EL RETO ATLÁNTIDA FILM FEST 2018 (11)



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Seguimos a todo trapo intentando comentar las 83 películas del Atlántida Film Fest 2018 antes de que este acabe y hoy presentamos la reseña de seis películas más, las cuales relatan historias diversas y variadas: desde unos voluntarios que llevan un cargamento humanitario a Ucrania, pasando por la represión turca contra los kurdos, por la situación de los percebeiros en la Costa da Morte, por el problema de los centros de inmigrantes en Libia, por la situación de un inmigrante africano en un pueblo catalán y terminamos con el éxodo sirio que pasa por la frontera turca. No se le puede pedir mayor pluralidad temática al certamen...

- Sección POLÍTICA Y CONTROVERSIA:

Frost de Sharunas Bartas


El realizador lituano Sharunas Bartas, que ya causó una gran y favorable impresión con Peace to Us in Our Dreams (2015), estrenada en nuestro país en el año 2016, vuelve a dejarnos huella con esta historia de dos voluntarios (un chico y una chica) que llevan una furgoneta con carga humanitaria desde Lituania hasta Ucrania. Como ocurre con toda road movie (porque, en última instancia, es de lo que Frost se trata), el viaje, lejos de quedarse en su apariencia externa, es todo un viaje interior donde los protagonistas han de enfrentarse a sus fantasmas, a sus obsesiones y a sus contradicciones internas. Pero, sobre todo, la cuestión que acaba aflorando es el de la quiebra de los grandes ideales y el vacío que ello genera en el alma humana. El contacto con otros voluntarios de ONGs (entre los que está, en aparición estelar, la actriz francesa Vanessa Paradis) y la impresión negativa que provocan en la pareja protagonista y la conversación con los soldados ucranianos se convierten en los dos puntos de tensión que acaban desembocando en la ausencia de horizontes y expectativas y en la falta absoluta de respuestas a las preguntas que son fundamentales para poder avanzar y seguir adelante. A partir de ese momento, sólo el abismo se abre ante nuestros pies.

Meteors de Gürcan Keltek


Me ha impresionado la madurez narrativa y estética con que está realizado este documental (adaptación de textos de la escritora Ebru Ojen) sobre la represión turca contra la minoría kurda del sureste del país. Las imágenes avanzan a un ritmo, precisamente calculado y si, al principio, parece que vamos a asistir a una película lenta y con escasa acción, pronto descubrimos que este era el preludio inevitable para hablar de la belleza rota y la armonía quebrada por la violencia. Pasamos del paisaje agreste (pero extrañamente hermoso) de una tierra martirizada al sutil pero, finalmente, implacable avance de las fuerzas militares. E, inmediatamente, empezamos a conocer el día a día de una ciudad kurda sometida a la represión y encerrada en un laberinto del que, a día de hoy, se desconoce la salida. Y, como en un bucle, volvemos al tono inicial y a esa lluvia de meteoritos (una preciosa luvia) que no pudo ser vista porque fue confundida con un posible bombardeo de las fuerzas turcas. Y nos damos cuenta de que, en demasiadas ocasiones, la luz no llega a nosotros porque es ocultada por el humo que provoca el fuego de la brutalidad.

Entre la ola y la roca de Manuel Lógar


Si tuviera que dar nota a este documental español, no tendría duda: le daría un 10 sobre 10. Es muy difícil combinar poderío visual con análisis económico, sociológico, cultural y hasta antropológico y que, de todo ello, resulte un conjunto coherente y armonioso. Pero Entre la ola y la roca lo consigue, haciéndonos disfrutar, además, de unas secuencias espectaculares que retratan el inmenso peligro que corren los percebeiros que, en la Costa da Morte, capturan el preciado crustáceo y que nos hacen sentir en su piel en los instantes en que los riesgos de ser absorbidos por el mar son máximos. Película intensa, reflexiva, analítica y hasta emotiva en algunos momentos y que sabe equilibrar con inteligencia el preciosismo visual con su dimensión necesaria e inevitable de captación de la realidad tal como fluye, la opera prima de Manuel Lógar reúne todos los requisitos para poder ser el mejor documental español de 2018. Y, en todo caso, ya es uno de los grandes títulos de la actual edición del Atlántida Film Fest.

- Sección MUROS Y FRONTERAS:

El orden de las cosas de Andrea Segre



Afrontar el problema de la inmigración tal como es, dejarse de medias tintas y plantarse ante la realidad con atrevimiento y de forma desacomplejada no es sencillo. Ya hubo dos documentales de la edición del año pasado, Stranger in Paradise de Guido Hendrikx y Dreaming of Denmark de Michael Gravesen, que supieron abordar el fenómeno desde una perspectiva alejada de la emotividad y de los lugares comunes para ser agudamente críticos y desvelar que, frente a las opiniones sobre una mayor o menor restricción a la entrada de inmigrantes, la realidad es que, con la legislación y las circunstancias actuales existentes en la Unión Europea, hablar de integración es una entelequia porque dicha legislación y dichas circunstancias la hacen prácticamente imposible. 

El orden de las cosas haría una buena sesión doble con otro de los títulos que hemos visto en el certamen, Club Europa, sólo que esta última se centra en lo que ocurre en los países de destino y El orden de las cosas, en cambio, pone el punto de mira en lo que sucede en el límite en que los inmigrantes se topan con las fronteras de la UE. En la película, un policía italiano enviado por su gobierno a Libia intenta negociar para que las autoridades de este país dividido frenen la salida de barcos hacia Europa y vayan "acogiendo" a los inmigrantes ilegales en centros de internamiento hasta que los gobiernos europeos vayan decidiendo sobre las solicitudes de asilo recibidas. Al igual que sucedía con Club EuropaEl orden de las cosas es tanto el retrato de un laberinto político y burocrático como como, en un segundo nivel, la constatación de que, frente a los buenos sentimientos, existe en nuestro continente el sentimiento implícito de crear una fortaleza que permanezca inmune a todo el hervidero que se agita abruptamente más allá de sus murallas, con las implicaciones éticas que esta actitud conlleva.

Sotobosque de David Gutiérrez Camps


Este documental español muestra las dificultades de un inmigrante mauritano para integrarse y lograr encontrar una forma estable de ganarse la vida en un pueblo catalán. Ante la falta de oportunidades, no tiene más opción que dedicarse a recoger piñas o paja de los bosques que circundan la población donde vive. Con ecos de Las cartas de Alou (1990) de Montxo Armendáriz y de The Last of Us (2016) de Eddine Slim (película que pudo verse en el Atlántida Film Fest del año pasado) pienso que a esta película le acaba faltando recorrido para ir más allá de su planteamiento inicial. Aunque bien rodada, con un tono documental verdaderamente logrado y con un ritmo controlado en todo momento, el espectador se queda con la sensación de que, una vez que ha visto los primeros veinte minutos de película, el resto del metraje resulta excesivamente repetitivo.

Daha de Onur Saylak


Tras ver esta película turca, dos títulos españoles se me vinieron enseguida a la cabeza: Furtivos (1975) de José Luis Borau y Camada negra (1977) de Manuel Gutiérrez Aragón. Daha se emparenta con ellas en la medida en que constituye un análisis implacable de cómo tiene lugar el aprendizaje de la brutalidad y la violencia. Centrada en un padre y un hijo que recogen a refugiados sirios que cruzan ilegalmente la frontera con Turquía y los recluyen hasta que, a su vez, les dan salida por mar, también de manera ilegal, hacia la Unión Europea, Daha es un documento profundamente estremecedor que nos habla de la perpetuación de pautas de desprecio continuo a la dignidad humana. Aunque nos deja con la mala sensación de un puñetazo seco en el estómago, su dureza es absolutamente necesaria como advertencia de dónde reside la raíz de muchos males que en la actualidad sufrimos.

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