LOS IDUS DE MARZO (o lo que "La venganza de los Sith" no supo contar) // LUCES DE LA CIUDAD // DANZAD, DANZAD MALDITOS


Hoy, hablamos de Los idus de marzo de George Clooney, de Luces de la ciudad de Charles Chaplin y de Danzad, danzad, malditos de Sidney Pollack.




TÍTULO: Los idus de marzo. TÍTULO ORIGINAL: The Idus of March. AÑO: 2011. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN: George Clooney. GUIÓN: George Clooney, Grant Heslov y Beau Willimon, según una obra de este último. MÚSICA ORIGINAL: Alexandre Desplat. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Ryan Gosling, George Clooney, Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Evan Rachel Wood, Marisa Tomei, Jeffrey Wright, Max Minghella, Gregory Itzin. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.losidusdemarzo-lapelicula.es/.

Hollywood siempre ha mostrado un gran interés por mostrar los avatares y recovecos de la política estadounidense a partir de ficciones que pretenden ser un retrato fiel de la realidad. Desde Caballero sin espada (1939) de Frank Capra, pasando por El gran McGinty (1940) de Preston Sturges, Juan Nadie (1941) de Frank Capra, El político (1949) de Robert Rossen, Un león en las calles (1953) de Raoul Walsh, El último hurra (1958) de John Ford, Tempestad sobre Washington (1962) de Otto Preminger, The Best Man (1964) de Franklin J. Schaffner, El candidato (1972) de Michael Ritchie, Bienvenido, Mr. Chance (1979) de Hal Ashby, Ciudadano Bob Roberts (1992) de Tim Robbins, La cortina de humo (1997) de Barry Levinson, Primary Colors (1998) de Mike Nichols, Bulworth (1998) de Warren Beatty, hasta llegar a Los idus de marzo (2011) de George Clooney.






En El Príncipe, Nicolás Maquiavelo escribió: “Hay tanta distancia de cómo se vive a cómo se debería vivir, que el que deja el estudio de lo que se hace para estudiar lo que se debería hacer aprende más bien lo que debe obrar su ruina que lo que debe preservarle de ella: porque un hombre que en todas las cosas quiere hacer profesión de bueno, entre tantos que no lo son, no puede llegar más que al desastre. Por ello, es necesario que un príncipe que quiere mantenerse aprenda a poder no ser bueno, y a servirse de ello o no según las circunstancias”. Estas palabras escritas en 1513 se pueden seguir aplicando, nos guste o no, a una parte importante de lo que es la política: las intrigas, las conspiraciones, el juego sucio que se desarrollan entre bambalinas y que acaban determinando, en buena medida, quién ostenta el poder y quién lo pierde.

De esto habla Los idus de marzo y lo hace con gran brillantez y consistencia. Da la triple casualidad de que se ha estrenado, precisamente, en marzo, coincidiendo, además, con año electoral en Estados Unidos y casi al mismo tiempo que se han celebrado las primarias de Ohio, acontecimiento que ocupa un lugar central en el argumento de la película. Tras verla, llegamos a la conclusión que se merece más nominaciones a los Oscar de las que recibió finalmente. Está magnífico todo el plantel, desde Ryan Gosling en el papel protagonista, pasando por George Clooney (en una interpretación muy superior a la de Los descendientes, por lo que no se explica que se ensalzara tanto la de esta última y que los críticos hayan pasado de puntillas por su interpretación en el film que ha dirigido), Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Marisa Tomei, Jeffrey Wright (estos cuatro con el magnífico nivel a que nos tienen acostumbrados en sus últimas apariciones), hasta llegar a los más jóvenes como Evan Rachel Wood y Max Minghella.

Y la moraleja final de la película es muy distinta a la que, en principio, podríamos imaginarnos. A pesar de que, por la filiación política de Clooney (que se mueve en la órbita del Partido Demócrata), podríamos pensar que el film puede ser una defensa del idealismo, su conclusión está más cerca, quizás involuntariamente, de ciertos postulados del Partido Republicano: deberíamos desconfiar, casi por sistema, de los políticos y de sus prácticas. Recordemos, a este respecto, el discurso con el que Ronald Reagan inauguró su mandato en 1981: “De vez en cuando he estado tentado de creer que la sociedad se había convertido en demasiado compleja para manejarse por autogobierno, que el gobierno por medio de un grupo de élite es superior al gobierno para, por y del pueblo. Bien, si nadie entre nosotros es capaz de gobernarse a sí mismo, ¿quién entre nosotros tiene la capacidad de gobernar a otro?”.

Como se dice en la novela Los idus de marzo (1948), de Thornton Wilder, de donde esta película ha tomado el título: “El hechizo de esta reina disminuye grandemente cuando se la ve muy de cerca”. Pues eso…


Nota (de 1 a 10): 8,5.

Lo que más me gustó: Todo el reparto está magnífico.

Lo que menos me gustó: Los guionistas tendrían que haber trabajado más el personaje que interpreta la actriz Evan Rachel Wood.

* * *


A partir de esta entrada, vamos a ir incluyendo dos secciones nuevas en el blog. La primera de ellas, CLÁSICOS ETERNOS, hará referencia a títulos emblemáticos de la historia del cine. La segunda,  JOYAS OCULTAS, hablará de títulos menos divulgados que merezcan ser conocidos por el gran público o títulos destinados a segmentos más minoritarios, paladares exquisitos o excéntricos sin remedio. En ambos casos, incluiremos los datos del film, algunos detalles del mismo e intentaremos alentar la curiosidad del lector para que le entren ganas de ver la película.


CLÁSICOS ETERNOS:  

LUCES DE LA CIUDAD (1931) de Charles Chaplin.

TÍTULO: Luces de la ciudad. TÍTULO ORIGINAL: City Lights. AÑO: 1931. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN, GUIÓN y MÚSICA ORIGINAL: Charles Chaplin. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Charles Chaplin, Virginia Cherrill, Florence Lee y Harry Myers. DURACIÓN: 87 minutos.


De la misteriosa e incierta biografía de Charles Chaplin, sabemos que los primeros años de su vida los pasó en un circo. Pienso que sólo este hecho puede explicar que todas las películas que dirigió parezcan caminar como un funambulista sobre el alambre: ¿se caerá?¿no se caerá? En cualquier momento, parece que la película se va a precipitar sobre el suelo pero, de forma milagrosa, sigue en pie y consigue llegar, victoriosa y majestuosa, al otro extremo, es decir, a su final.

Fijémonos, por ejemplo, en el argumento de Luces de la ciudad: un vagabundo (Chaplin) se encuentra con una vendedora de flores ciega. Esta piensa que el vagabundo es rico. El vagabundo se enamora de ella y decide no sacarla del error y se dedica a ayudarla. Caer en el melodrama fácil parece inevitable. Pero, sin que lleguemos a saber muy bien cómo, el film se sobrepone al argumento imposible para trenzar una fina obra de orfebrería.






Hay dos elementos que son fundamentales en Luces de la ciudad. El primero es su perfeccionismo. La escena en la que la chica ciega llega a la conclusión de que el vagabundo es un  millonario es un buen botón de muestra. El rodaje estuvo paralizado durante varias semanas porque a Chaplin no le acababa de convencer cómo quedaba la escena y no quería  avanzar sin que ese punto quedara resuelto. Al final, encontró la solución: sencilla, en tono de comedia y con una naturalidad pasmosa (tanto más sorprendente en la medida en que sólo llegó a ese resultado tras decenas de intentos desechados). Ese afán por depurar cada secuencia hasta dejarla en su punto justo (sin que nada falte, sin que nada sobre) se percibe a lo largo de todo el metraje, de forma que el film logra alcanzar un prodigioso equilibro, tanto más meritorio en función de lo que ahora explicaremos. El segundo punto es, paradójicamente,  su tono de modernidad, a pesar de tratarse de una película muda (a Chaplin nunca le convenció el cine sonoro): la cinta evita todo atisbo de pomposidad, para ser grácil y ligera, con unos detalles que sólo aparecerán con el neorrealismo, el postneorrealismo y la nouvelle vague. Hay que mencionar, sobre todo, el tono irreverente con la autoridad (patente en la primera secuencia), la mezcla de drama y comedia (en relación a este último aspecto, resulta antológica la secuencia completa del combate de boxeo), la sistemática ausencia de subrayados, la caracterización casi impresionista de los personajes (a destacar el amigo potentado del vagabundo, que sólo lo recuerda cuanto está borracho)…






Si no se acaban de creer el tono moderno de Chaplin, basta decir que dos directores tan innovadores como Pier Paolo Pasolini (en Los cuentos de Canterbury –1972-) y Bernardo Bertolucci (en Soñadores -2003- ) homenajean al genial cómico, lo cual confirma la influencia de su estilo en los representantes más avanzados del lenguaje cinematográfico.

Y si todo esto no es suficiente para atraer el interés por el film, hay que mencionar que, sin duda, incluye el momento cumbre de la historia del cine. Porque no lo duden: no hay nadie que haya podido superar aún los últimos tres minutos y medio de esta película. Su glorioso desenlace es el justo broche final a una absoluta obra de arte.


Nota (de 1 a 10): 10.

Lo que más gustará: El desenlace (no hay adjetivos suficientes para calificarlo). La secuencia completa del combate de boxeo (es decir, incluyendo las escenas previas en los vestuarios).

Lo que menos puede gustar: El que sea una película muda (aunque después del éxito de The artist, este inconveniente puede ser fácilmente superable).


JOYAS OCULTAS: 

DANZAD, DANZAD, MALDITOS (1969) de Sidney Pollack

TÍTULO: Danzad, danzad, malditos. TÍTULO ORIGINAL: They Shoot Horses, Don`t They? AÑO: 1969. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN: Sidney Pollack. GUIÓN: James Poe y Robert E. Thompson, basándose en una novela de Horace McCoy. MÚSICA ORIGINAL: Johnny Green. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Jane Fonda, Michael Sarrazin, Sussanah York, Gig Young, Red Buttons, Michael Conrad, Bruce Dern, Al Lewis. DURACIÓN: 129 minutos.

Evidentemente, en los años 30 no existían los reality-shows. A finales de los 60, tampoco. Pero en los duros años inmediatamente posteriores a la Gran Depresión, sí existían los maratones de baile. Y los mecanismos que funcionaban en los mismos, reflejado en la novela de Horace McCoy They Shoot Horses, Don´t They (1935) –título que puede ser, más o menos, traducido como: ¿Acaso no disparan a los caballos?-, nos resultarían tremendamente familiares. Y los mismos fueron brillantemente reflejados en esta película de Sidney Pollack, que consiguió 9 nominaciones a los Oscar.

Para conseguir que el público se interese por la evolución del concurso, sus organizadores consiguen atraer la atención sobre determinadas parejas participantes, en función de sus circunstancias personales y sus motivos para participar en el duro certamen, de forma que hay espectadores que se identifican con ellos y les apoyan para que sean los vencedores finales (¿les suena de algo este truco?).






Danzad, danzad, malditos es una película dura, tremendamente dura, porque habla de personas que, por una situación de absoluta necesidad económica, se ven obligadas a sumergirse en una vorágine infernal donde lo ganas todo o te sigues quedando sin nada. Pero, si esa dureza no queda suficientemente clara, la película nos depara un final tremendamente amargo, uno de los más impactantes que cualquier espectador recordará, pero que es el mejor reflejo de la desolación y la desesperanza.

Danzad, danzad, malditos no deja ningún resquicio para el optimismo, pero cuando vemos los “juguetes rotos” que, en la actualidad, la televisión va dejando a su paso, cuando vemos las estrellas efímeras que, tras unas semanas, meses o pocos años de éxito, acaban siendo devoradas por su propia y enclenque fama, nos daremos cuenta que esta historia ya ha sido narrada por esta magnífica película dirigida por quien, 16 años después, triunfaría con Memorias de África.






Nota (de 1 a 10): 9.

Lo que más gustará: los paralelismos con los reality-shows del presente no pasarán inadvertidos.

Lo que menos puede gustar: no deja ningún espacio para elementos positivos.

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TRÁILERS DE PRÓXIMOS ESTRENOS

GRUPO 7

El próximo 4 de abril, se estrena el nuevo film del sevillano Alberto Rodríguez (El factor Pilgrim, El traje, 7 vírgenes, After), el cual está protagonizado por Antonio de la Torre, Mario Casas e Inma Cuesta.



 
CUANDO TE ENCUENTRE

El próximo 25 de mayo, se estrena el nuevo film de Scott Hicks (Shine), protagonizado por Zac Efron y Taylor Schilling.




TENEMOS QUE HABLAR DE KEVIN

El 16 de marzo, se estrena este inquietante film protagonizado por Tilda Swinton y John C. Reilly.






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