La entrada de hoy está dedicada a mi amiga Lourdes López Macías, que fue la primera en apreciar la calidad de "La mejor oferta".
HANNAH ARENDT (o “intentar comprender no es lo mismo que perdonar”)
TÍTULO: Hannah Arendt. TÍTULO
ORIGINAL: Hannah Arendt. AÑO: 2012. NACIONALIDAD: Alemania-Francia-Luxemburgo. DIRECCIÓN:
Margarethe von Trotta. GUIÓN:
Pam Katz y Margarethe von Trotta. MÚSICA ORIGINAL: André Mergenthaler. INTÉRPRETES
PRINCIPALES: Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janet McTeer, Julia Jentsch, Ulrich
Noethen, Michael Degen, Nicholas Woodeson, Victoria Trauttmansdorff, Klaus
Pohl, Friederike Becht. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.surtseyfilms.es/peliculas/hannah-arendt/.
El 11 de mayo de 1960, el Mossad capturó al norte de Buenos Aires al
criminal de guerra nazi Adolf Eichmann (el máximo responsable de la
organización logística del Holocausto) y lo trasladó, nueve días más tarde, de
manera oculta a Israel. Aparte del conflicto diplomático que se originó por
esta operación de los servicios secretos del Estado hebreo, la polémica más
importante que se originó fue a raíz de la celebración del juicio posterior del
anterior jerarca nazi en la ciudad de Ramla el cual fue cubierto para la
revista The New Yorker por la
filósofa alemana Hannah Arendt,
quien era judía, tuvo que huir de Alemania con la llegada de Hitler al poder y
estuvo recluida en un campo de internamiento francés tras la invasión germana
del país galo. En el largo artículo que publicó para exponer su visión del
proceso (Eichmann en Jerusalén: Unestudio sobre la banalidad del mal),
defendió dos tesis que causaron una enorme controversia:
1.- La primera, que, frente a la visión convencional de un Eichmann como
representación absoluta del mal, ella realmente lo veía como un ser mediocre
que no tenía nada de extraordinario y que se había limitado a ser un obediente
servidor que se había limitado a cumplir órdenes. Para Arendt, ello no
constituía ningún atenuante sino que era la muestra de cómo un régimen
totalitario consigue que el sujeto logre apagar su sentido crítico y su
capacidad de razonamiento para convertirse en un simple títere que lo único que
hace es seguir las directrices que le marcan sin poner en duda las mismas. Es
decir, el totalitarismo implicaba el fin de la condición del ser humano como
sujeto moral.
2.- La segunda tesis suponía una profunda crítica al papel de los
consejos judíos, que habían sido promovidos por el nazismo y que, pese a que se
convirtieron en la referencia para el pueblo hebreo y acabaron ostentando una
cierta función de liderazgo, acabaron colaborando con los nazis en la
organización del Holocausto al participar en la identificación de los
habitantes de los guetos y en la elaboración del inventario de sus bienes. Para
Arendt, si los consejos judíos no hubieran existido, la cifra de muertos por el
Holocausto hubiera sido menor de la que realmente fue ya que los nazis se
hubieran encontrado con mayores trabas y obstáculos para ejecutar su acción.
Ambas tesis, que tenían un papel reducido en un largo artículo de 300
páginas que se fue
publicando a lo largo de cinco entradas en la revista antes mencionada, fueron,
no obstante, las protagonistas de una áspera polémica posterior, en la que se
acusaba a Arendt de intentar exculpar, al menos parcialmente, a Eichmann y, por
otra parte, de acusar al pueblo judío de su propio intento de exterminio. Esta
polémica es la que ocupa la parte central del film de Margarethe von Trotta y
constituye su eje fundamental.
Resulta, hasta cierto punto,
sorprendente que los dos postulados antes expuestos pudieran causar tantos
problemas a la filósofa alemana, sobre todo porque, más que ser atacados por lo
que literalmente querían decir, fueron retorcidos en su interpretación para
hacerlos más fácilmente atacables. Ni Arendt exculpaba a Eichmann ni hacía
responsables a los judíos de su propio genocidio. A lo que apuntaba era al
hecho de que, lo peor en un régimen totalitario, era que los individuos prescindían
de su dimensión moral y, de una manera fría, burocrática y sin reflexión sobre
las consecuencias de sus actos podían cometer los actos más atroces sin ningún
tipo de remordimiento de conciencia posterior.
Que esta opinión supusiera que
Arendt fuera criticada sin piedad invita a una reflexión sobre las causas del
ataque. Es inevitable pensar que, en el fondo, los argumentos de Arendt se
dirigieran, no sólo a los hechos acaecidos durante el mandato de Hitler, sino
que, en un sentido más profundo, acababan siendo un diagnóstico del gran mal de
nuestro tiempo: el individuo, con miedo a asumir las consecuencias de sus
propios actos, se entrega al calor confortante de la burocracia para diluir su
papel en la marcha de los acontecimientos y parapetarse tras la mecánica de los
procedimientos para abdicar de su responsabilidad en los mismos. En la medida
en que Arendt apuntó a ese mal esencial, era lógico que se rebelaran quienes
pretendían acogerse a su perversa dinámica para vivir en el reino de la “irresponsabilidad”
permanente.
Aunque el film desarrolla con
gran rigor, precisión y claridad su tema central y la interpretación de Barbara
Sukowa es bastante convincente, quizás cabe achacarle una cierta limitación en
su uso de los recursos visuales y una gran pobreza en los flash-backs que relatan el pasado de la protagonista. De este modo,
la película acaba apasionando más por el tema que trata que por el tratamiento
que se le da al mismo. No obstante, su gran fuerza y profundidad hacen que la
cinta sea vista con interés e invite, sobremanera, a su reflexión y discusión
posterior. Y, sobre todo, el uso de las imágenes reales de Eichmann durante su
juicio en Israel nos obliga a mirar al mal frente a frente e intentar discernir
su auténtica condición.
Nota (de 1 a 10): 7,5.
Lo que más me gustó: La claridad con que se desarrolla el tema
central del film.
Lo que menos me gustó: Visualmente, es muy limitado. Sobre todo,
hay que incluir en su debe la pobreza narrativa de los flash-backs.
LA MEJOR OFERTA (o la falsificación considerada como una de las bellas
artes)
TÍTULO: La mejor oferta. TÍTULO
ORIGINAL: La migliore offerta. AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Italia. DIRECCIÓN
Y GUIÓN: Giuseppe Tornatore. MÚSICA
ORIGINAL: Graham Reynolds. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Geoffrey Rush, Jim
Sturgess, Sylvia Hoeks, Donald Sutherland, Dermot Crowley, Liya Kebede, Philip
Jackson, Kiruna Stamell, Lynn Swanson, Miles Richardson, Sylvia De Fanti, Gerry
Shanahan, Anton Alexander, Katie McGovern. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.filmax.com/peliculas/la-mejor-oferta.6.
Giuseppe Tornatore tendrá siempre un rincón en la historia del cine con Cinema Paradiso (1988). La entrañable
historia de un niño que mantiene una relación de estrecha amistad con el
proyector del cine de su pueblo desprendía un calor y una emoción difícilmente
alcanzados en cualquier película de los últimos treinta años y, por ello, tuvo
un gran éxito de público que se ha prolongado en el tiempo al ser una de las
películas recordadas con más cariño por la mayoría de los espectadores. (La
crítica, como suele suceder con este tipo de películas, fue más tibia).
Desde entonces, la obra de Tornatore no ha tenido un título de tanto éxito como
este pero con La mejor oferta es muy
posible que haya alcanzado otra cima que haga que los aficionados al séptimo
arte dividan sus opiniones sobre cuál es su mejor película. Y, además, ello le
va a permitir librarse de esa tan temida condición de ser un director de un
único hit para ser considerado como
un maestro de primera fila.
Porque La mejor oferta es un
film que reúne una inmensidad de virtudes y capas narrativas por debajo de su fachada
estrictamente clásica. Sus primeros veinte minutos podrían ser el manual
perfecto de cómo ejecutar la introducción de una película: sin que la trama
empiece a desarrollarse, hay dinamismo y, sobre todo, una presentación excelsa
del protagonista, interpretado por un soberbio Geoffrey Rush. Es inevitable, en
dicho comienzo, mientras vamos viendo los lotes de subasta, recordar el final
de Ciudadano Kane, en el que también los
objetos que pertenecieron al protagonista son vendidos al mejor postor de
manera indiscriminada. Rememorando al Charles Foster Kane de la obra maestra de
Welles, La mejor oferta pone (de modo
sutil) las cartas sobre la mesa y nos muestra cómo su protagonista esconde un
secreto que escinde su personalidad (genial, el detalle de la vela de la tarta
de cumpleaños que divide visualmente su rostro) y que sólo es un eco más de la
mecánica que toda falsificación conlleva.
Porque, llevando ese tema hasta
sus máximas consecuencias, toda la película es una hermosa falsificación que se
muestra en todos y cada uno de los detalles de la misma. Está claro que la
historia se desarrolla en Roma (como comprobamos al ver una panorámica de la
cúpula de San Pedro) pero ni los nombres ni apellidos italianos ni el idioma
(en versión original, se constata que se utiliza todo el tiempo el inglés)
corresponden al escenario donde transcurre la narración. Incluso, la propia
música de Morricone se transfigura para huir de sus habituales toques de estilo
y construir una partitura de sabor clásico que huye de toda innovación y toque
efectista. Y, como una escondida fisura (guinda final de la construcción del
film) que sólo al final será desvelada, utiliza una perfecta factura clásica
para abordar un tema muy propio del cine más actual y que ha sido tratado en
títulos recientes como En la casa o El impostor:
el potencial que tiene el relato de convertirse en instrumento engañoso de
interpretación de la realidad.
Utilizando como cimiento un guión
sólido en el que todas las piezas acaban encajando (como en el autómata que va
cobrando vida conforme avanza la trama) y unas interpretaciones eficaces y
convincentes, si tenemos en cuenta que las dos películas que más me habían
gustado hasta la fecha de este 2013 (El
impostor y Searching for Sugar Man)
eran dos documentales, no me cabe la menor duda que La mejor oferta debo calificarlo como el mejor film de ficción en
lo que llevamos de año. Hermosa visualmente y potente narrativamente, lo que
podía haber quedado en mero ejercicio de estilo se convierte en una poderosa
metáfora de la pérdida del sentido de la realidad a la que nos vemos
arrastrados en esta época que nos ha tocado vivir.
Nota (de 1 a 10): 9.
Lo que más me gustó: Su hermosa factura visual. La interpretación (imponente,
espectacular) de Geoffrey Rush. Un guión sólido como una roca.
Lo que menos me gustó: Ciertos elementos repetitivos en la parte
central del film.
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