VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS (o “el brillo de una canción”)



ASIGNATURAS PENDIENTES
 

VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS (o “el brillo de una canción” *)

TÍTULO: Vivir es fácil con los ojos cerrados. TÍTULO ORIGINAL: Vivir es fácil con los ojos cerradoAÑO: 2013. NACIONALIDAD: España. DIRECCIÓN Y GUIÓN: David Trueba. MÚSICA ORIGINAL: Pat Metheny. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Daniel Vilar. MONTAJE: Marta Velasco.  INTÉRPRETES PRINCIPALES: Javier Cámara, Natalia de Molina, Francesc Colomer, Ramón Fontserè, Rogelio Fernández, Jorge Sanz, Ariadna Gil. PÁGINA WEB OFICIAL: http://viviresfacilconlosojoscerrados.wordpress.com/ y https://es-es.facebook.com/viviresfacillapelicula.


En “La autopista del sur”, cuento de Julio Cortázar publicado en su libro Todos los fuegos el fuego (título que incluye una incongruencia gramatical o solecismo, algo que tiene su importancia en la película que hoy comento), se produce un enorme atasco en la autopista que va entre Fontainebleau y París, el cual se prolonga durante varios meses. A raíz del mismo, surge espontáneamente una especie de comunidad ideal que se disuelve, como si no hubiera sucedido nada, cuando el colapso llega a su fin (el cuento, por cierto, fue adaptado para el cine por Luigi Comencini en 1979, bajo el nombre de El gran atasco y con las actuaciones de un destacado reparto del que hay que citar -entre otros- a Alberto Sordi, Annie Girardot, Fernando Rey, Ángela Molina, Marcello Mastroianni, Stefania Sandrelli, Ugo Tognazzi, Miou-Miou, Gérard Depardieu, Francisco Algora, José María Prada, José Vivó y José Sacristán). Vivir es fácil con los ojos cerrados también podría hablar de un paréntesis en la vida de tres personas (un profesor de inglés que quiere hablar con John Lennon durante la estancia de este en un rodaje en Almería y dos jóvenes que se han escapado de un entorno que les ahoga), paréntesis que se cierra de forma tan inesperada como se abrió. Pero la película no se centra claramente en ese tema.

En La tentación (A Walk on the Moon, 1969) de Tony Goldwyn, Diane Lane y Viggo Mortensen vivían un romance (adúltero por parte de ella) a la vez que las noticias de la llegada del hombre a la Luna y de la celebración del Festival de Woodstock impactaban con gran fuerza en la sociedad estadounidense. También podríamos pensar que Vivir es fácil… intenta hacer algo parecido, marcando paralelismos entre el desarrollo de hechos de gran relevancia y las vivencias de los protagonistas. Pero tampoco. Porque, aunque algunas imágenes al principio sirven para contextualizar la época en que se desarrolla la acción, enseguida esa vertiente de la historia pasa a un segundo lugar.

En Lejos del cielo (Far from Heaven, 2002), Todd Haynes utilizaba el modelo del melodrama más clásico (el de Douglas Sirk) para abordar aquello que no se mostraba en la época en que dicho modelo conoció su apogeo y narraba cómo Julianne Moore se enfrentaba a la revelación de la homosexualidad de su marido. Pero Vivir es fácil..., aunque emplea a conciencia un tono muy sesentero en su fotografía y se esmera en reconstruir muchos detalles de esa década, no se atreve a realizar una propuesta estética tan arriesgada como la que proponía la película citada.

También cabía la opción de hacer algo parecido a lo que Cameron Crowe hizo en Casi famosos (Almost Famous, 2000), poniendo en primer plano la importancia del rock y del pop en la juventud de los 60 y construyendo, sobre esa base, una historia de maduración. No se puede negar que algo de eso hay. Pero tampoco parece ser el eje de la película de David Trueba.

Porque el gran problema de Vivir es fácil con los ojos cerrados es que, a fuerza de querer ser muchas cosas, no acaba decantándose por ninguna.






El problema de raíz que tiene la película acaba reflejándose en un guión con claros desajustes. No se entiende por qué tardamos tanto en saber qué es lo que motiva al profesor a hacer un viaje, de resultado tan incierto, con la difícil intención de hablar con una de las más grandes estrellas musicales del momento (sobre todo, porque ya que ello está inspirado en el viaje real que hizo un profesor de Cartagena, Juan Carrión, no habría problema en relevar desde el primer momento lo que empuja al protagonista). No acaba de resultar del todo convincente cómo, en ocasiones, los personajes se comportan según una mentalidad ajustada al entorno que es descrito en la película y, en otras, parecen seguir una mentalidad plenamente contemporánea. Y tampoco llega a estar claro cuál es la apuesta del director sobre quiénes son los verdaderos protagonistas del film: ¿el profesor?¿la pareja de jóvenes?

A pesar de todo ello, Vivir es fácil... es una película que se deja ver con agrado si no profundizamos demasiado en sus pliegues y estructuras. En primer lugar, porque logra tener un conseguidísimo tono de época, gracias al ya comentado estilo de su fotografía y, sobre todo, a la minuciosa reconstrucción de los elementos que integran el escenario de la historia: ropas, peinados, coches, carreteras, películas, afiches y canciones nos van sumergiendo en la España de hace casi cincuenta años con habilidad y precisión y son capaces de crear una atmósfera que acaba convirtiéndose en uno de los ejes fundamentales del film.

En segundo lugar, hay que mencionar la magnífica actuación de todo el reparto. Sin excepción, todos los intérpretes encarnan de forma absolutamente convincente a sus personajes logrando transmitir una sensación de verdad que se convierte en otra de las piezas básicas de la película. Hay que destacar, no obstante, las actuaciones de Javier Cámara y Natalia de Molina (que ganaron los Goya 2013 a la Mejor Interpretación Masculina y a Actriz Revelación, respectivamente), que sobresalen por encima de una media ya de por sí bastante alta.

Por todo lo dicho, no puedo dejar de considerar que, a pesar de los méritos del film, el hecho de que haya ganado el Goya 2013 a la Mejor Película resulta una distinción desproporcionada si atendemos al nivel de otros títulos del año pasado que, como ya dejé constancia con el ranking que publiqué en su día, me parecen claramente superiores.

De todas formas, lo verdaderamente importante: es que siempre nos quedarán los Beatles.





Nota (de 1 a 10): 7.

Lo que más me gustó: Su conseguido tono de época. Todo el reparto y, en especial, Javier Cámara y Natalia de Molina.

Lo que menos me gustó: Los desajustes en el guión.


* "El brillo de una canción" es el título de una canción (valga la redundancia) del grupo malagueño Danza invisible







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