Con este post, empezamos a revisar algunos de los títulos de la sección "Territorio latinoamericano" del 17º Festival de Málaga. Nuestro recorrido comienza con una coproducción entre Argentina, Francia y Ecuador, que transcurre en el primero de los países citados.
MARÍA Y EL ARAÑA (o "donde la ciudad cambia su nombre" *)
TÍTULO: María y el Araña. TÍTULO
ORIGINAL: María y el Araña. AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Argentina-Francia-Ecuador. DIRECCIÓN:
María Victoria Menis. GUIÓN: Alejandro Fernández Murriay y María Victoria Menis.
MÚSICA ORIGINAL: Matías Cella y Ariel Polenta. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Daniel
Andrade. MONTAJE: Alejandro Brodersohn. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Florencia Salas, Diego Vegezzi, Pablo Aguirre Andrade, Lucía Ruiz Ortiz,
Mirella Pascual, Luciano Suardi. PÁGINA WEB
OFICIAL: https://www.facebook.com/MariayElArania?fref=ts.
Las grandes ciudades nunca acaban donde indican los mapas. Más allá de los últimos edificios y las últimas avenidas, siempre suele haber lugares construidos improvisadamente con calles sin rotular y casas sin número. En uno de esos lugares en las afueras de Buenos Aires es donde se desarrolla María y el Araña. Su protagonista, la tal María, es una adolescente callada, inteligente y luchadora que vive con su abuela y con el compañero sentimental de esta. El tal Araña es un chico de similar edad que, en los vagones de la línea D del metro bonaerense, disfrazado de Spiderman, hace juegos malabares para conseguir algunas monedas entre los pasajeros. Se enamorarán pero su relación se topará con un obstáculo inesperado.
En la presentación de la película, su directora, María Victoria Menis, cuyos títulos más conocidos en España son El cielito (2004) y La cámara oscura (2008), afirmó que, más que hacer cine de denuncia o de realismo social, a ella le preocupaban, fundamentalmente, las emociones. Y el largometraje da fe de sus palabras. Porque lo que vemos, esencialmente, es el proceso de liberación de María por meandros y recovecos inesperados para ella y para el espectador. Y todo ello servido con una transparencia, una sinceridad y una pureza visual que desarman cualquier reserva o reticencia.
En la presentación de la película, su directora, María Victoria Menis, cuyos títulos más conocidos en España son El cielito (2004) y La cámara oscura (2008), afirmó que, más que hacer cine de denuncia o de realismo social, a ella le preocupaban, fundamentalmente, las emociones. Y el largometraje da fe de sus palabras. Porque lo que vemos, esencialmente, es el proceso de liberación de María por meandros y recovecos inesperados para ella y para el espectador. Y todo ello servido con una transparencia, una sinceridad y una pureza visual que desarman cualquier reserva o reticencia.
El obstáculo inesperado del que hablábamos antes y que constituye el núcleo esencial de la trama sólo nos llega entre líneas y de forma soterrada. La palabra no existe, sólo el silencio y una gran maestría visual y narrativa, a base de unos inteligentes montaje y planificación de planos y un excelente trabajo de los dos jóvenes protagonistas. Conseguir eso sin que ninguna línea de guión revele la naturaleza real de lo que está ocurriendo tiene mucho mérito (y no podemos ir más allá en las explicaciones sin que revelemos detalles fundamentales de la historia).
Sin embargo, hay un segundo elemento que constituye otra gran virtud del film. Para desarrollar una película de estas características, se podría optar por el modelo de Los olvidados (1950) de Luis Buñuel, donde predomina el tremendismo y los perfiles extremadamente oscuros, o por el modelo de Mi tío Jacinto (1956) de Ladislao Vajda, en el que, junto a los aspectos sórdidos, no se descartan facetas más luminosas. María Victoria Menis opta por este segundo camino y sabe reflejar, junto a lo oscuro, la alegría y ganas de vivir de quienes no disfrutan de las mejores condiciones de vida. Vemos el lado más mezquino de la condición humana pero, al mismo tiempo, esa espontánea solidaridad que nace entre quienes apenas tienen nada.
Tierna, emocionante y honda, María y el Araña es una pequeña joya que constituye todo un lujo para la Sección "Territorio Latinoamericano" del Festival de Cine de Málaga.
Nota (de 1 a 10): 7,5.
Lo que más me gustó: Las interpretaciones de los jóvenes protagonistas (Florencia Salas y Diego Vegezzi). Su enorme habilidad narrativa y visual.
Lo que menos me gustó: Que muchos espectadores puedan no captar la hondura su mirada.
* Donde la ciudad cambia su nombre es el título de una novela del año 1957 del escritor Francisco Candel.
* * *
Tras la proyección de la película, entrevistamos a su directora, María Victoria Menis, que aceptó amablemente el atendernos. A continuación, reflejamos algunas de las impresiones que nos dejó en la agradable conversación que mantuvimos. Recomiendo, especialmente, que lean lo que dice sobre la necesidad de crear canales alternativos de distribución para el cine de autor.
María Victoria Menis junto al autor de este blog.
Pregunta (P): En su presentación a la película, usted ha dado más importancia en su cine al papel de las emociones que a su aspecto de cine de denuncia o de realismo social. Lo que hemos visto es que el núcleo de la película probablemente sea el proceso de liberación de la chica protagonista, cuyo drama es narrado de forma soterrada... ¿Estaría usted de acuerdo con esta apreciación?
Respuesta (R): Ante todo, lo primero quiero saludar a los "espectadores impertinentes" que lean este blog. Deliberadamente, nosotros trabajamos en el guión con la idea de que no íbamos a mostrarle al espectador qué le sucede a esta chica sino que, como suceden el tipo de cosas que aparecen en la historia, ocurre subterráneamente, pasan en secreto, en el backstage de la casa. La idea era que el espectador viera el problema desde fuera y que, en virtud de determinadas señales, ese espectador descubriera, despacito, lo que le está sucediendo. Pero no es que se trate de una historia policial...
P: No, no, ni mucho menos...
R: Lo que se trata es de ponerse en el lugar de ella y ves cómo te vas reprimiendo, silenciando, separándote de la gente, cayendo en soledad y no pudiendo llevar una vida en común. Tienen que pasar años, o quizás nunca pase, el hecho de que llegue a encontrar una liberación.
P: A mí me parece que tiene mucho mérito reflejar todo ello mediante la imagen, sin hacer uso de la palabra.
R: Y, sobre todo, hay que destacar el trabajo de los actores. La protagonista de la película es una chica muy callada y que refleja lo que le sucede básicamente a través de la mirada. Todo ello fue deliberado y tienes que trabajar mucho para que tus actores transmitan sólo con las miradas lo que está ocurriendo.
P: Otro de los aspectos que quería, precisamente, recalcar era el papel de los intérpretes que logran actuar con frescura, desparpajo y espontaneidad. Todo el elenco está fenomenal al transmitir sensación de vida.
R: Los chicos jóvenes tienen una frescura y, también, inocencia al mismo tiempo. En ellos, no hay especulación o premeditación. Es cierto que los han arrojado del paraíso de la inocencia, han sido arrojados a la calle. Pero ellos no son adultos por estar en la calle. Siguen siendo niños, adolescentes... Quizás no sea la vida de un adolescente normal pero en ellos late aún la frescura propia de la niñez o la adolescencia.
P: Otro aspecto que considero interesante es que, frente a otras películas como Los olvidados de Luis Buñuel, en la que se acentúan los perfiles oscuros y sombríos, aquí se refleja la alegría que también existe en esos barrios marginales.
R: A mí me interesaba mucho mostrar esta situación. En circunstancias muy complejas, el ser humano puede encontrar un lugar, un momento, aunque sea por amor, amistad o compañerismo, por un deporte, un momento de alegría. Los olvidados tenían una negrura muy grande, pero era la visión de un maestro como Buñuel, a quien yo admiro... Pero yo entro en el barrio donde vive la protagonista y no veo sólo criminalidad, oscuridad o llanto. Veo también alegría. Veo gente tomando mate y viendo un partido. Veo que tienen su murga y cantan y tienen su noche de fiesta, donde bailan... Eso sigue siendo importante. ¿Por qué no mostrarlo? Al mismo tiempo, estamos sacando a la luz situaciones que padecen los chicos adolescentes... Yo pienso que hay mucho descuido, que se está mirando hacia otro lado. El otro día, escuché una noticia de España que me dio mucha tristeza. Y era que habían quitado la asignatura de Música de los Institutos (la directora argentina se refiere a esto). ¿Cómo vas a sacar a un chico algo que es tan vital para él como es la música? Justamente en los colegios, cuando es puente para que los chicos vayan al colegio, para que cuenten lo que les pasa, para que, por ejemplo, rapeen sobre sus vivencias y cuenten una situación. Pienso en los pobres profesores de Música que les dicen que ya no los necesitan... Y pensaba en los chicos. Sé que es una estupidez pero es un detalle que revela una tendencia profunda. ¿Es posible que a veces retrocedamos tanto? Porque, muchas veces, los chicos no tienen voz propia. Son los adultos los que debemos dársela. Cuando escucho esta noticia, me dan ganas de sacar a los chicos a la calle y que canten y que protesten... Sé que es una estupidez pero es una señal de algo.
P: ¿Hasta qué punto es necesario crear canales alternativos de distribución para determinado tipo de cine?
R: Es necesario. Creo que hay que dar un giro copernicano en relación al cine de autor. Habría varias opciones. Una de ellas es internet. Lamentaría perder las salas de cine pero prefiero llegar con mi película a través de la pantalla de internet. Pero, para ello, internet tiene que estar muy regularizado, cosa que todavía no está. La gente lo utiliza pero para descargar de forma pirata las películas o copiarla en DVD y venderla en la calle, lo que nosotros llamamos los "manteros". Así se ve mucho cine pero, exceptuando Netflix y otros sitios similares, la gente no está acostumbrada a pagar por internet. Sé que mi película la va a ver mucha gente por internet pero a mí de dinero no me viene nada. Internet puede ser una herramienta de futuro pero hay que resolver el problema de los derechos de autor. Creo que también hay la posibilidad de las salas alternativas. Pero ello depende muchísimo de las políticas culturales de cada país y nuestros países no son los que más ayudan. Pero, ojo, hoy día, con una pantalla blanca, treinta o cuarenta butacas y simplemente un blu-ray pasas una película muy bien pasadita y la ves perfecta. En vez de estar con un cine de 300 o 500 espectadores, puedes estar en una sala pequeña, rodeada de buenos bares, buenas librerías... En vez de estar en la sala de tu casa, la ves en una pantalla más linda, bien situada y ahí las políticas de Estado pueden ayudar un poquito. Y, luego, está la educación del espectador. Que para los chicos que no están acostumbrados a ir al cine o que sólo están acostumbrados a ver las películas de las majors norteamericanas, se firmen convenios con los colegios para que tengan una videoteca y los chicos tengan su hora de cine semanal. No es que yo esté en contra de Monsters S. A. de la Pixar, a mí me encanta Monsters S. A., pero no puede ser que los chicos sólo estén acostumbrados a ver a un tipo de películas porque no conocen otros ritmos, otros montaje, otras historias, no conocen el cine de su país... Si viniera un marciano acá con una computadora, sacaría diez proyectos en cinco minutos para que el cine pueda verse. Pero hay que ayudar. Y ahí empiezan los problemas... Me parecen interesantes los blogs de cine. Porque internet es el medio por el que la gente hoy se comunica. La gente puede quedar para ver la película juntos y después comentarla. Hay miles de caminos. Pero está perdido el tema de las multisalas donde hay doce salas, ocho son para el cine estadounidense y queda una sala para el cine de nuestro país y el de alguna película europea.
P: Una última pregunta. El tema de que el chico protagonista esté disfrazado de Spiderman, ¿qué intención tiene?
R: Es real. Había un chico en la línea D del metro de Buenos Aires que estuvo muchos años haciendo los juegos malabares disfrazado de Hombre Araña. Y, cuando piensas en un personaje, piensas en todo lo que implica el personaje. Piensas en las redes, que no tiene redes, que es un antihéroe pero es un héroe... Es como si fuera el tema del Hombre Araña pero visto desde otro punto de vista.
R: Es real. Había un chico en la línea D del metro de Buenos Aires que estuvo muchos años haciendo los juegos malabares disfrazado de Hombre Araña. Y, cuando piensas en un personaje, piensas en todo lo que implica el personaje. Piensas en las redes, que no tiene redes, que es un antihéroe pero es un héroe... Es como si fuera el tema del Hombre Araña pero visto desde otro punto de vista.
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