EL RETO ATLÁNTIDA FILM FEST 2018 (4)


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Los problemas de la infancia, la adolescencia y la juventud y la decepción, el desencanto y los traumas que se derivan de un conflicto bélico son los temas protagonistas de las películas del Atlántida Film Fest que reseñamos en este post.



- Sección GENERACIÓN:

Sarah Plays a Werewolf de Katharyna Wiss


Esta producción suizo-alemana encierra mucha dureza, acidez y escepticismo detrás de su aparente frialdad. Al mismo tiempo, casi todo lo que narra se halla entre líneas y envuelto por una inquietante neblina. Pero, en el fondo, no es más que el colapso de una forma de vida y de todo un estado de cosas. Ni la familia ni el sistema educativo ni las relaciones sociales ni los mecanismos alternativos que puedan proporcionar la cultura o la creación ofrecen salida a una joven que no es víctima de sí misma sino de la opresión y el ataque de unas circunstancias nacidas de sentimientos tóxicos y negativos. Nadie parece querer afrontar dichos sentimientos y, así, la sociedad sigue cabalgando como una máquina destructora mientras va dejando atrás a quienes no quieren o no se ven capaces de unirse a ese carnaval de impostura e hipocresía. Brutal detrás de su aparente delicadeza, Sarah Plays a Werewolf es la crónica de una desolación que crece bajo nuestros pies ante la impasible indiferencia colectiva.

Son of Sofia de Elina Psikou


Tal vez influida por el estilo de Theo Angelopoulos, Elina Psikou incorpora en esta producción griega por debajo de su trama superficial una honda carga política, cultural y de reflexión histórica, de modo que Son of Sofia se convierte en uno de los mejores artefactos narrativos que hemos visto desde que empezó el Festival. Historia de un niño ruso que marcha a Grecia para reencontrarse con su madre, se encontrará con que esta ha vuelto a casarse con un hombre de más de 60 años, antigua estrella de la televisión. Relato que disecciona el desamparo que se puede llegar a vivir en la infancia pero, también, con referencias nada veladas al complejo de Edipo, traza un sutil e inteligente paralelismo entre los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980 con los de Atenas de 2004, en ambos casos antesala del desplome de dos sociedades y de sus sistemas económicos, los recovecos argumentales de la trama dan lugar para análisis mucho más profundos y sugestivos sobre las respectivas situaciones políticas actuales de Grecia y Rusia. Justa ganadora del Premio a la Mejor Película Internacional en el Festival de Tribeca, Son of Sofia es, sin duda, una de las grandes películas del certamen.


- Sección IDENTIDAD:

Blue my Mind de Lisa Brühlmann


Otra producción suiza y, nuevamente, el tema de la adolescencia y la juventud en un primer plano. Nuevamente, el tema de la ausencia de salidas o asideros a los cuales aferrarse. Nuevamente, la conciencia y la construcción de una identidad diferenciada. En este caso, convergen dos estilos claramente divergentes en una película hermosamente rodada y de gran brillantez visual. Por un lado, el áspero realismo de títulos que tratan el abrupto encontronazo de la adolescencia con la sexualidad como Zorras (1980) de Adrian Lyne, Kids (1995) y Ken Park (2002) de Larry Clark, Klip (2012) de Maja Milos o Amar (2017) de Esteban Crespo. Por otro, las películas de género fantástico y de terror que, de manera sutil, relacionan el despertar o el desbloqueo de la represión de la sexualidad con los miedos derivados de los cambios físicos, corporales y psicológicos asociados al primero tales como Repulsión (1965) de Roman Polansky, Carrie (1976) de Brian de Palma, Cisne negro (2010) de Darren Aronofsky o Verónica (2017) de Paco Plaza. Gracias a una magnífica e inquietante interpretación de Luna Wedler se logra hacer creíble todo el conjunto, aunque el mismo, dejándose ver con interés, no logra ser insuflado de la suficiente personalidad como para distanciarse de otros títulos que se nos vienen a la cabeza durante su metraje tales como los mencionados con anterioridad o, también, The Lure (2015) de Agniezska Smoczynska, Zoology (2016) de Ivan I. Tverdovskiy, Pieles (2017) de Eduardo Casanova o, incluso, La forma del agua (2017) de Guillermo del Toro.

Lo que dirán de Nila Núñez Urgell


En un primer nivel de lectura, este documental cuenta la historia de dos chicas musulmanas que viven en España y sus diferentes posturas en relación a llevar o no el velo islámico cubriendo su cabeza y su decisión de hacer un trabajo en el Instituto sobre el tema. Poco a poco, hay otra dimensión que va ganando peso y que emparenta este título con el anterior que hemos comentado, Blue my Mind. Porque ambos acaban tratando de cómo los jóvenes pueden construir una identidad propia en contra de la corriente mayoritaria, que deviene en vacía y sin sentido para quien tiene otro tipo de aspiraciones. Este documental logra poner en tela de juicio algunas creencias preestablecidas sobre el tema que aborda y matizar algunas de las ideas fijadas sobre la comunidad musulmana en el pensamiento colectivo. Sin embargo, deja con las ganas de una mayor profundización en algunos de los aspectos que analiza que son mostrados, por desgracia, sólo superficialmente. De todos modos, Lo que dirán es un documental estimulante que logra mantener en todo momento nuestra atención.

Samantha Hudson, una historia de fe, sexo y electroqueer de Joan Porcel


Estéticamente muy influido por el espíritu de la Movida y con conexiones evidentes con La maldita primavera y Puta y amada de Marc Ferrer, de quien hablamos en otro post dedicado a este certamen, este documental es el retrato de un personaje atrevido y provocador que puede generar cualquier tipo de sentimiento pero nunca el de indiferencia. Iván se dio a conocer por un vídeo (con el expresivo título de "Soy maricón") preparado como trabajo de Instituto y que acabó provocando una denuncia por blasfemia y la exigencia de abrir un expediente a la profesora que lo calificó con la nota de sobresaliente. Iván no se arredró como consecuencia de todo ello y, continuando con el espíritu del vídeo inicial, creó un personaje, Samantha Hudson, deslenguado, desprejuiciado, movido, quizás inconscientemente, por la filosofía del punk y del glam, y que tiene varias canciones en la línea de su involuntario hit inicial. Samantha Hudson es un personaje poliédrico, contradictorio y, posiblemente, difícil de clasificar. Y este documental, aparte de intentar ser su retrato, es, al mismo tiempo, un retrato generacional y de época que nos habla de los ídolos efímeros y de la necesidad actual de reinventarse continuamente para poder sobrevivir al torrente imparable de cambios que cada día nos sacude. En definitiva, una fotografía fiel de los tiempos que nos han tocado vivir.

- Sección MEMORIA HISTÓRICA:

Alto el fuego de Emmanuel Courcol


Esta película francesa nos habla de los traumas derivados de la I Guerra Mundial a través de las historias de dos hermanos que combatieron en dicho conflicto. Con una magnífica ambientación y unas estupendas interpretaciones de todo el reparto (aunque cabe destacar las de Romain Duris, Grégory Gadebois, Céline Sallette y Julie-Marie Parmentier, Alto el fuego se convierte en un brillante drama histórico que con su entrecruzamiento de tramas y su espléndido acabado bebe del mejor cine clásico de los años 50 y que reconstruye a la perfección el espíritu y los aspectos materiales de una época presidida por la desolación, el desencanto y la destrucción de todo tipo de referente ético o moral. Otro título del certamen altamente recomendable.


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