LOS ÚLTIMOS CRISTEROS
(o Dreyer resucita en México)
TÍTULO ORIGINAL: Los últimos
cristeros. AÑO: 2011. NACIONALIDAD: México-Holanda. DIRECCIÓN. Matías Meyer.
GUIÓN: Matías Meyer e Israel Cárdenas, adaptando la novela Rescoldo, los últimos cristeros de Antonio Estrada. INTÉRPRETES
PRINCIPALES: Alejandro Limón, Jesús Moisés Rodríguez, Antonio García, Salvador
Ferreiro, Abel Lozano, José Esparza, Sandra Rosales. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA:
Gerardo Barroso Alcalá. MONTAJE: León Felipe González.
Como este blog aparece en la
página web del diario mexicano Reforma,
vamos a salirnos de la Sección Oficial del Festival y vamos a adentrarnos en la
Sección Territorio Latinoamericano, donde, en el día de hoy, ha tenido lugar el
pase de la producción mexicana Los
últimos cristeros.
Este film narra las andanzas de
las últimas partidas que se levantaron en armas contra el Gobierno durante la
llamada Guerra Cristera (1926-1929). El motivo de dicho levantamiento fue la
legislación promulgada por el presidente Plutarco Elías Calles que imponía
fuertes restricciones al libre desenvolvimiento de la Iglesia Católica, La
guerra terminó con el triunfo de las fuerzas gubernamentales y la derrota de
los “cristeros”. Este film narra las andanzas de una de las últimas partidas,
que se negó a acogerse a la amnistía declarada por el Gobierno cuando el
conflicto estaba resuelto. Pero si nos quedamos en la superficie de la
historia, creo que no entenderemos el fondo real de esta película…
Desde el mismo inicio del film,
iremos viendo a unos combatientes derrotados, huyendo como espectros (casi
parecería que se dirigen al Comala de Pedro
Páramo, la novela que publicara Juan Rulfo en 1955, pueblo en el que sólo vivían los
fantasmas del pasado). Apenas se hablan, apenas se miran, todo es una huida
hacia ninguna parte (o quizás hacia un desenlace muy concreto).
Conforme avanza la película,
iremos percibiendo dos influencias muy concretas. Una, por su parecido
temático, la de El fuera de la ley (1976)
de Clint Eastwood. Otra más sutil, proviene del cine ascético de Dreyer (quizás
pasado por el filtro de Carlos Reygadas, compatriota del director). Porque, en
última instancia, de lo que la película nos habla es de un grupo de personas
que se entrega hasta el final a una convicción, que no entiende de términos
medios ni de componendas y se entrega a su idea hasta las últimas
consecuencias. Cuando, al final, veamos a quienes no se han rendido, los
veremos con una estética similar al Cristo crucificado, sumergiéndose en el
agua como una especie de bautismo final para el que no caben imágenes adicionales:
su destino último será su propio sacrificio, sin aceptar pacto que ponga en
cuestión sus convicciones…
En consonancia con este mensaje,
Matías Meyer (que dirigió con anterioridad films como Wadley -2008- o El calambre -2009-)
también lleva hasta sus últimas consecuencias el estilo elegido para el film:
seco, áspero, casi un ejercicio de ascesis que, quizás, el gran público no va a
llegar a entender, pero que es absolutamente coherente con el fondo de la
película.
Nota (de 1 a 10): 7.
Lo que más me gustó: lleva su estilo hasta las últimas
consecuencias.
Lo que menos me gustó: no va a ser una película mayoritaria.
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