THE PURGE: LA NOCHE
DE LAS BESTIAS (o donde fueres, haz lo que vieres)
TÍTULO: The Purge: La noche de las bestias. TÍTULO ORIGINAL: The
Purge. AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Estados
Unidos-Francia. DIRECCIÓN Y GUIÓN: James DeMonaco. MÚSICA ORIGINAL: Nathan Whitehead. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Ethan
Hawke, Lena Headey, Max Burkholder, Adelaide Kane, Edwin Hodge, Rhys Wakefield,
Tony Oller, Arija Bareikis, Tom Yi, Chris Mulkey, Tisha French, Dana Bunch,
Peter Gvozdas, John Weselcouch, Alicia Vela-Bailey. PÁGINA WEB OFICIAL: http://thepurgeintl.com/es/.
No son precisamente pocas las películas que muestran cómo la masa saca lo
peor de sí misma y desata una ola de violencia y tendencias autoritarias que
muestran los instintos depredadores agazapados dentro del alma humana. Ya en
las lejanas (pero magistrales) M, el
vampiro de Düsseldorf (1931) o Furia (1936)
de Fritz Lang se narraba ese carácter brutal y opresor que puede llegar a tener
el individuo cuando se agrupa. La mezcla de pesimismo y análisis sociológico
presente en dichos films sirvió de guía para otros títulos como Conspiración de silencio (1955) de John
Sturges, El señor de las moscas (1963)
de Peter Brook, La jauría humana (1966)
de Arthur Penn, La presa desnuda (1966)
de Cornel Wilde, La naranja mecánica (1971)
de Stanley Kubrick, Perros de paja (1971)
de Sam Peckinpah, El enemigo del pueblo (1978)
de George Schaefer, En el abismo (1979)
de Jonathan Kaplan, Los jueces de la ley (1983)
de Peter Hyams, Querida Wendy (2004)
de Thomas Vinterberg, La ola (2008)
de Dennis Gansel, La cinta blanca (2009)
de Michael Haneke o la reciente La caza (2012)
de Thomas Vinterberg,
donde la agresividad se manifiesta de forma sutil y sibilina. Otras veces,
prescindiendo de la dimensión colectiva de la expresión de la violencia, el
énfasis se ha centrado, simplemente, en la pulsión violenta (y, muchas veces,
criminal) que anida en todos nosotros y que aflora de forma fría y despiadada
como ocurre en El coleccionista (1965)
de William Wyler, Callejón sin salida (1966)
de Roman Polanski, 2001: Una odisea del espacio (1968) de Stanley Kubrick,
Las pistolas del infierno (1968) de
Jerry Thorpe, Taxi Driver (1976) de
Martin Scorsese, The Killer Inside Me (1976)
de Burt Kennedy y El demonio bajo la piel
(2010) de Michael Winterbottom – adaptaciones ambas de la novela El asesino dentro de mí de Jim Thompson,
autor imprescindible del género negro-, Acorralado
(1982) de Ted Kotcheff, Coto de caza (1983)
de Jorge Grau, Acero azul (1989) de
Kathryn Bigelow o Funny Games (de
Michael Haneke, en sus dos versiones de 1997 y 2007). Por supuesto, el género criminal
y de terror ha recogido el tema y obras como El gato negro (1934) de Edgar Ulmer, La soga (1948), Extraños en
un tren (1951) y Psicosis (1960)
de Alfred Hitchcock, Impulso criminal (1959),
El estrangulador de Boston (1968) y El estrangulador de Rillington Place (1971)
de Richard Fleischer, El fotógrafo del
pánico (1960) de Michael Powell, La
noche de los muertos vivientes (1968) de George A. Romero, ¿Quién puede matar a un niño? (1976) de
Narciso Ibáñez Serrador, Los chicos del
maíz (1984) de Fritz Kiersch o Seven (1995)
de David Fincher nos hablan de tendencias asesinas con múltiples matices y
variantes. En un cruce de caminos entre todas estas tendencias, se sitúa The Purge: La noche de las bestias.
En un futuro cercano, en Estados Unidos, se ha instaurado la posibilidad
de que, durante una noche al año, haya barra libre para que cada sujeto
desahogue su violencia y pueda matar a quien desee sin que ello sea castigado
de ningún modo. La llamada “noche de la purga” es contemplada como un mecanismo
de liberación y purificación que, paradójicamente, ha traído la paz y la
prosperidad al país. A partir de esta premisa narrativa, la película puede ser
interpretada según distintos niveles de lectura que van desde el análisis de la
psicología humana hasta la crítica a determinadas circunstancias sociales y
políticas que se han convertido en señas de identidad de nuestra época. Porque
la violencia que se desata, no se aplica por igual a cualquier individuo: acaba
concentrándose en aquellos estratos sociales que no pueden pagarse su
protección. De esta forma, la película acaba siendo la disección de unos
tiempos en los que los más débiles quedan expuestos al albur de cualquier
capricho o eventualidad.
La historia de este film se resuelve en sólo 85 minutos, de modo que el
mismo queda encuadrado dentro del grupo de miniaturas con vocación de funcionar
como mecanismos perfectos de relojería, breves pero intensas, secas pero
contundentes, quedando, por ello, emparentadas con títulos como los westerns que dirigiera Budd Boetticher
teniendo como protagonista a Randolph Scott (Tras las pista de los asesinos –1956-, Los cautivos -1957-, Buchanan
cabalga de nuevo -1958-, Cabalgar en
solitario -1959-, Estación comanche -1960-),
películas que, en poco más de una hora, despachaban la trama y que se
caracterizaban por su fuerza y concisión. De modo similar, The Purge: La noche de las bestias está diseñada a base de un
magistral crescendo narrativo y unas
eficaces interpretaciones, hilvanado todo ello con unos detalles visuales (el
robot del hijo, las máscaras de la banda violenta, las puertas metálicas que
protegen la casa de la familia protagonista) y unos elementos de guión (los
noticiarios que van apareciendo a lo largo de la película y en los títulos de
crédito finales) que articulan una historia potente y de fuerte expresividad.
Posiblemente, su único defecto es que ha asumido en exceso su condición
de título menor (su presupuesto se ha elevado a la irrisoria cifra de 3
millones de dólares, aproximadamente) y ello le impide ser una película de
mayor enjundia de la que, finalmente, es. Pese a ello, es un título absolutamente
recomendable y que engancha inteligentemente al espectador desde el primer
hasta el último momento.
Nota (de 1 a 10): 7,5.
Lo que más me gustó: Un crescendo
narrativo hábilmente manejado. La sencillez con que combina género de
terror y reflexión sociopolítica.
Lo que menos me gustó: Podría ser más de lo que finalmente es.
Comentarios
Publicar un comentario