MAGICAL GIRL (o toda historia es un puzle al que siempre le falta una
pieza)
TÍTULO: Magical Girl. TÍTULO ORIGINAL: Magical Girl. AÑO: 2014. NACIONALIDAD: España.
DIRECCIÓN Y GUIÓN: Carlos Vermut.
DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Santiago Racaj. MONTAJE: Emma Tusell.
INTÉRPRETES PRINCIPALES: Luis Bermejo, Bárbara Lennie, José Sacristán, Lucía
Pollán, Israel Elejalde, Marisol Membrillo, Elisabet Gelabert, Miquel Insúa.
PÁGINA WEB OFICIAL: http://magicalgirlfilm.com/
y http://blog.magicalgirlfilm.com/.
En los últimos años, ha adquirido peso relevante
en el cine española la tendencia de las llamadas películas low cost o de bajo presupuesto. A falta de recursos económicos, la
imaginación en los argumentos, el desarrollo de tramas originales y novedosas y
la puesta en práctica de un estilo rompedor e innovador se han convertido en
las señas de identidad de este cine que se ha consolidado como alternativa ante
la situación de precariedad industrial que está viviendo el sector. En este
blog, ya hemos comentando películas que se inscriben esta línea como Stockholm (2013) de Rodrigo Sorogoyen,
Casting (2013) de Jorge Naranjo,
Gente en sitios (2013) de Juan Cavestany,
La herida (2013) de Fernando Franco (tratamos estas dos películas en la misma entrada) o
las películas adscritas al movimiento #littlesecretfilm.
Carlos Vermut ya consiguió una cierta repercusión con su primer largometraje, Diamond Flash (2011), el cual prescindió
de ser distribuido en salas para hacerlo sólo a través de internet y, posteriormente, en DVD. Es innegable que en este film Vermut demostró poseer
un estilo muy acusado, con rasgos que auguraban que podíamos encontrarnos con
un autor de gran proyección: su aproximación desde una perspectiva muy personal
al tema de la violencia que tiene lugar en ambientes familiares y cotidianos,
la combinación de momentos rayanos en la reflexión filosófica y la
introspección psicológica con otros en los que la presencia chocante de
elementos propios del cómic y la cultura popular sabía crear una expresiva
contraposición y la mezcla de drama extremo y humor marciano no podían pasar
desapercibidos. No obstante, sorprende, en cierto modo, que haya sido Carlos
Vermut quien haya logrado convertirse en el máximo representante de la
tendencia de la que estamos hablando (gracias a su triunfo en el último
Festival de San Sebastián, con su segunda película, que hoy reseñamos) porque,
a pesar de las virtudes que le reconocemos, otros títulos han reunido méritos
en ningún caso inferiores (y estamos pensando, principalmente, en Casting, en Gente en sitios, en Manic pixie
dream girl (An internet love story) de Pablo Maqueda o en Los desórdenes sentimentales de Ramón
Alfonso) que no han sido valorados con suficiente justicia. Es cierto que
Carlos Vermut es quien ha demostrado tener un estilo más maduro y formado pero,
en este tipo de cine, más que un mérito incontestable, ello significa que su
capacidad de recorrido futuro es menor que en el resto de casos citados. Y algo
de eso pasa en Magical Girl. Pero, en
gran medida, nuestro sistema cinematográfico ha apostado, en cierto modo, por lo
más parecido (dentro del cine no comercial, evidentemente) a lo que se ha intentando hacer hasta ahora (y que ha demostrado
no llevar a ninguna parte) para que el aire fresco y las nuevas corrientes no provoquen
el cambio de jerarquías que el cine español necesita.
Magical Girl es un título difícil de explicar por dos motivos. El
primero, bastante fácil de entender, porque, como ocurre en cualquier cinta, desvelar
ciertos hechos supondría revelar aspectos que deben ser ocultados hasta que la
película no sea vista. El segundo, porque, continuamente, a través de sutiles
giros, va rompiendo las sucesivas expectativas que el espectador se va formando
sobre el desarrollo de la trama y esta ruptura permanente de los códigos
narrativos forma parte esencial de la naturaleza del film. Podemos decir, sin
que dejemos escapar ningún secreto fundamental, que el arranque del argumento
es las dificultades de un padre para hacer realidad el deseo de su hija
enferma: el vestido de su heroína preferida de los dibujos animados japoneses,
llamada Magical Girl Yukiko. A partir de ahí, se encadenarán toda una serie de
hechos, que harán llevar la película a terrenos cada vez más inesperados y
sinuosos.
Magical Girl se beneficia de unas excelentes interpretaciones de su
trío protagonista (José Sacristán, Bárbara Lennie y Luis Bermejo) plenamente
convincentes en sus difíciles personajes. Además, su realización parte de un
planteamiento inicial del que el director no se desvía ni un solo milímetro a
lo largo de todo el metraje: muestra unos hechos pero sólo una parte de los
mismos, ocultando siempre sus antecedentes o algún aspecto relevante. Como
ocurre en el puzzle que José Sacristán intenta completar, al final siempre
falta una pieza. Por tanto, el papel del
espectador para completar la trama es fundamental, de forma que la cuestión que
se acaba planteando la película es bastante obvia: ¿podemos dar una
interpretación unívoca a la realidad?¿Poseemos todos los elementos necesarios,
en cualquier circunstancia, para emitir juicios rotundos y contundentes?¿No pueden
ser igual de veraces (o inveraces) dos versiones de unos determinados sucesos?¿Acabamos
creyendo lo que queremos o en lo que nos interesa creer?
El principal defecto que le
atribuyo a la película es que su resultado final se podía conseguir de modo más
simple y sencillo. Con mayor agilidad y ritmo y menor pomposidad, se hubiera
conseguido lo mismo sin sacrificar ninguno de sus logros. Quizás, haciendo
esto, Magical Girl hubiera mostrado
su auténtica condición: la de ser un cine cercano a las historias criminales de
Claude Chabrol pero adaptado a las especiales circunstancias por las que está
atravesando España. Pero ello no hubiera tenido nada de malo. El hacer aflorar
todas las referencias (conscientes o inconscientes) siempre sirve para hacer
que una película acabe hallando la estructura que más le conviene. En cambio, tal
como queda Magical Girl, he tenido la
impresión final de que acaba siendo realmente menos de lo que quiere parecer.
Nota (de 1 a 10): 8.
Lo que más me gustó: Las interpretaciones de José Sacristán,
Bárbara Lennie y Luis Bermejo. El director lleva la propuesta hasta sus últimas
consecuencias.
Lo que menos me gustó: Es menos de lo que quiere parecer.
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