X-MEN: PRIMERA GENERACIÓN (o así empezó todo, o quizás no, o a lo mejor fue de otra manera)


TÍTULO: X-Men: Primera generación. TÍTULO ORIGINAL: X-Men: First Class. AÑO: 2011. NACIONALIDAD: USA. DIRECCIÓN: Matthew Vaughn. GUIÓN: Ashley Miller, Zack Stentz, Jane Goldman, Matthew Vaughn, Sheldon Turner y Bryan Singer. MÚSICA ORIGINAL: Henry Jackman. INTÉRPRETES PRINCIPALES: James McAvoy, Michael Fassbender, Kevin Bacon, Rose Byrne, Jennifer Lawrence, Oliver Platt, January Jones, Jason Flemyng, Alex González, Zoë Kravitz, Nicholas Hoult, Lucas Till, Caleb Landry Jones, Edi Gathegi, Michael Ironside (y, casi de forma clandestina, Hugh Jackman y Rebecca Romijn-Stamos). PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.x-menprimerageneracion.com/.

Ya cuando comenté Thor, hice mención a la efervescencia que vive actualmente el mundo del cómic. Hay un motivo profundo por el que el cómic ha adquirido tanta relevancia en los últimos tiempos: frente a la literatura o el cine, las historias que narra y los personajes que muestra se prestan a ser reformulados, reinterpretados y reinventados y esta condición va acorde con las circunstancias actuales de certezas precarias, verdades inciertas y transformaciones veloces. Ya comentamos en la entrada antes aludida a la transformación sufrida por el personaje de Batman. Pero, en general, cualquier título presenta variantes, versiones y universos paralelos en su desarrollo narrativo. Marvel Comics lanzó en el año 2000 el sello Ultimate Marvel, en el cual los personajes más carismáticos de la editorial (Spiderman, Hulk, Thor, X-Men, Los 4 Fantásticos, Iron Man, Daredevil…) vieron modificados sus perfiles tradicionales y vivieron nuevas aventuras en un universo paralelo con cambios sustanciales respecto a la línea narrativa tradicional. DC Comics, entre enero y abril de 2005, publicó Supermán/Batman: Poder absoluto, el cual partía del planteamiento de suponer que Clark Kent y Bruce Wayne tras su llegada a la Tierra y el asesinato de sus padres, respectivamente, hubieran crecido juntos y hubieron sido educados en unos valores negativos, de forma que hubiesen acabado convirtiéndose en unos tiranos que ejercen su despotismo sobre el mundo. Ya en 2003, esta editorial publicó Supermán: Hijo Rojo, donde se imaginaba qué podía suceder si, en vez de haber caído en Kansas, Supermán hubiera caído en la Unión Soviética y hubiera puesto sus poderes al servicio del régimen comunista. En esta versión, es Lex Luthor el que salvará al mundo de la tiranía de este Supermán despótico. Esta capacidad de encontrar repetidamente nuevas perspectivas a historias y personajes, de no ofrecer una narración cerrada e inamovible (característica que comparte con otras manifestaciones, que también están viviendo una etapa de esplendor, como los videojuegos o las series de televisión –hablo, básicamente, de las norteamericanas y británicas, de las españolas mejor no hablamos-) sirve de conexión con la mentalidad y el espíritu de nuestra época. Por ello, no es extraño que un medio como el cine, que en determinados momentos parece estar pasando una cierta crisis de creatividad, recurra al denominado noveno arte para tomar historias brillantes y personajes profundos que sirvan no sólo de inspiración para una película, sino que permitan crear sagas que den de sí para varios films a lo largo de unos cuantos años.

En el caso de X-Men (cómic conocido en sus orígenes en España como La Patrulla-X), el primer film de la serie (X-Men, dirigida por Bryan Singer, realizador de la mítica Sospechosos habituales -1995-) es del año 2000. Posteriormente, siguieron X-Men 2 (2003), con el mismo director, X-Men: La decisión final (2006), de Brett Ratner y X-Men Orígenes: Lobezno (2009), de Gavin Hood. X-Men: Primera generación es una precuela, esto es, se sitúa al principio de toda la historia y narra cómo empezó todo (o, quizás, simplemente narra una de las posibilidades de cómo sucedió).






Conforme avanzan las sagas cinematográficas, lo normal es que la calidad y el interés de las sucesivas películas vayan decayendo. Pero el caso de X-Men: Primera generación es una magnífica excepción. Este film desborda audacia y originalidad (a la vez que coherencia) en sus planteamientos y, por ello, con independencia de que su acción nos atrape, logra llevarnos a interesantes niveles de reflexión.

Los X-Men, a pesar de su apariencia normal (en la mayoría de los casos), son mutantes con superpoderes, que representan un estadio superior de la evolución. La relación, por tanto, entre ellos y los seres humanos “normales” es problemática. Por parte de estos, porque, a la vez que quieren aprovechar sus capacidades, los temen porque los ven como una amenaza a su posición, ya que tienen miedo a acabar siendo dominados por ellos. Por parte de los mutantes, los sentimientos son más complejos. Tienen el dilema de utilizar sus poderes para ayudar a la humanidad o usarlos en provecho propio, no saben si manifestarse tal como son o pasar desapercibidos y, finalmente, cuando revelan su verdadera personalidad, tienen que sobrellevar o, incluso, defenderse de la reacción adversa de quienes les rodean. Como elemento que se utiliza como catalizador para todos estos temas está el hecho de que Charles Xavier es un profesor especializado en la extinción del hombre de Neardenthal producida por el avance del Homo Sapiens. De este modo, se logra trazar un paralelismo entre este fenómeno y la presencia de los mutantes entre los seres humanos actuales.

La película desarrolla toda esta red de sentimientos enfrentados en el mismo origen de la historia de la Patrulla-X, la cual este film sitúa entre la II Guerra Mundial y la crisis de los misiles de Cuba (octubre de 1962), sirviendo este contexto como vía para añadir a la narración nuevos niveles relacionados con el poder y los medios que el mismo emplea en la contienda política.

Con toda esto, como hemos dicho anteriormente, la película, a la vez que trepidantes secuencias de acción, tiene una gran riqueza temática y, como guinda final, logra trazar unos brillantes retratos psicológicos de toda su galería de personajes gracias, principalmente, a las espléndidas interpretaciones de su reparto (destacan, en especial, James McAvoy como Charles Xavier, Michael Fassbender como Erik Lehnsherr, Kevin Bacon como el malvado Sebastian Shaw, Rose Byrne como la agente de la CIA Moira McTaggert y January Jones como Emma Frost).

X-Men: Primera generación es un magnífico espectáculo visual que alcanza una profundidad verdaderamente sorprendente en su desarrollo narrativo: si los mutantes son una nueva raza humana, ¿tendrán (a su manera) su Caín y Abel? Puede ser. Tendrán que esperar a la antepenúltima secuencia del film para descubrirlo.

En definitiva, un film recomendable para ver como película de acción y aventuras que, sin perjuicio de ello, logra ser estimulante para la reflexión y el análisis. ¿Se puede pedir más?


Nota (de 1 a 10): 8.

Lo que más me gustó: su destreza en saber combinar la intensidad de la acción con la profundidad psicológica de los personajes.

Lo que menos me gustó: no se explica, al principio del film, cómo Mística llega a la casa de Charles Xavier.



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