LAS PELÍCULAS HEROICAS (II). JUAN PINZÁS. LA REINVENCIÓN PERMANENTE (Segunda parte)

(Este artículo fue originalmente publicado en la revista digital "Cine Contexto" el 3 de octubre de 2018)

Tras publicar la primera parte de la misma, hoy publicamos la segunda parte de la entrevista con Juan Pinzás, en la que hablamos, entre otros temas, de la adhesión del director al Movimiento Dogma y a la reciente publicación, el pasado 19 de septiembre, del DVD de su última película, El vientre de Europa.


Juan Pinzás, en una imagen de su más reciente film, El vientre de Europa


CINE CONTEXTO: En 1999, se produce el gran giro de tu trayectoria con tu adhesión al movimiento Dogma 95. Antes de entrar en las películas que integran la trilogía de películas que siguen los principios de dicho movimiento, la pregunta es obligada: ¿cuál fue tu motivación para hacer películas que siguieran los principios de este movimiento? ¿Tenías en mente desde el principio hacer una trilogía o su realización final fue fruto de las circunstancias?

JUAN PINZÁS: Tras La leyenda de la doncella, que había sido mi película más compleja, la de mayor envergadura y presupuesto, yo quería volver a un cine sin tantas ataduras y responsabilidad. Me dije, creo que he demostrado que sé hacer cine, lo que se me reconoció incluso a nivel internacional, ahora lo que me apetece y necesito es volver a la libertad que me daban los rodajes de los cortos, sin tantos corsés y presiones, pero aplicado al cine de largometraje. Así que pergeñé el Proyecto Corman del que en su momento se habló bastante y que presenté en el stand del Cine Español en el Festival de Cannes. Acto seguido coincidió, por parte de Lars von Trier y Thomas Vinterberg, el anuncio del Dogma 95 que pronto adquiriría gran resonancia internacional y entonces pensé, si en dos países europeos tan diferentes culturalmente como Dinamarca y España, distintos cineastas coincidimos en la necesidad y prácticamente en las mismas ideas para hacer un nuevo cine de vanguardia, ¿por qué no sumarse? Hablé con los daneses, pero ellos en un principio no veían claro que cineastas de otros países se sumaran al movimiento Dogma 95 danés, pero pasado algún tiempo se dieron cuenta de que tenían que abrir el movimiento a otras cinematografías y se pusieron en contacto conmigo para que me adhiera a la Hermandad Dogma 95 y así fue como juré y firmé el Voto de Castidad del Movimiento. En principio yo no tenía previsto hacer una trilogía, lo que realmente deseaba era rodar películas con mayor libertad, poder improvisar, con presupuestos más bajos, planes de trabajo mucho más abiertos, equipos reducidos, cámara en mano, etc. Y eso estaba, en mi proyecto Corman y también en el Dogma 95. Luego tras el éxito nacional de mi primera película Dogma 95, Erase otra vez (seis meses en cartel en los emblemáticos Cines Alphaville de Madrid o la participación en el Festival de Cine de San Sebastián), e insospechado éxito internacional (representación oficial de España en el Festival de Cine de Moscú y participación en numerosos festivales internacionales como Budapest, Sao Paulo, La Habana, Cartagena de Indias, Santo Domingo, Chicago, Miami, Nueva York, Nápoles, Praga, Atenas, etc.), me di cuenta, tras muchos coloquios y escuchar atentamente a infinidad de personas de diferentes nacionalidades que amaban Érase otra vez, de que tenía que realizar una segunda parte porque era la única forma de responder a sus interrogantes y de cumplir su deseo, una continuación de Érase otra vez. Así nació Días de boda. Y cuando ya estábamos en pleno rodaje de Días de boda, comprendí que sería necesario filmar una tercera película, El desenlace, para concluir la propuesta y cerrar mi trilogía Dogma 95.



El elenco protagonista de Érase otra vez. De arriba abajo y de izqda. a dcha., Monti Castiñeiras, Marcos Orsi, Isabel Vallejo, Víctor Mosqueira, Vicente de Souza, Mara Sánchez y Pilar Saavedra.


CINE CONTEXTO: En las películas de la trilogía (Érase otra vez, Días de boda El desenlace), hay varias constantes que hacen que las mismas tengan gran unidad entre ellas, aparte de la continuidad que existe en la trama y en los personajes que aparecen en unas y otras y salvando las diferencias de enfoque y tratamiento que también están presentes: la frustración de los personajes que ven cómo, a pesar del éxito profesional, sus vidas están muy lejos de sus expectativas cuando eran jóvenes, la ambición enfermiza, las tensiones y las relaciones de poder dentro de los grupos humanos, la sexualidad como mecanismo de huida, la homosexualidad que se oculta, las mentiras dentro de las relaciones personales... ¿Por qué, precisamente, esos temas?

JUAN PINZÁS: Sí, son temas que están presentes en las tres películas y lo están porque me parecían entonces y me siguen pareciendo a día de hoy, muy interesantes para reflejar y definir a los seres humanos de una determinada sociedad, país y época. Son temas comunes a todos los grupos humanos, pero seguramente con diferentes comportamientos y actitudes según la nacionalidad, cultura, idiosincrasia, época, etc. Recuerdo que una conocida periodista cinematográfica española, que hoy sigue todavía en activo y cuyo nombre no cito por si pudiera molestarle, cuando me llamó por teléfono para hacerme una entrevista me dijo: “Acabo de ver Érase otra vez con una amiga en un cine de Barcelona y a ambas nos ha encantado, es un fiel reflejo de nuestra generación, es más, puedo confesarte que nosotras hemos vivido una experiencia muy parecida a la que tú planteas en la película y nos hemos identificado muchísimo con la historia”. Y lo curioso es que Érase otra vez fue perfectamente entendida en todo el mundo y la gente se identificaba con los personajes y situaciones. En el Festival de Cine de Moscú, el éxito fue tanto que tuvieron que programar más proyecciones de las que tenían previstas y en todas se completó el aforo. La gente nos paraba por la calle al equipo que asistimos a Moscú para felicitarnos por una película tan sincera, valiente y necesaria, nos decían.



En Érase otra vez, somos testigos de un complejo puzle de relaciones cruzadas en las que se mezcla la frustración, el desengaño y el ansia insatisfecha de autorrealización


CINE CONTEXTO: Conforme vamos avanzando en la trilogía, los rasgos de humor van desapareciendo y el dolor y la crueldad se hacen más presentes, hasta llegar a ser extremos en El desenlace. ¿A qué se debe esa evolución de la trama?

JUAN PINZÁS: Tras la tempestad, llega la calma. Yo quería cerrar la trilogía con un largo plano –me refiero a la duración del mismo– del rostro de la protagonista  de sosiego, tranquilidad, paz interior, que simbolizase la catarsis que se produce en los personajes y a la vez dejase un poso en el espectador que le hiciera pensar y reflexionar sobre ello. Para conseguirlo, necesitaba que el conflicto estallase antes de forma despiadada y que la crispación de los personajes fuera creciendo hasta resultar extrema e insoportable. De igual modo, el humor irónico iría dando paso a una mayor crueldad en el comportamiento de algunos de los protagonistas, especialmente en el del cineasta Mikel de Garay, que encarna el gran Pepe Sancho. De ahí viene la necesidad de ese plano final, realizado con cámara en mano y zoom, el Dogma 95 no permitía otra cosa, con el que concluyo la película y que lentamente nos va acercando a un primerísimo primer plano del rostro del personaje femenino Andrea Bilbao (Beatriz Rico), pensativa, sosegada, liberada finalmente del gran trauma que le había acompañado desde niña. Yo quería que este plano final fuera como la quintaesencia de los personajes y transmitirlo así al público tras haber visto mi propuesta Dogma 95.



En Días de boda, Monti Castiñeiras repite con su personaje y se convierte en el centro de otro complejo cruce de relaciones. En las imágenes, con Comba Campoy, Miquel Insúa y el recientemente fallecido Ernesto Chao.


CINE CONTEXTO: Hay algo que me llama la atención en las tres películas. Hay una serie de personajes que repiten, como el escritor, Rosendo (interpretado en las dos primeras por Monti Castiñeiras y por Carlos Bardem en la tercera), Nacho (Víctor Mosqueira en la primera y Miquel Insua en la segunda y tercera), Beatriz (Pilar Saavedra en las dos primeras e Isabel de Toro en la tercera)... Sin embargo, quienes acaban provocado las crisis o catarsis acaban siendo los personajes que se van incorporando... Y destaco en ese aspecto el personaje de Javier Gurruchaga en Días de boda El desenlace y los de José Sancho, Beatriz Rico y, no los olvidemos, los de Víctor Rueda y Fernando Epelde en El desenlace. Cuando un extraño entra en un grupo cerrado, ¿pone en evidencia las contradicciones y mentiras que reinan en el mismo?

JUAN PINZÁS: Me parece usual que esto ocurra cuando otros entran en un grupo cerrado. En este caso, es evidente que así sucede y ello me dio grandes posibilidades para crear secuencias dramáticas de gran fuerza y crispación, especialmente con los personajes que se fueron incorporando, como bien dices, Gurruchaga en Días de boda y especialmenteSancho, Beatriz Rico y Gurruchaga, de nuevo, en El desenlace. Sin olvidar en esta última, como también apuntas, a Víctor Rueda y Fernando Epelde, que juegan un papel muy importante en este sentido. Aunque no podemos olvidar que, de igual forma, algunos de los personajes que ya están dentro del grupo pueden contribuir a la desestabilización del mismo, por así decir, y de hecho lo hacen a lo largo de mi trilogía, como por ejemplo Nacho que interviene en los tres films y en este sentido, Miquel Insua, ha sabido aprovechar con inteligencia la libertad que ofrece el movimiento Dogma 95 y que yo les daba a todos los actores y actrices durante el rodaje, y ha aportado ciertos matices a su personaje que ponen a Rosendo (Monti Castiñeiras / Carlos Bardem) frente a sus contradicciones e incluso al propio personaje de Pepe Sancho en El desenlace. Respecto al cambio de algunos de los actores y actrices a lo largo de la trilogía, he de decir que fue debido a compromisos previos de los mismos cuando yo les llamé. El primer cambio lo realicé en Días de boda, sustituyendo a Víctor Mosqueira por Miquel Insua que para mí es, sin duda alguna, el auténtico Nacho. Miquel comprendió perfectamente el personaje desde el primer momento. Yo, personalmente, con mi ayudante de dirección Michael Aguiló, le hice la prueba de casting y quedé gratamente sorprendido. Lo único que lamenté y mucho, fue no haberle llamado para Érase otra vez, y eso que ya entonces había pensado en él.



En El desenlace, título que cierra la trilogía Dogma de Juan Pinzás, vemos una película de catarsis donde los personajes tienen ante sí las opciones de su redención o de su condena definitiva. En las imágenes, Carlos Bardem, Beatriz Rico, José Sancho, Miquel Insúa, Víctor Rueda, Javier Gurruchaga e Isabel del Toro.


Los siguientes cambios se produjeron en El desenlace, pues Monti Castiñeiras y Pilar Saavedra tenían otros compromisos y yo, lamentándolo mucho, no podía esperar. Me dolió tener que cambiar a los dos protagonistas, de las dos primeras entregas, que me parecían idóneos para sus respectivos personajes y evidentemente lo eran. Tras darle muchas vueltas me incliné por Carlos Bardem para Rosendo e Isabel de Toro como Beatriz “The Best”, y he de decir que con ambos he quedado muy satisfecho. Carlos, muy diferente físicamente a Monti y con otros registros como actor, considero que encajó perfectamente en esa tercera etapa de la evolución del personaje de Rosendo en la nueva trama argumental, con la incorporación de otros personajes. Por su parte, Isabel de Toro, dotó al personaje con un nuevo aire de serenidad que otorga el paso del tiempo, una singular belleza y un carácter fuerte, pero controlado, que ha beneficiado al personaje en este momento tan convulso de su vida. El desenlace ha sido una interesante experiencia cinematográfica creo que para todo el equipo y, desde luego, especialmente para mí. La ficción que rodábamos y la realidad que vivíamos, un grupo humano, prácticamente encerrado en un magnífico hotel de Santiago de Compostela, se asemejaban demasiado, y el conflicto de la ficción saltó a la vida real en una particular simbiosis. Claro que al final, la catarsis se produjo simultáneamente en la ficción y realidad. Ventajas del cine Dogma 95, cine puro, cine auténtico, cine de verdad.



Más imágenes de El desenlace. Abajo a la derecha, José Sancho con Fernando Epelde, cuyo personaje acaba teniendo un papel decisivo en la trama.


CINE CONTEXTO: A continuación de la trilogía Dogma, realizas en 2009 un documental muy interesante (y que a mí, personalmente, me gustó mucho) titulado Las imágenes perdidas. La otra mirada donde se muestra tu odisea para recuperar tus cortos y que es un buen exponente de las dificultades para conservar, mantener y acceder en muchas ocasiones al patrimonio fílmico universal (Las películas de mi padre de Augusto Fernández Torres aborda algo similar en forma de largometraje de ficción). Hay tres cuestiones que me surgen en relación a esta película. La primera, la importancia de tus cortos en toda tu trayectoria posterior, algo que comentas en la película. La segunda, ese momento irrepetible cuando la cámara te enfoca y recoge tu reacción al ver nuevamente tus obras. Y la tercera, es la pregunta que surge de nuestra curiosidad como espectadores: ¿llegaste a recuperar todos los cortos de tu primera etapa?

JUAN PINZÁS: Me alegra que te guste esta película porque para mí es trascendental y entrañable por diferentes motivos, entre otros, porque tras su rodaje falleció Paul Naschy, con quien me unía una gran amistad, y Las imágenes perdidas. La otra mirada, de la que se sentía orgulloso, fue su último trabajo para el cine. Comparto absolutamente lo que dices sobre las dificultades para conservar, mantener y acceder en muchas ocasiones al patrimonio fílmico universal, y me parece muy acertada, en este sentido, la cita que haces del largometraje de Augusto Fernández Torres. Por otro lado cuando me planteé hacer esta película, motivado por diferentes razones que ahora te contaré, me di cuenta de lo importantes que habían sido en mi carrera los cortometrajes, especialmente los dieciocho que filmé en formato profesional de 35 mm y que fueros exhibidos en salas de cine de España; pero también los cinco cortos que había rodado anteriormente en formato de Super-8 mm, porque en ellos residía, de alguna manera, lo que luego, con el paso de los años, iba a ser la esencia de todo mi cine. Si bien mis películas Dogma 95 habían marcado un giro de mi carrera anterior, Las imágenes perdidas. La otra mirada, vuelve a suponer ahora un nuevo giro sobre mi etapa Dogma 95.



Juan Pinzás, en un momento de Las imágenes perdidas. La otra mirada


La idea de este largometraje documental de creación artística, documental ficcionado, o docudrama, como decía Paul, me surgió, como necesidad terapéutica, tras una intervención quirúrgica , no grave, pero sí molesta, cuando en 2008 preparaba el rodaje de la primera versión de Sombras de Nueva York y tenía ya la financiación de la película cerrada. La operación de hernia inguinal, me ocasionó una depresión y no me encontraba con ánimos, ni fuerzas suficientes, para rodar la película en EEUU, y le dije a mi equipo de producción que lo cancelase todo. Durante casi un año fui incapaz de hacer nada, pero me sirvió para comprender que sólo el rodaje de otra película en la que afrontase con sinceridad lo que acababa de ocurrirme y me planteara buscar esas imágenes perdidas, el corto, los cortos, que tras la operación añoraba más que nunca, podría solucionar realmente mi problema, que probablemente residía en mi cabeza, más que en la ingle. Para ello necesitaba dos compañeros de viaje que comprendieran mi propuesta, dos profesionales artistas que hubieran trabajado anteriormente conmigo y que, de alguna manera, necesitasen como yo de una terapia cinematográfica y estuvieran dispuestos a desnudarse delante de la cámara. Rápido me surgieron dos nombres, dos amigos, Paul Naschy y Javier Gurruchaga. Sabía que Paul estaba enfermo y Javier acababa de perder con gran dolor a su padre. Javier siempre ha estado muy unido a sus padres. Llamé por teléfono a ambos, les conté mi idea y la necesidad de hacer esta película, a los dos les pareció una propuesta muy interesante y me dijeron que sí al momento. No necesité hablar con nadie más. Respecto a ese momento irrepetible que dices, y que me alegra mucho que hayas captado, cuando la cámara me enfoca y recoge mi reacción al ver nuevamente las obras, es consecuencia de plantearse el cine de otra manera, dejar a un lado en todo lo posible el artificio, buscar la verdad y plasmarla honestamente, este es el poso que me ha dejado el Dogma 95 y que quiero utilizar en esta nueva etapa. Es lo que yo llamo cine útil. Desde luego, para nosotros tres, Paul, Javier y yo, lo ha sido, ayudándonos a superar unos momentos difíciles en nuestras vidas. Y en cuanto a si he recuperado todos los cortos de mi primera etapa, decirte que, felizmente, sí.



Otro momento de Las imágenes perdidas. La otra mirada. Juan Pinzás entre Javier Gurruchaga y Paul Naschy


CINE CONTEXTO: En 2013, realizas New York Shadows, una de tus películas más personales que gira en torno al amor al cine, la posibilidad de que existan varios niveles en la realidad o realidades alternativas e, implícitamente, quizás una declaración de la incomprensión de nuestro país hacia tu cine que se refleja en ese viaje del protagonista, interpretado por ti mismo. Una película en la que es clave el papel de Lindsey Ireland y que yo le acabo encontrando una conexión con Arrebato de Iván Zulueta porque, entre la realidad y el cine, creo que el protagonista escoge el cine, como mínimo como vía para acceder a la realidad (no sabemos a cuál de ellas)... No sé si estarás de acuerdo conmigo en todo lo que he dicho.

JUAN PINZÁS: Totalmente de acuerdo con todo lo que has dicho, sería muy difícil exponerlo mejor. Después de Las imágenes perdidas. La otra mirada, decidí que tenía que continuar mi carrera y retomar el proyecto de Nueva York, pero ahora, tras la enriquecedora experiencia con Paul y Javier en el documental de creación, el proyecto de Nueva York tenía que ser muy distinto a lo previsto en un origen y yo asumiría el protagonista masculino, además de dirigir el film. Sin prisa, pero sin pausa, estaba –estoy– en una nueva etapa de mi vida y de mi carrera, cuyo inicio había marcado la película anterior. Así nació New York Shadows, sin ninguna duda, mi película más personal hasta ese momento. Quería reflejar mi pasión más íntima y profunda por el cine, hasta dónde la vida tiene un significado para mí, porque el cine existe. Y también intentaba comprender y explicar, si sabía hacerlo, a través de este film, por qué la vida y el cine confluyen en mí como un todo, que no puedo separar, ni siquiera diferenciar. De ahí viene lo que tú bien apuntas, la posibilidad de que existan varios niveles en la realidad o realidades alternativas que plasmo en la película, e igualmente esa cierta incomprensión, por parte de algunos, en España hacia mi cine –aunque obviamente no soy el único– que reflejo en ese viaje a Nueva York del protagonista que interpreto, donde es evidente que valoran mi obra a la vista de los reconocimientos obtenidos en EEUU mucho antes de rodar este film.



Diversos momentos de New York Shadows donde podemos ver a Juan Pinzás y Lindsey Ireland


Me encanta que hayas descubierto la conexión con Arrebato de Iván Zulueta porque verdaderamente existe y, desde luego, entre la realidad y el cine, el protagonista escoge el cine como vía para acceder a una posible realidad y/o encontrarse a sí mismo. Por supuesto que la intervención de Lindsey Ireland es clave, y se merece un capítulo aparte. Sin Lindsey, sin su asombrosa complicidad y talento, no existiría esta película. Desde un principio, Lindsey, comprendió perfectamente mi propuesta y estaba dispuesta a arriesgar y a meterse en sus personajes, Jennifer y Diana, con todas las consecuencias que ello le podía acarrear. ¡Y vaya, si se las acarreó, nos las acarreó! La identificación de Lindsey y la mía fue tan profunda con la propuesta y con nuestros personajes, que ambos fuimos cercados por esas sombras de Nueva York que nos trasportaron a una realidad paralela, que vivimos durante todo el rodaje de la película e incluso después. La historia iba progresando día tras día, y nosotros dos, y el equipo, descubriéndola asombrados. El guion ya no era importante, ni siquiera necesario. Las actitudes o comportamientos y estados de ánimo espontáneos de los personajes, se trasmitían de forma automática a nosotros dos, Lindsey y yo, de tal modo que si ellos estaban enfadados, tristes o contentos, nosotros también lo estábamos en la vida real e, incomprensiblemente, nuestro comportamiento (el mismo de los personajes) no concluía con cada jornada de rodaje, pues Lindsey y yo no conseguíamos librarnos de eso hasta el próximo día cuando los personajes cambiaran de nuevo su conducta, lo que no resultaba nada agradable y complicaba nuestra convivencia en el día a día. Varios meses después de finalizado el rodaje, Lindsey Ireland y yo reconocíamos que todavía continuábamos enganchados a nuestros personajes y a las sombras de Nueva York. Una situación insólita, que he vivido en primera persona, y que una vez más me ha hecho reflexionar, ¿qué es más real, la vida o el cine?¿o tal vez pueden confluir y ser lo mismo?



Un territorio entre la ficción y la realidad es el espacio en el que se desarrolla New York Shadows


CINE CONTEXTO: En 2017, hay un nuevo giro en tu obra con El vientre de Europa, en la cual sigues tu propio decálogo. ¿En qué consiste dicho decálogo y cuál es el tema que aborda tu última película? Por otra parte, aprovechando que el 19 de septiembre ha salido el DVD del film, ¿qué nos vamos a encontrar en él?

JUAN PINZÁS: Se puede decir que hay un nuevo giro debido al decálogo, del que seguidamente hablaré, así como por las localizaciones del rodaje ahora en Europa, en lugar de EEUU, y porque  El vientre de Europa surge como la primera parte de una trilogía europea que yo me he planteado. No obstante, el origen de este giro, habría que buscarlo en Las imágenes perdidas. La otra mirada, y el afianzamiento del mismo en New York Shadows. Ahora, con esta primera entrega de mi trilogía europea, tal vez ese giro se fortalezca y, en consecuencia, concluya con la última película de la trilogía, porque en el cine, en el arte, creo que debemos renovarnos e indagar constantemente. Quiero señalar que el decálogo, nada tiene que ver, o muy poco, con el de Dogma 95, lo pergeñé con la idea de recordarme y obligarme a mí y a mi equipo, durante el rodaje de esta trilogía, que teníamos que hacer un cine útil, creativo, artístico y huir en todo momento de lo convencional y acomodaticio. Quiero hacer un cine de vanguardia que rompa radicalmente con los presupuestos y estéticas acomodaticias que dominan el panorama cinematográfico, y tengo una edad y trayectoria por las que me lo puedo permitir y que en cierto modo, me obligan, por dignidad y amor propio, a hacerlo. Para ayudarme en este empeño tengo presente en todo momento el decálogo pinzasiano que registré en la Propiedad Intelectual junto con los guiones de mi trilogía europea para que quedase constancia del compromiso adquirido que debo respetar. Ya hay demasiados cineastas engendrando cine comercial en busca, únicamente, del éxito de taquilla (al que cierta crítica aplaude), para ellos deseo el mayor de los éxitos; pero para un público más exigente, que considero de mayoría de edad, inteligente y formado, que busca otro tipo de propuestas, intentaré realizar un cine útil, que les haga pensar y reflexionar.



Imágenes de El vientre de Europa, el más reciente film de Juan Pinzás


El vientre de Europa es seguramente mi película más personal, aquí está todavía más presente que en New York Shadows, el “cine del yo”, el “metacine”. Es un homenaje a la mujer en general y a la madre, a nuestras madres, en particular. En esta primera parte de la trilogía, mi personaje, el cineasta Julián Pintos, tras Nueva York, regresa a Europa y se encuentra con el fallecimiento de su madre –en realidad, mi madre, murió unos meses antes de comenzar yo el rodaje– y Julián hace un repaso por su propia vida, evocando las figuras de la madre y de la mujer que ama, personificada ésta en dos misteriosas mujeres que ocultan sus rostros tras una máscara de plata y que persiguen a Julián por Europa, o tal vez él sea el perseguidor sin saberlo; lo que provoca que Julián deje aflorar sus sentimientos más profundos, poniendo al descubierto sus miedos y temores a la propia vida, como persona y cineasta. En cierto modo es también una propuesta de cine metafísico. Una película que, naturalmente, puede gustar o no, pero que está cargada de verdad y humanidad, hecha con el corazón y deseando ser útil y necesaria para el público, como lo fue para mí en un momento nuevamente difícil en la vida. En el DVD de El vientre de Europa que acaba de salir, os vais a encontrar, además de la película (91 minutos), con un estupendo material adicional de 70 minutos, que consiste en un vídeo titulado Viaje con Juan Pinzás a El vientre de Europa, en el que muestro imágenes y explico el cómo y porqué de esta película, el decálogo pinzasiano, escenas eliminadas, tráiler y subtítulos en inglés. De verdad, creo que merece la pena adquirir el DVD.

CINE CONTEXTO: En función de tu trayectoria, ¿estarías de acuerdo en englobar tu cine dentro de lo que se llama “cine de guerrilla”, en la medida en que no está realizado con el apoyo de grupos industriales, de comunicación o de distribución poderosos? ¿Estarías cómodo con esa definición?

JUAN PINZÁS: Tal vez mis cortometrajes en 35 mm podríamos incluirlos en el llamado “cine de guerrilla” debido a que fueron rodados con equipos reducidos y bajos presupuestos, aunque quizá no tan bajos tratándose de cortos, ya que teníamos que trasladar a gran parte del equipo técnico y materiales de cámara e iluminación desde Madrid a Galicia, donde rodábamos, ya que allí no existía ninguna infraestructura cinematográfica y eso suponía un coste importante en el presupuesto de los cortos. No obstante, ya entonces, el planteamiento ha sido el industrial y/o profesional, es decir, teníamos un contrato de distribución con empresas significativas como lo eran José Esteban Alenda, S. A. o Lauren Films, habíamos constituido previamente una productora, notificaciones oficiales de inicio y fin del rodaje al ICAA con subvenciones del mismo, depósito de copias de 35 mm en la Filmoteca Española, pago de salarios y cuotas a la Seguridad Social, permisos de rodaje, etc. Lo que era la industria del cine en la España de los 80, cuando rodamos esos cortos. Respecto a mis largometrajes considero que aún teniendo en cuenta su vocación de cine de autor, artístico e independiente, no debemos englobarlos dentro de la denominación de “cine de guerrilla” porque no procede, entre otras cosas porque la mayoría de ellos han estado apoyados de alguna forma por grupos importantes como TVE, Canal+, TVG, Columbia Tri-Star o Mercury Films de Enrique Cerezo, y por organismos oficiales como el ICAA del Ministerio de Cultura, convenio ICO-ICAA, Xunta de Galicia o Quinto Centenario. Por otro lado el planteamiento de producción de mis largometrajes, algunos de ellos de presupuestos económicos bastante elevados, ha sido siempre absolutamente profesional, con equipos artísticos y técnicos de reconocido prestigio, y dentro de la normativa establecida en la industria del cine en España.

CINE CONTEXTO: ¿Qué ha representado tu mujer, Pilar Sueiro, en tu carrera cinematográfica?

JUAN PINZÁS: Pilar y yo hemos formado un tándem desde el principio de nuestras carreras y eso ha sido muy importante y enriquecedor para ambos a nivel artístico, profesional y personal. Generalmente, nos hemos repartido las diferentes funciones en los proyectos para que cada uno de nosotros pudiera centrarse en lo suyo y darle mayor libertad al otro en su parcela, pero en ocasiones también hemos compartido ciertas funciones, y en otras las hemos invertido, como cuando ella dirigió el largometraje Cuando el mundo se acabe te seguiré amando, yo asumí la producción ejecutiva (que siempre lo hacía Pilar) para que ella pudiese centrarse en la creación artística de su obra, guion, planificación, trabajo con los actores, director de fotografía, montador, músico, etc. El compartir la vida privada y profesional tiene sus inconvenientes, pues el trabajo no sale de tu cotidianidad en común; pero, por otro lado, en una profesión artística como la nuestra, es indudable que la convivencia aporta también sus ventajas ya que la creación no conoce horarios y las ideas surgen en cualquier momento que ambos pueden aprovechar. Y puesto que me haces esta pregunta, te contaré que a Pilar y a mí nos ha sorprendido gratamente comprobar cómo se nos percibe desde fuera debido a nuestra relación personal en la vida y profesional en el cine. En España, lo ha dicho concretamente el escritor, ensayista e historiador Diego Moldes, pero a nivel internacional lo ha expresado un sector importante de la crítica, especialmente en Europa y EEUU: “Pilar Sueiro y Juan Pinzás son como la Gena Rowland y el John Cassavetes españoles, salvando la idiosincrasia de sus respectivas nacionalidades y culturas”. Tal vez, esta percepción que se advierte desde afuera, pueda servir para entender mejor la labor de Pilar y mía en nuestras películas y lo que representa cada uno de nosotros en la trayectoria cinematográfica del otro.



Pilar Sueiro y Juan Pinzás en un momento de La gran comedia


CINE CONTEXTO: Teniendo en cuenta la nueva etapa que has iniciado, ¿cuáles van a ser tus proyectos en el futuro inmediato?

JUAN PINZÁS: En principio, mi intención es concluir la trilogía europea que he iniciado con El vientre de Europa pero no descarto en medio del rodaje de la misma, y esto es una primicia para CINE CONTEXTO puesto que me has hecho una entrevista francamente muy interesante, rodar una segunda parte de Las imágenes perdidas. La otra mirada, teniendo en cuenta que en 2019 se cumplirá una década del rodaje de la película y del fallecimiento de mi buen amigo Paul Naschy. Las ideas bullen ya en mi cabeza.

CINE CONTEXTO: Pues muchas gracias por la primicia que acabas de darnos, Juan. Como, con lo que acabas de decirnos, ya tenemos motivo para una futura conversación, creo que es el momento de hacerte una última pregunta. Ya que esta entrevista va a ser una de las primeras de CINE CONTEXTO, ¿qué le pedirías como profesional a una nueva revista de cine que aparezca en el mercado?

JUAN PINZÁS: Lo que me interesa especialmente en las revistas de cine es, por un lado, la información de actualidad, o sea, rodajes, estrenos, festivales, noticias destacadas por motivos significativos vinculadas con el cine. Por otro lado, me gustan particularmente los estudios monográficos que abarcan la obra de distintos cineastas de cualquier nacionalidad, y también las entrevistas en profundidad y bien planteadas –como esta que me haces– a  cineastas, actores o actrices y profesionales del cine y de la cultura en general. Lo que menos me interesa generalmente es la crítica común. Aprovecho para desearos mucho éxito y larga vida a CINE CONTEXTO.


Como los lectores han podido comprobar, Juan Pinzás tiene mucho que contar sobre su obra, sobre sus proyectos y sobre su filosofía del cine. No podemos menos que agradecerle la gran generosidad que ha tenido con nuestra revista e invitarle a un nuevo encuentro en el futuro porque se han quedado muchos temas en el tintero y seguro que nos sorprendemos con un nuevo giro en la trayectoria de este realizador independiente e imprevisible que tiene un lugar reservado dentro de esos directores de raza que, contra viento y marea y sin renunciar a su personalidad, han logrado llevar a cabo sus películas en nuestro país a pesar de ir contracorriente y de moverse en un entorno áspero y adverso.



Juan Pinzás en el último Festival de Cannes, celebrado el pasado mes de mayo



Carátula del DVD de El vientre de Europa, la película más reciente de Juan Pinzás





Portada de libro sobre Juan Pinzás, escrito por Juan Manuel de Prada, Fernando Alonso Barahona, Emilio C. García Fernández y Angel Luis Hueso Montón




Comentarios