Hoy, tenemos que hablar, aparentemente,
de especies misteriosas que habitan entre los seres humanos. En realidad,
estaremos hablando de la soledad, del miedo y del extrañamiento.
X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO (o los circos de tres pistas están bien
pero hay que tener cuidado con los que tienen más de cuatro)
TÍTULO: X-Men: Días del futuro
pasado.. TÍTULO ORIGINAL: X-Men: Days of Future Past. AÑO: 2014.
NACIONALIDAD: Estados Unidos-Reino Unido. DIRECCIÓN: Bryan Singer. GUIÓN:
Simon Kinberg, Jane Goldman y Matthew Vaughn. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Newton Thomas Sigel. MONTAJE: Michael Louis Hill y John Ottman. MÚSICA ORIGINAL: John Ottman. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Hugh Jackman,
James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Halle Berry, Nicholas
Hoult, Anna Paquin, Ellen Page, Peter Dinklage, Shawn Ashmore, Evan Peters, Ian
McKellen, Patrick Stewart, Famke Janssen. PÁGINA WEB OFICIAL: https://www.facebook.com/xmenpeliculas/?brand_redir=170700836293714.
En mi opinión, las adaptaciones
de comics realizadas en los últimos tiempos por Hollywood han dado lugar a tres
sagas verdaderamente redondas e interesantes. La primera, indudablemente, la del Batman de Christopher Nolan,
la cual constituye, sin duda alguna, la cumbre del género. La segunda, a pesar
de que no todos están de acuerdo, la del Capitán América, la cual ya tiene en
su haber dos títulos que hemos comentado en este blog (aquí y aquí).
Finalmente, está la de los X-Men, que ha sido una de las más prolíficas y que,
además, tiene visos de continuar.
Empezó esta serie con X-Men (2000), dirigida por Bryan Singer
(realizador, entre otras, de Sospechosos
habituales -1995-, Verano de
corrupción -1998- o Valkiria -2008-),
que hizo las funciones de presentación de los personajes y que ha sido la que
ha tenido la trama más convencional, con el enfrentamiento clásico entre el grupo
liderado por el profesor Charles Xavier frente al grupo comandado por su
némesis, el malvado Magneto. En X-Men 2
(2003), también dirigida por Bryan Singer, se introducía una variante que
incorporaba otra de las líneas argumentales del cómic original: la necesidad de
que los dos grupos de mutantes tuvieran que convertirse en aliados para evitar
la intención de exterminio contra ellos. Probablemente, esta película no sólo
sea la mejor de la saga, sino que también habría que decir que es una de los
mejores títulos de todo el género, por su equilibrio entre tono épico, hondura
conceptual y riqueza estética. En X-Men.
La decisión final (2006) se cambiaba de director, de forma que el encargado
de esta entrega fue Brett Ratner (que cuenta en su haber con títulos como los
de la saga Hora punta, Family Man -2000-, El dragón rojo -2002- o Un
golpe de altura -2011-). Se trata de una obra conseguida en términos
generales y con elementos interesantes aunque, en conjunto, no representaba una
novedad de peso dentro de la serie.
Sin saber muy bien cómo debía ser
reorientada esta, se tomaron dos caminos distintos. Por un lado, se quiso dar
protagonismo al personaje de más carisma del cómic, Lobezno, de forma que se
realizó en 2009 X-Men orígenes: Lobezno,
dirigida por Gavin Hood y que fue un sonoro fracaso. En 2013, James Mangold
realizó Lobezno inmortal,
película notable que incorporó elementos muy novedosos y que compensó el fiasco
de la primera entrega en solitario del personaje. Entre medias, Matthew Vaughn
dirigió X-Men: Primera generación (2011),
la cual era una precuela de toda la serie y que narraba el inicio de toda la
historia.
Se trató de un film magnífico, divertido y chispeante sin perder hondura y
aliento épico, de forma que la serie se vio rejuvenecida y atractivamente
estimulada.
En X-Men: Días del futuro pasado, vuelve a la dirección Bryan Singer y
se adopta la interesante idea de unir la saga original (de forma que esto
podría ser X-Men 4), con la precuela
de Vaughn (por lo que también podría ser X-Men:
Primera generación 2), al tener que hacer Lobezno un viaje hacia el pasado
para intentar remediar la situación crítica que vive la humanidad y los
mutantes en el futuro.
Es indudable que la mezcla de las
dos sagas (la original y la precuela) ayuda a imprimir a la película una gran
espectacularidad. Asimismo, el intenso arranque y los giros inesperados que
Lobezno se encuentra en su viaje al pasado (un profesor Charles Xavier
atormentado, una Mística convertida en una auténtica outsider, un Magneto oscuro e imprevisible…) logran que el
espectador mantenga la atención a lo largo de todo el metraje.
Sin embargo, los dos grandes
problemas de esta película son, por un lado, que hay un exceso evidente de
elementos, argumentos y personajes de peso (en la revista Cinerama, se indica que Singer se llegó a juntar con 20 actores y
actrices protagonistas: es decir, toda una pasada…), lo cual resta intensidad a
todo el conjunto y, por otro, el detonante de la trama (las Criaturas que han
llegado a controlar el planeta) se despacha demasiado pronto, lo cual provoca
que el espectador entre algo frío en el inicio de la trama principal.
Por todo ello, aunque hay que
reconocer que X-Men: Días del futuro
pasado es un impresionante espectáculo visual muy bien dirigido, la
película se queda en mucho menos de lo que pudo haber sido. Esperemos que X-Men: Apocalypse sirva para que la saga
recupere el nivel alcanzado en sus mejores entregas.
Nota (de 1 a 10): 7.
Lo que más me gustó: Sabe desarrollar con claridad una trama
compleja. La agilidad de su ritmo. La secuencia de acción que se desarrolla en
París.
Lo que menos me gustó: Se queda en menos de lo que pudo llegar a
ser. ¿No se parece demasiado la trama principal a la de Terminator?
SÓLO LOS AMANTES SOBREVIVEN (o los zombis son los otros)
TÍTULO: Sólo los amantes
sobreviven. TÍTULO ORIGINAL: Only Lovers Left Alive. AÑO: 2013.
NACIONALIDAD: Reino Unido-Alemania-Grecia. DIRECCIÓN Y GUIÓN: Jim
Jarmusch. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA:
Yorick Le Saux. MONTAJE: Affonso
Gonçalves. MÚSICA ORIGINAL: Jozef van Wissem y SQÜRL. INTÉRPRETES
PRINCIPALES: Tilda Swinton, Tom Hiddleston, Anton Yelchin, Mia Wasikowska, John
Hurt, Jeffrey Wright. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.sololosamantessobreviven.es/.
El tema del vampirismo se ha
tratado en el cine según dos líneas bastante irreconciliables que arrancan,
curiosamente, de la misma obra seminal: la novela Drácula (1897) de Bram Stoker. Porque si allí estaba presente la
dimensión sangrienta que derivaba del origen legendario del personaje (el príncipe rumano Vlad el Empalador),
también
figuraba, al mismo tiempo, la dimensión sexual, romántica y hasta estética y,
finalmente, conectada con todo ello, la reflexión sobre la posibilidad o no de
redención moral del personaje protagonista. (Por ello, si algo se le puede
achacar al Drácula – 1992- de Francis
Ford Coppola es que, quizás, sea la película que con mayor fidelidad ha
recogido el espíritu de la novela original).
Las adaptaciones cinematográficas
posteriores, salvo la indicada, han optado, en términos generales, por una de
las dos líneas antes descritas, de forma que ha imperado la tendencia inclinada
hacia convertir el tema en una de las vertientes fundamentales del género de
terror: Drácula (1931) de Tod
Browning, Drácula (1958) de Terence
Fisher, El Conde Drácula (1970) de
Jesús Franco, Drácula (1979) de John
Badham o Entrevista con el vampiro (1994)
de Neil Jordan serían buenos ejemplos.
Sin embargo, cuando se ha
abordado el vampirismo desde la perspectiva romántica, estética o moral se han
alcanzado resultados verdaderamente sugerentes, dando lugar a obras de culto
extrañas, originales e inclasificables. Recordemos Las vampiras (1971) de Jesús Franco,
El gran amor del conde Drácula (1973)
de Javier Aguirre (protagonizada por el gran Paul Naschy), Arrebato (1980) de Iván Zulueta,
El ansia (1983) de Tony Scott o Déjame entrar (2008) de Thomas
Alfredson.
(Dejo aparte dos títulos muy
diferentes entre sí que merecerían una explicación mucho más amplia y detenida:
la primera película que abordó el tema y que era una adaptación sin reconocer
de la novela de Stoker, Nosferatu (1922)
de F. W. Murnau y Drácula contra
Frankenstein (1972) de Jesús Franco, quien, como pueden ver en los listados
que hemos hecho, trató la cuestión desde casi todas las perspectivas posibles).
Sólo los amantes sobreviven (sólo el título nos da ya una pista muy
evidente), se decanta por la línea romántica y esteticista y el director ha
logrado crear una película fascinante, un film destinado a ser una obra de
culto y que, en posteriores revisiones, irá ganando prestigio porque, sin duda
alguna, en ellas se irán hallando matices y claves que, en una primera visión
seguramente han pasado desapercibidas.
Jim Jarmusch es un director en el
que su obra, curiosamente, tiene más peso la fuerza de su personalidad que el
carácter unitario de su cine. Películas tan distintas como Extraños en el paraíso (1984), Bajo
el peso de la ley (1986), Mystery
Train (1989), Noche en la tierra (1991),
Dead Man (1995), Ghost Dog, el camino del samurái (1999), Flores rotas (2005) o Los
límites del control (2009) hacen difícil que podamos encontrar un rasgo
distintivo claro más allá del carácter independiente, indómito y contracorriente
de su realizador.
Sólo los amantes sobreviven, hasta cierto, puede servir para
reforzar el carácter variopinto de la obra de Jarmusch o, a lo mejor, la
podemos tomar de referencia para que aquella adquiera una unidad inesperada. Porque
la visión que la película ofrece de los vampiros (aparte de que serían los “buenos”,
frente a los “humanos”, quienes seríamos los “malos”) es la de unos personajes
que, tal vez en contrapartida a vivir de la sangre ajena, han ido aportando de
forma anónima a lo largo de su vida inmortal creaciones y progresos esenciales en
la historia de la Humanidad, los cuales acaban siendo atribuidos a otros
autores (es decir, los vampiros viven de la sangre de los “humanos” y los “humanos”
vampirizan, a su vez, las ideas de los vampiros). O, si profundizamos en esta
parte del argumento, se trataría de renunciar a la fama y al prestigio público
para poder crear con libertad y sin ataduras, para poder crear algo que
permanezca eternamente vivo. En cierto modo, ello puede ser interpretado como
una autorreivindicación de su propia obra por parte de Jarmusch o, en general, una
defensa de todo el cine independiente, capaces ambos de aportar ideas nuevas
que después son copiadas por el cine que podríamos denominar mainstream.
Pero, además de este concepto
(que lleva a ocurrencias tan epatantes como la de llamar a Shakespeare “zombi
analfabeto e ignorante”), Sólo los
amantes sobreviven ofrece una visión del romanticismo muy personal y
peculiar. Porque se trata de un romanticismo frío, gélido, hierático,
intelectual; un romanticismo que acaba encontrando su fundamento en la física
cuántica y en una visión muy cercana a la que Borges desarrolló en “El inmortal”,
cuento que forma parte de El Aleph (1949).
Porque hay romanticismo en la medida en que, tras siglos de convivencia y
conocimiento mutuo, la pasión ha dejado paso a un sentimiento que puede
denominarse, verdaderamente, amor. Un amor que no depende de la cercanía o de
la proximidad sino de una comunión espiritual que va más allá de la distancia o
del silencio.
Por ello, la película es
radicalmente romántica porque ofrece una radical visión del amor. Y, tras
expresarla poéticamente en la última conversación de los protagonistas, la
trama da paso a lo que podría ser una convencional escena de película de
vampiros. Pero no llegamos a verla. Porque Sólo
los amantes sobreviven termina en el mismo punto donde empezaría una
película de terror convencional, lo cual nos revela que lo que hemos visto no
es más que la deconstrucción de un mito, la indagación profunda en sus perfiles
y en sus fundamentos últimos y en mostrar todo aquello que un film de género alberga
pero acaba escondiendo, mitad por pudor mitad por estrategia narrativa.
Nota (de 1 a 10): 8.
Lo que más me gustó: El conseguido clima que envuelve a la trama.
Las interpretaciones de Tilda Swinton, Tom Hiddleston, Mia Wasikowska y John
Hurt. Su original visión del tema del vampirismo.
Lo que menos me gustó: Quizás, se espera una revelación que no
acaba de llegar.
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