JOVEN Y BONITA y EMPERADOR





Hoy, haremos las reseñas de las películas Joven y bonita de François Ozon y Emperador de Peter Webber.

JOVEN Y BONITA (o el vacío como estrategia)

TÍTULO: Joven y bonita. TÍTULO ORIGINAL: Jeune & Jolie. AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Francia. DIRECCIÓN Y GUIÓN: François Ozon. MÚSICA ORIGINAL: Philippe Rombi. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Pascal Marti. MONTAJE: Laure Gardette. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Marine Vacth, Géraldine Pailhas, Frédéric Pierrot, Fantin Ravat, Johan Leysen, Charlotte Rampling, Nathalie Richard, Djedje Apali, Lucas Prisor, Laurent Delbecque, Jeanne Ruff. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.golem.es/jovenybonita/.

Partiendo de que esta película narra la historia de una adolescente que, sin que se lleguen a hacer explícitos los motivos, decide dedicarse a la prostitución, la referencia cinematográfica más obvia que podemos recordar es Belle de jour (1967) de Luis Buñuel. Sin embargo, hay otras películas similares que también han abordado una temática similar como Vivir su vida (1962) de Jean-Luc Godard, La mujer flambeada (1983) de Robert van Ackeren o Samaritan Girl (2004) de Kim Ki-duk. Todas ellas tienen en común con Joven y bonita que, en última instancia, la prostitución no es el tema del que realmente tratan sino que el mismo es una mera excusa para abordar otras cuestiones y aspectos.

Partiendo de que el director de esta cinta es François Ozon, del que ya comentamos con anterioridad En la casa, las dudas sobre la intención real de la película se acrecientan. Porque sus películas más conocidas (Swimming Pool -2003-, 5x2 -2004- o la anteriormente citada En la casa -2012-) inciden, especialmente, en que los modos en que suele ser contada una historia son altamente sospechosos y pueden no ser demasiado fiables. Si en Swimming Pool, nada de lo que veíamos tenía que corresponder necesariamente a lo auténticamente acontecido y en En la casa era muy posible que un alumno engañara a su profesor de literatura con el contenido de sus redacciones, en Joven y bonita hay una especie de agujero negro en la narración que nos impide comprender fácilmente la motivación de la protagonista. Pero es que, a lo mejor, el verdadero tema de la película es ese agujero negro.







Sí es cierto que el desarrollo de la trama en las cuatro estaciones del año y las cuatro canciones de Françoise Hardy que se van sucediendo a lo largo de la película pueden hacernos creer que la dirección de la película va en una línea determinada. Pero no es menos verdad que, en gran medida, al espectador se nos hurta (quizás, excesivamente) las claves que expliquen lo que estamos viendo. Y cada espectador podría aportar unas claves diferentes y la historia tendría pleno sentido. Quien fuera proclive a la corriente psicoanalítica, podría argumentar que el alejamiento del padre del protagonista tras su divorcio, representó un trauma que intenta ocultar mediante el ejercicio de la prostitución. Quien piense que vivimos en una época en la que todo se mercantiliza, podría aducir que esa sería la moraleja de lo que, en el fondo, no sería una fábula sobre tal circunstancia. Quien crea que asistimos a una época caracterizada por la banalización del sexo, también encontrará un posible apoyo en determinadas escenas. Quien defienda que se trata de una metáfora de la adolescencia, etapa de la vida en que todo está abierto al futuro y donde carecemos de certezas sobre casi todo, sería difícil argumentarle que ello no es así (sobre todo porque, en la entrevista que se le realiza al director en el número de marzo de Fotogramas, cita explícitamente esa temática).

Pero si una historia sirve para ilustrar cualquier tesis, ¿no sobraría la tesis?¿No sería un elemento perfectamente prescindible en la medida en que los hechos desnudos pueden servir para sostener un postulado o el contrario? Desde esta perspectiva, el cineasta debería limitarse a exponer estos hechos y dejar que el espectador aporte sus propias conclusiones porque, de todas formas, aquel tolerará las tomas de postura de la película que coincidan con las suyas propias y rechazará las mismas cuando no sea ese el caso.

Dirigida con un buen pulso y con unas interpretaciones sobrias pero altamente efectivas (debiendo destacar la de la protagonista, la debutante Marine Vacth), Joven y bonita nos deja más preguntas que respuestas pero tampoco podemos desestimar que ese sea su auténtico objetivo. Si así fuera, la coherencia del film sería indudable a pesar de dejar sumido al espectador en la más absoluta perplejidad.



Nota (de 1 a 10): 7,5.

Lo que más me gustó: La interpretación de Marine Vacth. Lleva su planteamiento hasta las últimas consecuencias.

Lo que menos me gustó: Da pocas pistas al espectador.











EMPERADOR (o casi nada es blanco o negro sino, más bien, gris)

TÍTULO: Emperador. TÍTULO ORIGINAL: Emperor. AÑO: 2012. NACIONALIDAD: Estados Unidos-Japón. DIRECCIÓN: Peter Webber. GUIÓN: Vera Blasi y David Klass, adaptando un libro de Shiro Okamoto. MÚSICA ORIGINAL: Alex Heffes. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Stuart Dryburgh. MONTAJE: Chris Plummer. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Matthew Fox, Tommy Lee Jones, Eriko Hatsune, Toshiyuki Nishida, Masayoshi Haneda, Kaori Momoi, Colin Moy, Masatoshi Nakamura, Masato Ibu, Isao Natsuyagi, Takataro Kataoka, Aaron Jackson. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.acontracorrientefilms.com/pelicula/272/emperador/.

Si la semana pasada ya comentábamos, a raíz de la reseña de Monuments Men, cómo la II Guerra Mundial parecía ofrecer una veta inagotable para nuevas películas y nuevas vertientes de contemplar el conflicto, el estreno el pasado 7 de marzo de Emperador de Peter Webber ha venido a corroborar casi inmediatamente esa afirmación. Esta vez, nos encontramos con la revisión de un momento histórico mal y escasamente reflejado en el cine: la ocupación de Japón por parte de Estados Unidos, el procesamiento de los políticos y militares japoneses responsables de crímenes de guerra y las dudas surgidas en torno a si el emperador Hirohito debía ser también procesado o no. Con anterioridad, recordemos que ya se habían realizado Tora, Tora, Tora (1970) de Richard Fleischer, Kinji Fukasaku y Toshio Masuda, en la que se narraba el ataque a Pearl Harbour tanto desde el punto de vista estadounidense como el japonés, el díptico formado por Banderas de nuestros padres (2006) y Cartas desde Iwo Jima (2006), donde también se veía la sangrienta batalla desarrollada en dicho islote del Pacífico desde ambos puntos de vista, La casa de bambú (1955) de Samuel Fuller, La casa de té de la luna de agosto (1956) de Daniel Mann o Sayonara (1957) de Joshua Logan, Estas tres últimas sí se centran en el período de ocupación estadounidense e intentan reflejar, con mayor o menor fortuna, el choque cultural que se produjo durante esos años. Sin embargo, creo que ninguna de ellas ha alcanzado la solidez y rigor con que se retrata ese hecho en Emperador.






El británico Peter Webber es el encargado de la dirección y, aunque este film puede parecer muy diferente a su realización más conocida (La joven de la perla -2003-), hay indudables nexos de unión entre ambos títulos. El primero, que las tramas de ambas películas narran el encuentro conflictivo entre dos mundos (el católico y el protestante, en el film de 2003; el japonés y el occidental en Emperador). El segundo, que ambas cintas desarrollan la historia que hay detrás de una imagen. En el caso de La joven de la perla, era el cuadro homónimo de Johannes Vermeer:




En Emperador, lo que se nos cuenta es que esconde esta foto tomada al general MacArthur y al emperador Hirohito en 1945:




Emperador se sirve de una gran solidez narrativa, de un pulso firme en su ritmo y de unas sobrias y eficaces interpretaciones, debiendo destacar la magnífica caracterización que hace Tommy Lee Jones del polémico general norteamericano. La película sabe ocultar muy bien que no está ejecutada con un gran despliegue de medios y exprime hasta la última gota los recursos de los que dispone gracias a una realización muy hábil e inteligente. La trama, además, no se guía únicamente por el punto de vista estadounidense sino que intenta ofrecer, al mismo tiempo, el punto de vista de los japoneses. Asimismo, la película logra reflejar simultáneamente la complejidad psicológica de todos los personajes y evita, en todo momento, plasmar un retrato de trazo grueso, sabiendo moverse en un terreno en el que los matices copan todo el protagonismo. Todo ello ayuda a que un tema tan aparentemente árido y concreto como el procesamiento o no del emperador del Japón logre mantener el interés del espectador a lo largo de todo el metraje.

Con una exposición muy clara de su tesis, la duda que permanece es cuál es la delgada línea que separaría el pragmatismo del cinismo, cuestión que no es, ni mucho menos, baladí.


Nota (de 1 a 10): 8.

Lo que más me gustó: Su solidez narrativa y de ritmo. La interpretación de Tommy Lee Jones.

Lo que menos me gustó: No se plantea qué diferencia hay entre el pragmatismo y el cinismo.




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