(Este artículo fue publicado originalmente en la revista digital "Cine Contexto" el 3 de octubre de 2018)
TÍTULO: El reverendo. TÍTULO ORIGINAL: First Reformed. AÑO: 2017. NACIONALIDAD: Estados
Unidos. DIRECCIÓN Y GUION: Paul
Schrader. MÚSICA ORIGINAL: Brian Williams. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Alexander
Dynan. MONTAJE: Benjamin Rodriguez Jr. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Ethan
Hawke, Amanda Seyfried, Cedric Antonio Kyles, Victoria Hill, Philip Ettinger,
Michael Gaston, Bill Hoag. DURACIÓN: 113 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL:
https://www.facebook.com/FirstReformedMovie/.
Es difícil negar que Paul Schrader es uno de los cineastas más
importantes del último medio siglo, tanto en su vertiente de guionista como de
director. Como guionista, es el autor de libretos tan magistrales e influyentes
como los de Yakuza (1974) de Sidney
Pollack, Taxi Driver (1976), Toro salvaje (1980) y La última tentación de Cristo (1988) de
Martin Scorsese, Fascinación (1976)
de Brian de Palma, El expreso de Corea (1977)
de John Flynn o City Hall: La sombra de
la corrupción (1996) de Harold Becker. Como director (y guionista de sus
propias películas), tiene en su haber títulos tan interesantes como Hardcore: un mundo oculto (1979), American Gigolo (1980), El beso de la pantera (1982), Mishima (1985) o Aflicción (1997).
Paul Schrader es una figura bastante peculiar dentro del séptimo
arte estadounidense. El primer motivo de ello es que, nacido en el seno de una
estricta familia calvinista que abominaba del cine, Schrader no vio
su primera película hasta que no tuvo 18 años. Ello provoca que las imágenes en
el cine de Schrader (en cualquiera de sus dos facetas) tengan, conscientemente
o no, una especie de carácter sagrado y trascendente. Cada fotograma acaba
siendo una especie de pasaje a un plano superior. Nunca hay que aferrarse a la
literalidad de lo que vemos sino a la insinuación de la dimensión más elevada
que se apunta en ellas. Las tribulaciones del Travis Bickle de Taxi Driver, el Jake LaMotta de Toro salvaje, el Jake VanDorn de Hardcore o el Wade Whitehouse de Aflicción van más allá de lo que apunta
la superficie de la trama sino que representan un proceso personal de
penitencia en busca de su redención.
Las particularidades del “héroe” schraderiano (que, evidentemente,
no es un héroe en el sentido convencional del término) provocan que las
influencias que el cineasta busca para cimentar su obra se aparten del cuerpo
principal del cine norteamericano que tiene en la figura del héroe un referente
inexcusable o que, en todo caso, utiliza la figura del antihéroe en
contraposición a unas virtudes heroicas que nunca dejan de estar presentes
aunque solo sean como referencia ausente. Schrader, en consecuencia, bebe de
otras fuentes, concretamente de directores como Carl Theodor Dreyer, Yasujiro
Ozu, Ingmar Bergman, Robert Bresson o Jean-Luc Godard, es decir, de un cine que
prescinde del concepto de héroe en su construcción y que centra su capacidad
narrativa y expresiva en el poder de su mirada o en su sensibilidad para captar
la realidad y los lados ocultos de la misma.
Todo lo que hemos explicado en los párrafos anteriores se deja ver
con gran claridad en El reverendo
donde se muestran sin demasiados velos que las oculten las películas que han
servido de inspiración para la construcción de la trama. El planteamiento
inicial de un pastor que está al frente de una parroquia con escasos fieles y
que recibe los requerimientos de una de sus feligresas para que resuelva las
preocupaciones morales de su marido remite directamente a Los comulgantes (1963) de Ingmar Bergman. El personaje que
interpreta Victoria Hill en esta película también guarda un paralelismo
(incluso hasta en algunos rasgos físicos) con el de Ingrid Thulin en dicha
película. El hecho de que el pastor interpretado por Ethan Hawke escriba un
diario y que este sufra una determinada dolencia es similar a lo que acontece
en Diario de un cura rural (1951) de
Robert Bresson. La escena de la levitación apenas se diferencia de la de Sacrificio (1986) de Andrei Tarkovski.
E, incluso, el final, guarda un gran parecido con el de Las damas del bosque de Bolonia (1945) de Robert Bresson.
Es cierto que la intertextualidad y la presencia de referencias,
homenajes o guiños a otras películas son fenómenos habituales en el cine
actual. Pero entendámonos. Quentin
Tarantino puede incorporar en Kill Bill al
personaje de Gogo Yubari (interpretado por Chiaki Kuriyama), el cual proviene
de Battle Royale (2000) de Kinji
Fukasaku pero, a fin de cuentas, él se aparta de la trama de esta película
japonesa y no habla de un concurso en el que un grupo de jóvenes compite por
ver quién sobrevive a los demás en una isla desierta (ya se encargó de hacer
algo parecido Los juegos del hambre).
Pero, cuando las tramas y las imágenes parecen calcadas unas de otras, resulta
difícil discernir dónde termina la intertextualidad y dónde empieza la copia o
el remake inconfeso.
Pero, al igual que en sus propias películas o en las de Bresson,
parece que la gracia divina (y su consiguiente poder redentor) hace acto de
presencia en el último momento en este film de Schrader y hay que concluir que,
pese a lo apuntado, logra crear una obra personal y original, como si el
director, al igual que el reverendo protagonista, hubiera tenido que entablar
una lucha consigo mismo para encontrar el camino correcto dentro de sus
creencias y convicciones. De este modo, cambiando el marco temporal de
referencia (si en Los comulgantes la
preocupación del marido de la feligresa era el apocalipsis nuclear mientras que
aquí es el colapso medioambiental) y planteando una reacción diferente del
protagonista frente al problema moral planteado, El reverendo se convierte en algo distinto a sus referencias,
convirtiéndose en un testimonio de nuestros propios miedos y desconciertos y
del pesimismo que se deriva de ellos.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
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