ASIGNATURAS PENDIENTES
En nuestra sección Asignaturas pendientes, hoy hablamos de
dos películas españolas que, cada una a su manera, explora territorios nuevos y
desconocidos: Open Windows de Nacho
Vigalondo y Stella cadente de Luis
Miñarro.
OPEN WINDOWS (o cuando internet ya es –casi- la realidad)
TÍTULO: Open Windows. TÍTULO
ORIGINAL: Open Windows. AÑO: 2014. NACIONALIDAD:
España-Estados Unidos. DIRECCIÓN Y GUIÓN: Nacho Vigalondo. MÚSICA ORIGINAL: Jorge Magaz. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA:
Jon D. Domínguez. MONTAJE: Bernat Vilaplana. INTÉRPRETES
PRINCIPALES: Elijah Wood, Sasha Grey, Neil Maskell, Adam Quintero, Daniel Pérez
Prada, Jake Klamburg, Nacho Vigalondo, Carlos Areces, Raúl Cimas, Michelle
Jenner, Julián Villagrán. PÁGINA WEB OFICIAL: http://es.eonefilms.com/films/open-windows.
Nacho Vigalondo, con sólo tres largometrajes, se
ha convertido en un realizador con una de las miradas más originales del
panorama cinematográfico español. Los cronocrímenes (2007), la cual
influyó, incluso, en la trama de la quinta temporada de la serie Perdidos (Lost), situaba una historia de
carácter fantástico (relacionada con viajes en el tiempo) en un entorno banal y
cotidiano. Con Extraterrestre (2011), sucedía algo similar ya
que la aparición de una nave alienígena venía a complicar la situación de un
extraño triángulo amoroso y de unas peculiares relaciones vecinales. Cuando nos
habíamos acostumbrado a las marcianadas de este director cántabro (ahí están,
además, los cortometrajes 7:35 de la
mañana -2003- y Choque -2005-
para demostrar que dicho término es absolutamente apropiado), Open Windows supone un giro sorprendente
e inesperado en su carrera, ya que este film supone un salto tanto cualitativo
como cuantitativo en el aspecto técnico.
Todos sabemos la importancia que internet ha
cobrado en la vida actual. Todos hemos acabado viendo la realidad a través de
un intermediario digital constituido por páginas web, redes sociales, webcams,
llamadas a través de Skype e imágenes y vídeos de baja resolución cuyo contexto
siempre supone una incógnita y un misterio. En medio de tal maremágnum, cabe
plantearse si nuestra percepción de las cosas coincide con lo que, en el fondo,
es la auténtica realidad o si, incluso, dicha percepción se ha convertido en la
realidad en la que estamos instalados, escurridiza, ambigua y dispuesta a
desvanecerse del mismo modo que una pompa de jabón.
Open
Windows utiliza un método inaudito para retratar este conjunto de circunstancias
que hemos descrito: toda la película se narra a través de ventanas que aparecen
en distintos ordenadores y dispositivos (la única excepción parecería que es la
primera secuencia pero enseguida descubrimos que ello no es así). El
experimento podría haber resultado un absoluto fiasco pero, en mi opinión (a pesar
de la división de opiniones que existe), constituye, finalmente, una auténtica
proeza técnica que, además, mantiene al
espectador en vilo durante hora y media. Pero, más allá, de este elemento, la
película no descuida el fondo argumental y construye una narración en la que
aparecen las principales taras de este entorno digital que va ganando peso
inopinadamente: mentiras y engaños a través de páginas web, exaltación de mitos
fantasmales, violaciones de la intimidad, manipulación de los hechos y, en última
instancia, la difuminación de la propia identidad.
Brillantemente protagonizada por Elija Wood, que
carga con el peso de toda la película (muy por encima de una Sasha Grey que no
acaba de encajar con naturalidad en su papel), sólo por el tono poético, metafísico
y, en el fondo, aterrador de la última secuencia y su condición de majestuoso
broche final cabría calificar a Open
Wndows como no sólo de una de las grandes películas del año sino,
posiblemente, como uno de los films que, en los últimos tiempos, ha llevado el
lenguaje cinematográfico hasta un territorio que, en gran medida, aún está por
explorar.
Nota (de 1 a 10): 9.
Lo que más me gustó: Su lúcido retrato del actual entorno digital. Es una auténtica proeza
técnica. No da un respiro en noventa minutos.
Lo que menos me gustó: Sasha Grey no brilla (ni por asomo) al mismo
nivel que Elijah Wood.
Incluimos videoclip de la canción Ghost Rider del grupo Suicide, la cual
tiene gran importancia en la trama:
STELLA CADENTE (o, efectivamente, fue fugaz la estrella)
TÍTULO: Stella cadente. TÍTULO ORIGINAL: Stella cadente. AÑO: 2014. NACIONALIDAD: España.
DIRECCIÓN: Luis Miñarro.
GUIÓN: Sergi Belbel y Luis Miñarro. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Jimmy Gimferrer. MONTAJE:
Nuria Esquerra. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Álex Brendemühl, Lorenzo Balducci,
Álex Batllori, Gonzalo Cunill, Lola Dueñas, Francesc Garrido, Bárbara Lennie,
Francesc Orella. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.splendorfilms.com/ficha/e/272/0/661/stella-cadente.html.
Luis Miñarro, posiblemente, sea un nombre poco
conocido pero es un productor y director que cuenta en su haber con más de
treinta títulos y que, incluso, puede presumir de haber ganado una Palma de Oro
en Cannes por su participación en la producción de Uncle Bonmee recuerda sus vidas pasadas (2010) del realizador
tailandés Apichatpong Weerasethakul. Pero, aparte de su éxito más
significativo, no se pueden olvidar títulos emblemáticos del cine que podríamos
denominar independiente (a falta de un término más preciso) como Cosas que nunca te dije (1996) de Isabel
Coixet, Honor de caballería (2006) de
Albert Serra, La silla (2006) de
Julio D. Wallovits, En la ciudad de
Sylvia (2007) de José Luis Guerín, El
cant dels ocells (2008) de Albert Serra (la comentamos al final de este post),
Singularidades de una chica rubia (2009)
y El extraño caso de Angélica (2010) de
Manoel de Oliveira, La mosquitera (2010)
de Agustí Vila, Medianeras (2011) de
Gustavo Taretto, La lapidación de Saint
Étienne (2012) de Pere Vilá i Barceló o El
muerto y ser feliz (2012) de Javier Rebollo.
En este blog, tuvimos la ocasión de comentar Kanimambo,
dirigida al alimón por Abdelatif Hwidar, Carla Subirana y Adán Aliaga. No sólo
experimentamos una grata sorpresa con una película que tuvo menos repercusión
de la que se merecía sino que detectamos enseguida en Luis Miñarro ese
entusiasmo cinéfilo que es el único que puede llevar a sacar adelante los
proyectos más difíciles y arriesgados, a los cuales, precisamente por ello, hay
que saber tratar con cariño y pasión especiales. Tenemos que decir que Luis ha
vuelto a conseguir lo que parecía imposible con Stella cadente, película en la que, en esta ocasión, ejerce como
director.
Amadeo I de Saboya fue rey de España en el breve lapso que fue
de 1870 a 1873. Tras la caída de Isabel II por la Revolución de 1868, el
general Prim, que era el líder más prominente del nuevo régimen, decidió
ofrecer la corona a Amadeo, convencido de que su ideario liberal coincidía con
los nuevos aires que se querían insuflar al país. El asesinato de Prim el mismo
día de la llegada del nuevo rey al país supuso un lastre en la medida en que
aquel había perdido a su más importante valedor. Finalmente, sin apoyos
internos sólidos y con la oposición de importantes segmentos sociales y
políticos, decidió abdicar el 11 de febrero de 1873 y abandonar España. La
Historia le ha tratado con similar indiferencia con que el país lo acogió y,
desde el punto de vista de la ficción narrativa, apenas cabe destacar que
Benito Pérez Galdós dedicó uno de sus Episodios
Nacionales a ese trienio convulso en el que se frustraron muchos proyectos
y esperanzas.
Retrato del rey Amadeo I de España por Carlos Luis de Ribera y
Fieve
Lejos de proceder a una
reconstrucción minuciosa y detallada de la época, Stella cadente opta inteligentemente por crear una atmósfera en la
que no seremos capaces de distinguir con claridad si atendemos a la recreación
de los hechos tal como sucedieron, si la acción transcurre, en realidad, en la
mente de alguno de los personajes (puede ser la del propio rey, pero ello también
se puede prestar a interpretaciones), si a quienes vemos no son más que
fantasmas o espectros que se resisten a abandonar el escenario de sus fracasos
o si todo no es más que un puro divertimento (de hecho, esa palabra aparece
como subtítulo del film en los títulos de crédito finales y la secuencia que
aparece después de que los mismos terminen también invitan a pensar en ella)
que sólo pretende lanzar una mirada irónica a nuestro contradictorio pasado. Asimismo,
una banda sonora que juega al anacronismo, con canciones francesas de la década
de 1960, ayuda a reforzar el clima de irrealidad en que la película quiere
envolverse. Yendo un poco más lejos, a lo mejor hasta cabría pensar que Luis
Miñarro se identifica con la figura del rey, en la medida en la que también él
tiene que poner en pie sus proyectos teniendo en frente un entorno hostil que
se mueve entre el rechazo y la indiferencia.
Por todo ello, Stella cadente es una preciosa miniatura
posmoderna que se abre a insospechados significados y que se beneficia de un
ritmo y un tono perfectamente encajados con el clima de la narración y con un
reparto que con precisión y sobriedad dota a todos los personajes de entidad y
personalidad propia. Es difícil destacar a Álex Brendemühl, Bárbara Lennie, Lola
Dueñas, Lorenzo Balducci, Álex Batllori, Gonzalo Cunill o
Francesc Garrido porque todos ellos son capaces de mostrar con gran contención
y economía de medios los rasgos esenciales de sus respectivos personajes.
Stella cadente no es una película para un público mayoritario pero
que los cinéfilos ansiosos por descubrir estilos innovadores disfrutarán como
una muestra de los resultados artísticos que se pueden conseguir con un
presupuesto económico modesto pero con una imaginación y una audacia notables.
Nota (de 1 a 10): 7.
Lo que más me gustó: La
realización asume con naturalidad la radicalidad de su propuesta. Ritmo y tono
están perfectamente conseguidos.
Lo que menos me
gustó: Será un manjar exclusivo para un público minoritario.
Incluimos videoclips de tres canciones que, aunque pueda
parecer sorprendente, forman parte de la banda sonora de Stella cadente.
Elle était si jolie de
Alain Barrière
À présent tu peux t’en
aller de Les Surfs
Comment te dire adieu?
de Françoise Hardy
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