LOS PASOS DOBLES (o aquello que el cine esconde)


TÍTULO: Los pasos dobles. AÑO: 2011. NACIONALIDAD: España-Suiza. DIRECCIÓN: Isaki Lacuesta. GUIÓN: Isa Campo e Isaki Lacuesta. MÚSICA ORIGINAL: Gerard Gil. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Bokar Dembele, Miquel Barceló, Alou Cissé, Hamadoun Kassogue, Amon Pegnere Dolo, Amassagou Dolo, Abinum Dolo, Soumaïla Sabata, Djenebou Keita, Mahamadou Camara. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.avalonproductions.es/lospasosdobles/.

Si cuando hablamos de El árbol de la vida, comentamos la polémica generada por las distintas opiniones de la crítica en torno a la película, hoy nos encontramos con un caso parecido con Los pasos dobles de Isaki Lacuesta. Tras su pase en último Festival de San Sebastián, la rueda de prensa fue, especialmente, áspera, llegando a producirse, según palabras de uno de los asistentes, dos ataques –uno más educado que otro, si atendemos a las crónicas- al director por parte de periodistas presentes, a los cuales Isaki Lacuesta respondió con bastante enfado. El pintor Miquel Barceló, quien interviene en el film, viendo el cariz que iban adoptando los acontecimientos, llegó a afirmar que “veo que los críticos de cine son aún peores que los críticos de arte”. Cuando esta cinta ganó la Concha de Oro a la mejor película, podrán imaginar que los ataques se centraron, entonces, en el Jurado, de modo que el palmarés fue globalmente descalificado por la crítica.

Todo esto resulta anormal. Primero, creo que la polémica se ha desmadrado, claramente. Quizás, algunos críticos profesionales deberían asimilar que las estrellas no son ellos sino los directores, actores, guionistas y, en general, todo el equipo que hace una película. Una dosis mínima de humildad hubiera evitado una situación tan patética como la vivida en la rueda de prensa antes comentada. Segundo, me parece chocante que críticos profesionales digan que no entiendan nada de esta película,  como tampoco comprendo que haya muchos críticos profesionales que no entiendan El árbol de la vida. Considero que un crítico profesional debería ser capaz de entender, mínimamente, ambos títulos (porque las claves para la comprensión no están, precisamente, muy escondidas). Que la reacción ante la falta de comprensión de un film sea el ataque histérico, me suscita, simplemente, estupor. Como también me produce estupor que Torrente 4 apenas haya generado críticas negativas y que, en cambio, Los pasos dobles haya sido vilipendiada de manera tan injusta. Sólo me cabe deducir que Isaki Lacuesta dedica menos tiempo que Santiago Segura a hacer “coleguis” entre el colectivo de críticos profesionales.

Respecto al palmarés de San Sebastián, tengo la impresión de que, en la concesión del principal premio a Los pasos dobles, influyeron los furibundos ataques de la crítica. Ante la desmesura de los mismos, el Jurado creo que decidió realizar un acto de provocación otorgando a la cinta la Concha de Oro. La decisión, no me parece un despropósito, ya que, como luego comentaré, la audacia y originalidad de Los pasos dobles merecían un galardón. Quizás el Premio Especial del Jurado, que se adaptaba mejor al carácter del film que el título que se llevó tal distinción (la comedia francesa Le Skylab). Posiblemente, la Concha de Oro fue un premio excesivo, ya que opino que, p. ej.,  No habrá paz para los malvados es mejor película. Sin embargo, la anómala situación producida distorsionó, evidentemente, todo el proceso de concesión de premios.
 
Pero creo que ya es hora de dejar estos temas que, en el fondo, son menores y entrar propiamente en la cinta.






Isaki Lacuesta es un director cuyas películas se alejan del canon clásico. Sus películas se inscriben bien dentro del género documental (como es el caso de Cravan vs. Cravan -2002- o La noche que no acaba -2010-), bien en un terreno ambiguo entre el documental y la ficción (La leyenda del tiempo -2006-, Los condenados -2009-). Los pasos dobles se sitúa en el segundo grupo.

El film parte de la vida del escritor y artista francés François Augiéras (1925-1971). La anécdota que centra el eje de la trama es los frescos que este realizó en un búnker militar en medio del desierto de Mali. Cuando años después volvió a visitar el recinto, comprobó que su obra había quedado destrozada por los graffitis que habían realizado quienes habían pasado por allí. Entonces, volvió a pintar los frescos y selló el búnker para que nadie pudiera dañar esa especie de Capilla Sixtina en medio del Sahara. Desde entonces, cubierto por las arenas del desierto, nadie sabe dónde se ubica este lugar. La película desarrolla tres líneas argumentales en torno a este misterio: por un lado, la de una expedición que se dedica a buscar la localización exacta del búnker; por otro, en la obra que el pintor español Miquel Barceló realiza en Mali (línea que tiene menos peso, entre otras cosas porque, en paralelo a Los pasos dobles, Lacuesta ha realizado el documental El cuaderno de barro, donde profundiza en este tema); finalmente, la propia vida del pintor, narrada de forma muy peculiar: a través de los avatares de un habitante de la región conocida como País Dogón (en el que, supuestamente, se habría reencarnado Augiéras), que son paralelos a los de la propia existencia del artista. El motivo para narrar así la vida del pintor es una frase de éste: “Voy de metamorfosis en metamorfosis con el propósito de abrazar todos mis dobles hasta encontrarme un día solo. De vida en vida, de muerte en muerte, existiré para siempre”.

Con un reparto no profesional casi en su totalidad, hay que advertir que Los pasos dobles es un film absolutamente atípico y original, al que es difícil encontrarle parentescos similares. Narrado de una forma sorprendente, donde lo que es retrato de la realidad y lo que es pura ficción se mezclan y se entrelazan hasta llevarnos a un territorio pocas veces transitado por el mundo del cine, sólo cuando se produce el desenlace se puede apreciar con plena claridad cómo está construida toda la historia.

Como ya decíamos con El árbol de la vida, Los pasos dobles no es una película comercial ni para grandes públicos. A pesar de ello, no cabe afirmar, como hacen algunas críticas, que sea una película ininteligible o que está formado por secuencias interminables. De hecho, a mí se me hizo hasta corta, por lo cual no puedo compartir algunos de los ataques que ha recibido. Igualmente, merece destacarse la poca comentada banda sonora de Gerard Gil, que constituye un complemento perfecto a la narración.

Lo que sí puede estar sometido a debate es la interpretación final del film y yo, en este caso, voy a proponer una teoría muy arriesgada. Como en el siguiente párrafo (en cursiva) hago mención a ciertos detalles de la trama, si quieren, léanlo sólo si ya han visto la película.

Uno de los aspectos que me llamó la atención de la cinta es que hay guiños aparentes a otras películas. La expedición que se dedica a ir cavando agujeros en el desierto buscando el búnker, me recuerda a “La pequeña tierra de Dios” (1958) de Anthony Mann.  El hecho de que el François Augiéras que podríamos denominar real no se nos aparece como tal, es algo que ya aparecía en “La condesa descalza” (1954) de J. L. Mankiewicz. La presión a que es sometido el soldado Augiéras por el resto de sus compañeros, tiene ecos de “De aquí a la eternidad” (1953) de Fred Zinnemann, “El baile de los malditos” (1953) de Edward Dmytryk o “La colina” (1965) de Sidney Lumet. Los bandoleros que roban en nombre de Augiéras, aunque él ya no forme parte de la partida, me sugiere (salvando las distancias) lo que sucedía en “Kagemusha, la sombra del guerrero” (1980) de Akira Kurosawa. Cuando Augiéras se convierte en una especie de ermitaño que vive en un árbol, no he podido dejar de recordar “Simón del desierto” (1965) de Luis Buñuel… En el fondo, lo que “Los pasos dobles” esconde es la fe en que, aun en el rincón más olvidado del desierto, es posible apelar a la esencia más profunda del cine, reconstruir la emoción que genera y devolverla intacta al espectador. Y, profundizando en el razonamiento, si esta es una película que habla de metamorfosis y continuas resurrecciones, que forma parte de un díptico y que habla de la recuperación de la esencia del cine, la conclusión a la que llego es esta: “Los pasos dobles” es a Isaki Lacuesta lo que “Kill Bill” es a Quentin Tarantino. En un caso, quien resucita constantemente es el personaje interpretado por Uma Thurman, y en el del film de Isaki Lacuesta es el esquivo y escurridizo François Augiéras.



Nota (de 1 a 10): 7.

Lo que más me gustó: la forma de narrar la historia me resultó absolutamente fascinante.

Lo que menos me gustó: se me hizo corta.


Acompaño tráiler del film:



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