros cineastas, lo cual es el mejor camino para que nuestro séptimo arte avance y se desarrolle.



Julio Rabadán nos habla de su amplio recorrido vital, creativo y docente

CINE ARTE MAGAZINE: Hola, Julio. Tu recorrido vital señala una personalidad muy inquieta y preocupada por múltiples disciplinas creativas. Por ejemplo, con cinco años, tu principal interés estaba en la pintura.

JULIO RABADÁN: Sí, yo, de niño, lo mío era pintar. Y, efectivamente, yo sigo todos mis estudios normales y tal... Y cuando en Sevilla empieza todo ese movimiento que se llamó “hippie” (ahí estaban todos los grupos que coincidieron en esos años, por ejemplo, Smash), aunque a mí me atraía y me gustaba la música mucho, yo no era músico. Pero como yo iba con Gualberto (miembro de Smash) y todos los grandes músicos de la época, que eran amigos míos, lo que yo hacía era dibujarlos, haciendo apuntes de ellos mientras tocaban. Es una lástima que todos ellos los haya perdido, lástima, pero, claro, en aquellos tiempos uno no echa cuenta a esas cosas. Pero, entonces, Gualberto me decía a lo mejor: “¡Oye, mira! Siéntate a la batería que estoy probando una cosa. Haz esto y lo otro”. Yo le acompañaba y, así, en cierto modo, me fue metiendo el veneno. Después, en una cierta ocasión, tras escuchar mucho a Bob Dylan, me empezó a atraer la armónica. Y me convertí en armonicista. Entonces, llamé la atención de Julio Matito (también miembro de Smash) e íbamos a un parque a tocar. Así que me metí de lleno en la música. Porque como, además, se me daba bien. Y eso coincidió con unos años en los que yo entré en la Escuela de Bellas Artes, me salí (para desesperación de mis padres, que querían que yo tuviera una carrera) y hubo una movida porque Smash se fue a Madrid… Y, claro, yo, realmente, no pertenecía al grupo, sino que yo solo tocaba con gente y tal (aunque después formé un grupo que se llamaba Piedra). Entonces, decidí volver a estudiar y entré en Historia del Arte. En la facultad, conocí a más gente relacionada con la música y formé otro grupo donde tocábamos blues.

CINE ARTE MAGAZINE: Esa época de la que hablas tiene que ser 1975-1976, ¿no?

JULIO RABADÁN: Sí, sí, acababa de morir Franco. De todos modos, hay un lapso de tiempo en todo esto que acabo de contar y que no he mencionado. Yo, un verano, me fui a Madrid, a trabajar con Javier García-Pelayo (en esa época, manager de Smash) , en un piso que tenían allí. Y ocurrió una cosa en Sevilla: hicieron una redada a una célula trotskista y por ahí aparece mi nombre. En aquellos tiempos, la policía política no se andaba con chiquitas y yo lo sabía, a pesar de que yo no era comunista ni nunca lo he sido. Entonces, como yo tenía un pasaporte, que me había sacado por si las moscas, así de claro, me fui a Alemania. Yo estuve allí dos años exiliado. Volví y, entonces, terminé la carrera. Tras estar tocando dos años de bajista con Silvio en el grupo Silvio y Luzbel (antes de que entrara Pive Amador) y también con Carlos Cepeda en el grupo Entresuelos,  como vi que la cosa estaba un poco muerta, y la enseñanza era algo que me gustaba, me saqué las oposiciones de profesor de música y me vine para Málaga. Llegué con la idea de estar un par de años y volverme después a Sevilla. Pero aquí me he quedado. Porque como Málaga es una ciudad estupenda y, además, hubo toda una serie de circunstancias personales…



De izquierda a derecha y de arriba abajo: Smash, Entresuelos, portada del álbum Al este del Edén de Silvio y Luzbel, foto del grupo, y Triana, todos ellos representantes de la Edad de Oro del pop-rock sevillano.


CINE ARTE MAGAZINE: Ese momento que vivió la ciudad de Sevilla pasó y ya no ha vuelto a darse un momento como ese. Parecía que había habido una eclosión de algo diferente y, de repente, desapareció para no volver. O no sé si, con el paso del tiempo, lo hemos magnificado…

JULIO RABADÁN: No, no, hubo un gran movimiento…

CINE ARTE MAGAZINE: Es decir, fue algo real…

JULIO RABADÁN: Sí, sí… Además éramos todos colegas, amigos, todos con los pelos largos, creábamos un ambiente que, para la época, era revolucionario. La gente nos insultaba por las calles. Las redadas de la policía, como si fuéramos criminales, eran constantes. Pero, sobre todo, hubo una explosión en lo que es estrictamente arte, sobre todo musical. Aunque también hubo en otros campos como en la pintura, aunque va por otra vía…

CINE ARTE MAGAZINE: ¿Por qué crees que ese momento que vivió Sevilla entre finales de los 60 y principios de los 80 no tuvo continuidad en el futuro?

JULIO RABADÁN: En parte, porque se produce siempre un cansancio. En parte, porque se produce, en cierto modo, la búsqueda de una nueva generación que no aparece. Y porque cuando los de la generación anterior son tan grandes (ahí están Gualberto, Jesús de la Rosa, líder de Triana …), eso empequeñece a los que vienen detrás. No se atrevían ni a tocar con ellos. A pesar de que, a partir de esos años, es mucho más fácil grabar porque, al menos, estaban los magnetófonos… En toda esa explosión que hubo, fue fundamental la figura de Gonzalo García Pelayo. Gonzalo fue el que proporcionó la inyección de la producción musical. Y date cuenta de una cosa: esa fue la época en que él empezó a hacer cine con Manuela, con Vivir en Sevilla, con Intercambio de parejas frente al mar, con Corridas de alegría… Y, luego, él también cortó con eso. Entró, entonces, en el mundo de la radio, siguió con la producción musical, se dedicó a hacer quebrar a los casinos (que hay que tener coco para eso)… Hasta ahora, que ha vuelto nuevamente a hacer películas.

CINE ARTE MAGAZINE: Se dice que la “movida madrileña”, como fecha un poco simbólica, acabó el 17 de diciembre de 1983, cuando se produce el incendio de la discoteca Alcalá 20. La que podríamos denominar “movida sevillana”, ¿acabó el 14 de octubre de 1983, fecha en que muere Jesús de la Rosa?

JULIO RABADÁN: Cuando muere Jesús, la “movida sevillana” ya había muerto. Lo que ocurre es que Jesús de la Rosa fue un balón de oxígeno. Porque él y su banda, Triana, tiraron por un camino, el de la fusión con el flamenco, que ya lo había iniciado Smash y otros grupos. Pero, antes que eso, Gualberto se va a Norteamérica, por cansancio y porque los integrantes de Smash siempre han sido unos músicos muy auténticos. En el sentido de que, precisamente, un disco como El garrotín, era para ellos como si se hubieran vendido porque ese no era su rollo. Fíjate. Tenían esa cosa por dentro. Y fue cuando la banda desapareció. Porque, aunque estaban también Julio Matito,  Henrik Liebgott, Antonio Rodríguez y Manuel Molina, Gualberto, queramos o no, era un pilar fundamental. Julio Matito se relaciona con el PSOE, hizo una cosa que se llamaba “Julio Matito y la cooperativa”, tenía una maqueta en inglés y español para la que yo le grabé alguna cosilla de teclados, pero, por el hastío que siente, se embarca y desaparece del mapa. Y, cuando vuelve, va a casa de Gualberto, que precisamente estaba yo allí con él, y es cuando lanza la idea de volver a reunir a Smash. Se van a Barcelona y es cuando viene la catástrofe. Julio se quedó un par de días más allí y es cuando se mata en un accidente de automóvil. Entonces, es cuando Gualberto siguió su propio camino en solitario. Entonces, no hubo un relevo generacional que continuara con todo ese movimiento. Había algunos grupos, algunas cosillas, se le volvió a dar auge a Silvio pero, claro, Silvio era un gran músico pero tenía un gran problema, que era la bebida. Eso sí, el día que Silvio estaba bien, yo no he tocado nunca con un músico mejor que él: en el escenario, desprendía una energía y una fuerza irrepetibles. Era un genio. Además, era muy imaginativo, tenía una labia increíble, muy ingenioso y, cualquiera que hablara con él, no sabía si estaba hablando en serio o de cachondeo.



Julio Rabadán vivió sus primeros años en Sevilla, donde conoció el momento más importante del pop-rock de la ciudad. Posteriormente, se trasladó a Málaga como profesor, habiendo tenido una importante actividad creativa y docente.


CINE ARTE MAGAZINE: En Sevilla, están los orígenes de tu interés por el mundo del cine y de la imagen, ¿no?

JULIO RABADÁN: A mí siempre me gustó la fotografía. Yo siempre iba con una cámara haciendo fotos. También me regalaron una cámara de Super-8, lo que pasaba es que eso era carísimo. Una película de tres minutos costaba, en aquella época, ochocientas o mil pesetas, lo cual, en aquel tiempo, suponía un coste tremendo, era un pastón. Hacía una peliculita de higos a brevas pero, de todos modos, me fui familiarizando con el tema de la imagen.

CINE ARTE MAGAZINE: Una vez instalado en Málaga, ¿a qué te dedicaste?

JULIO RABADÁN: Empecé haciendo música para gente de teatro, seguí con la fotografía y el vídeo, hice alguna cosa, algún reportaje, pero aún no me acabé de lanzar. Entonces, empecé a trabajar con el cineasta Pablo Cantos, incluso estuve elaborando con él guiones e hicimos algunas cosas juntos. Después, Pablo Cantos despegó, entró de lleno en el mundo del cine y la verdad es que tuvimos algunos roces tontos… Con Pablo, hice dos o tres cortos vamos a llamarlos caseros y, después, realicé con él el corto documental Tientos y sayonaras (2006), que fue un corto absolutamente profesional, con producción de Dexiderius Producciones Audiovisuales y MLK Producciones, una productora de Madrid y otra de Málaga. Y, además, con la participación de Enrique Cerezo.

CINE ARTE MAGAZINE: ¿Qué funciones realizaste en Tientos y sayonaras?

JULIO RABADÁN: Ya en aquella época yo tenía un equipo profesional de imagen y sonido y yo hice la música para el corto. Aparte del compositor, fui el músico, ya que no había presupuesto para pagar músicos. El único músico que hubo fue Santiago González Muñoz, que tocó el tema que daba título al corto, Tientos y sayonaras.



Diversos momentos de Tientos y sayonaras, un corto documental sobre los flamencos que marcharon a Japón para actuar y desplegar su arte. Abajo, a la derecha, Santiago González Muñoz, músico que interpretó el tema que daba título al corto. En este enlace, pueden verlo completo: https://vimeo.com/95123787


CINE ARTE MAGAZINE: ¿Así fue cómo empezaste a hacer películas?

JULIO RABADÁN: Bueno, no exactamente. Yo tenía varias ideas. Quería hacer un documental y se lo dije a Pablo para que él fuera el director. Y me dijo Pablo: “Tío, hazlo tú. Si tú sabes de cine tanto como yo. Yo te echo una mano pero que lo lleves tú para delante”. Pero yo, entonces, no me lancé. Fue justo después cuando empecé por mi cuenta haciendo pequeñas cosas, básicamente video-arte. Por ejemplo, de ese momento es Carpe Diem. Tengo bastantes cosas hechas con vídeo. Hice un corto titulado El trabajillo. Es, prácticamente, un monólogo de alguien que está esperando en un portal, que no tenía trabajo y que, parece ser, ha encontrado un “trabajillo”. Luego, la historia tendrá un desenlace inesperado. Después, hice un documental sobre grafiteros, que se titulaba Grafiteros: ¿Arte libre o clandestino?. Ese pude hacerlo porque conocí a un reportero videográfico inglés que se había afincado en Málaga y, al necesitar música para muchas de sus cosas, pues contactó conmigo. Pero, claro, como era nuevo aquí y necesitaba gente, yo a veces le llevaba el sonido, le llevaba la cámara, le hacía de intérprete… Estuve trabajando con él tres o cuatro años. Hice con él un reportaje que me impresionó mucho y que me da mucho coraje no tenerlo y que trataba sobre la fosa común de tiempos de la Guerra Civil que había en el Cementerio de San Rafael. A mí me impactó mucho estar en esa fosa y hablar con los familiares. Fue así como este reportero rodó conmigo ese documental sobre grafiteros e hizo de cámara y de producción, ya que aportó todo el equipo. El documental mostraba a los chavales pintando por las calles y contando sus experiencias. Después, contacté con dos grafiteros, uno de ellos no pudo pero, al final, pude hacerlo con Belin de Linares, que es, ahora mismo, uno de los grafiteros más importantes del mundo y que ahora está en Nueva York, en Tokyo… Ellos ya hablaban ya de llamarse no grafiteros sino muralistas, para distanciarse de los grafiteros digamos más rebeldes. Hablaban sobre el tema de pintar los trenes, que, para ellos, era un reto. Alguno me confesó que sí lo hacía por el subidón de adrenalina que tenían con ello. Intenté rodar alguna experiencia de ese tipo en Sevilla pero, claro: ¿cómo ruedas de forma clandestina a unos clandestinos? Y no entramos en eso. Al final, los pillaron, en Santa Justa o por ahí cerca. Ya después, en el último Instituto que estuve (en el IES Isaac Albéniz de Málaga), surgió un tema del que me siento muy satisfecho, no por mí, sino por lo que significa para la Secundaria la asignatura que empecé a impartir…

CINE ARTE MAGAZINE: Sí, porque tú, además de profesor de música, eres profesor de cine.

JULIO RABADÁN: Efectivamente. Como te he dicho, estaba en el Instituto Isaac Albéniz y yo tenía una idea y era con chavales. Un año llegó un profesor de Historia a quien también le gustaba mucho el cine y, entonces, fue cuando esa idea se pudo hacer realidad y rodamos un cortometraje de unos 25-30 minutos con los alumnos del Instituto. Se tituló Las gafas y facilitó el hacerla que siempre hubiera un narrador a lo largo de todo el metraje. Detrás de este, hice otro que es también una historia de adolescentes, que es Ofelia. Hay cuatro chicas, con una de las madres (que, por cierto, era profesora de Lengua en el Instituto) y otro profesor que también salía en Las gafas. Trata de una chica que ya tiene 18 años a la que la madre la trata con gran rigidez porque es madre soltera y ve a su hija como un fruto del pecado. Esa rigidez lleva a que la chica se agobie y acabe encontrando una salida un poco peculiar que acaba teniendo un giro dramático. Esta película se proyectó en el Instituto, en el Ateneo de Málaga, también en El Matadero de Madrid, donde se han proyectado varias cosas mías, y en PTV Televisión.



Imágenes de Ofelia. Pueden ver tráiler del film en el siguiente enlace: https://vimeo.com/68432513


CINE ARTE MAGAZINE: Después, diriges Némesis.

JULIO RABADÁN: Némesis es un largometraje y también es una historia de dos mujeres, dos amigas íntimas, una que es muy extrovertida y otra, que tiene una hija, que es más reservada. Un día, de vuelta de una fiesta, una de ellas muere tras un intento de violación. Los causantes del hecho salen absueltos en el juicio por falta de pruebas y la amiga de la víctima se obsesiona, entonces, con el tema de la venganza y se convierte en una justiciera. Al principio, a esta película le puse un final más optimista y que, durante una proyección, me pareció que justificaba lo que esta persona hacía. Entonces, decidí modificar el desenlace para que no transmitiera esa impresión.



Imágenes de Némesis. Pueden ver tráiler del film en el siguiente enlace: https://vimeo.com/109278770


CINE ARTE MAGAZINE: Como ya hemos hablado, a ti no solo te interesa la ficción sino también el género documental. Por ejemplo, has realizado uno sobre la artista sueca Madeleine Edberg, en el que, aparte de dar a conocer su obra, hay una curiosa reflexión sobre el tiempo, ya que termina pareciendo como si la película estuviera hecha al revés, lo cual, además, hace conectar esta obra con tus Kinogreguerías.

JULIO RABADÁN: Sí, por eso el documental se llama El laberinto del tiempo, porque esta mujer tiene una historia de muchos años como artista, es una artista internacional superconocida y, además, tiene un símbolo que es como una especie de espiral que, en cierta ocasión, yo le pregunté qué significaba y me dijo que estaba relacionada con su concepción del tiempo. Si se ve el documental, es como un viaje en el tiempo por la evolución de España, que empieza con un rebaño de ovejas, que rodé por casualidad mientras estaba rodando a los aviones llegando al aeropuerto de Málaga. Venía yo de rodar y me encontré con un pastor, que llevaba unas tres mil ovejas. Estuve charlando con él y estaba yo con la cámara y tomé algunos planos del rebaño (porque pensé que me podían servir para el futuro como planos de recurso) y, en ese momento, oigo el ruido y veo que un avión está llegando, de tal modo que una imagen y otro acabaron estando juntos en la misma escena. Ese avión que llega terminó representando al avión con que Madeleine Edberg llegó a España. Entonces, entra el NODO y las cosas de esa época…



Imágenes del documental Madeleine Edberg: El laberinto del tiempo. Pueden ver el documental completo en este enlace: https://vimeo.com/211223208


CINE ARTE MAGAZINE: También tienes otro documental sobre el escultor e imaginero Juan Vega.

JULIO RABADÁN: Ese fue otro documental que también surgió por casualidad. Un día, paseando con una amiga, vi su estudio, le pedimos permiso para entrar, estuvimos viendo y yo me di cuenta que, para lo joven que él era (ahora tiene unos 38 años), aquello ya tenía un nivel muy alto. No es que vieras imágenes de Cristo o de la Virgen, sino que veías hombres y mujeres sufriendo. Le propuse hacer un documental, aceptó y, al final, estuve un año rodando con él. Ahora, precisamente, estoy preparando otro documental sobre Suso de Marcos, que fue profesor de Juan y que es uno de los escultores e imagineros más importantes que existen actualmente. Y, además, tengo otro en mente sobre los músicos de rock que estuvieron en Málaga en los años 60, en la época del boom de la Costa del Sol.



Imágenes del documental de Julio Rabadán sobre el escultor Juan Vega. Pueden ver el documental completo en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=Ak6hVtKBIjk


CINE ARTE MAGAZINE: Para ir concluyendo con tu filmografía, te pregunto por tus Kinogreguerías. ¿Cómo enfocamos estos peculiares videoclips?

JULIO RABADÁN: Las Kinogreguerías las voy a repasar. Fueron esas imágenes que a veces ruedo como planos de recursos pero que me acabaron sugiriendo algo muy diferente a lo que era su intención original. Por ejemplo, en la primera que rodé se ve una panorámica de Málaga, que estaba haciendo para una de mis películas, y, de repente, mientras estaba rodándola, vi que encima de mí había una bandada enorme de gaviotas. Yo me dije: “Pero, esto, ¿qué es?”. Entonces, tal como las vi, enfoqué la cámara hacia arriba. Era una reunión enorme de gaviotas, como si fuera una congregación donde estaban dirimiendo algo. Era muy rara toda esa masa, con un enorme revuelo, que parece que se van a pelear pero no. Hay otro que rodé en Sevilla. Estaba yo en la Plaza del Salvador, en el patio interior de la iglesia, en un callejón que daba a la Plaza del Pan, estaba yo con la cámara y dejé que grabara desde esa perspectiva a la gente que estaba pasando. Después, pues a esas imágenes les escribo un texto, una especie de haiku. Son minicortos. De todos modos, hay algunos a los que me gustaría manipular más las imágenes.

CINE ARTE MAGAZINE: Lo último que has hecho es La caverna, un experimento audiovisual muy interesante. Cuéntanos en qué consiste.

JULIO RABADÁN: Yo, en principio, fui rodando algunos de los fragmentos de esta película como cortometrajes, en los cuales, en uno de ellos, aparece el actor Miguel Guardiola. La caverna era, en su origen, un conjunto de diez o doce historias, todas ellas extrañas o surrealistas, que no tienen más nexos en común entre ellas que son diálogos sin escenario (los personajes están siempre en un útero o en una oscuridad), cada uno protagonizado por un actor que habla con su doble (él mismo) y en los que se enfrentan a su otro yo, a sus miedos, a sus neuras… Como película, ya refundida, es la historia de un guionista que va a ver al productor y cuando este empieza a ver la historia le dice que no tiene nada que ver con lo que se entiende que es una película típica (no habla ni de amores, ni de guerras…). Entonces, entre ellos empieza a haber una conversación sobre lo que es el cine, sobre lo que es el cine, sobre lo que es el arte, sobre lo que no es el arte, sobre lo que el público demanda… Así es como el director empieza a leer las historias y vamos entrando en cada una de ellas. Al final, todos los diálogos que hemos estado viendo en la “caverna” es la lectura del guion de la película que el director ha preparado.  Entonces, todo ello me sirve como medio para filosofar sobre todos los problemas a los que se enfrenta un director a la hora de hacer una película y sobre el sentido de lo que es o no es el arte.



Imágenes de La caverna. Arriba a la derecha, fragmento en que interviene el actor Miguel Guardiola. Pueden ver fragmentos del film en el siguiente enlace: https://vimeo.com/177371380


Julio Rabadán camina junto a la tapia que bordea el IES Isaac Albéniz

CINE ARTE MAGAZINE: Algo que hay que tratar como un aspecto muy importante de tu relación con el cine es tu experiencia en el IES Isaac Albéniz. Cuéntanos de qué se trata.

JULIO RABADÁN: Yo era profesor de música pero, como esa asignatura se quitó en 3º de ESO, el director, a quien también le gustaba mucho el cine, me propuso que ideara una alternativa para sustituirla. Lo primero que pensé fue poner clases de guitarra pero no salió por un alumno, ya que, el primer año, hace falta un mínimo de doce para poder implantarla. Pero como había hecho ya Las gafas, el director me dijo: “¿Por qué no diseñas una asignatura de cine?”. Entonces, hice la programación y todo. Y la asignatura fue un éxito total. Los chavales entraron muy bien en ese rollo. Y la asignatura sigue ahí. Lleva ya seis años. Es decir, está saliendo toda una generación de gente estupenda. Hacemos lo que podemos con los recursos que disponemos pera damos la asignatura en dos cursos (3º y 4º de ESO), estaba conmigo de quien te he hablado, que era profesor de Historia, nos repartimos la asignatura, porque llegó a haber hasta tres y cuatro grupos de cine, y ha salido de ahí gente muy interesada en el tema y que se han metido un poco por esa onda.


Julio Rabadán nos llevó a presenciar una de las clases de la asignatura de cine en el IES Isaac Albéniz. El profesor Enrique Sánchez Martínez ha tomado su relevo

JULIO RABADÁN: A raíz de esto, también hicimos un festival de cortos. El primer año, fue internacional, pensando que solo nos iba a llegar tres o cuatro películas. Y, al final, nos llegaron películas de todos lados, de Japón, de Malasia… Nos quedamos alucinando. Lo llevábamos entre el director, el profesor de Historia y yo. El director era quien se ocupaba de hablar con unos y otros. Tuvimos un Premio RTVA, el Premio de la Mujer… El segundo año tuvimos que quitar lo de “internacional” para poder tener un número manejable de cortos. Tuvimos una sección nacional, una sección andaluza, una sección escolar para chicos andaluces y una sección escolar para Málaga. De treinta minutos de duración, tuvimos que dejarla en quince. Yo me pasaba todas las vacaciones de Navidad viendo cortos… Hicimos tres ediciones, entre 2012 y 2014. En definitiva, el IES Isaac Albéniz es el único instituto de secundaria de Andalucía, por no decir de toda España (porque me han llamado de Galicia y otros sitios para ver cómo yo monté la asignatura, porque esa asignatura no existe), donde se imparte cine. Y tengo que decir que al aula de cine le han puesto mi nombre.  Y, aunque yo me he jubilado, la asignatura sigue porque tanto la Delegación como la Inspección dicen que tiene que estar porque es interesante porque es una cosa que se demanda mucho, ya que es una formación en el área audiovisual.


Julio Rabadán nos enseña el salón de actos del IES Isaac Albéniz, lugar donde se celebraba el Festival de Cortometrajes y nos muestra los carteles de los distintos certámenes


CINE ARTE MAGAZINE: Hacer cine en Málaga y en Andalucía no es fácil. ¿Cómo consigues mantener ese entusiasmo que tienes para estar encadenando constantemente un proyecto detrás de otro?

JULIO RABADÁN: Es que esa es mi vida. Yo creo que es una cosa vital. Yo, sin eso, no sería nada. De todos modos, hay otros aspectos que también me interesan. Hace tres o cuatro años que no pinto pero el otro día compré pinturas. Quiero retomarlo. Porque el cine absorbe mucho. Yo escribo las historias. Lo preparo todo. Hago yo el montaje y la manipulación de las imágenes. Compongo yo la música.

CINE ARTE MAGAZINE: Es una cuestión de ser un temperamento creativo…

JULIO RABADÁN: Sí, puede ser. Puede ser por llevar muchos años alrededor del arte, sea en una cosa u otra. Hay quien me ha definido como una persona renacentista porque yo le doy a muchos palos. Pero tampoco lo he buscado. Lo cierto es que también tengo un ensayo sobre música andalusí. Igualmente, acabo de publicar un libro, junto a Auxiliadora Toro, Minimaquias, es una sátira, que empezó siendo un guion pero, como era del mundo romano, acabamos haciendo una obra de teatro.

Como ven, la trayectoria de Julio Rabadán es de todo menos aburrida. Ha abordado con pasión múltiples campos creativos y ha montado una asignatura de cine que puede servir de ejemplo a otros muchos institutos de nuestro país. Nos despedimos de él no sin antes hacernos una sorprendente revelación musical que quizás podamos ver en un documental próximo y contándonos nuevos proyectos que seguro que Julio es capaz de llevar a cabo. E igualmente seguro es que aquí daremos noticia de ellos.




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