Título: El discurso del rey. Título original: The King´s Speech. Año: 2010. Nacionalidad: Reino Unido, Australia y USA. Director: Tom Hooper. Guión: David Seidler. Música original: Alexandre Desplat. Intérpretes principales: Colin Firth, Helena Bonham Carter, Geoffrey Rush, Derek Jacobi, Michael Gambon, Guy Pearce, Claire Bloom, Eve Best, Timothy Spall, Anthony Andrews, Roger Parrott. Página web oficial: http://www.eldiscursodelrey.com/
Aunque El discurso del rey es una película que plantea con gran claridad una serie de temas, pienso que es muy sutil cuando trata el asunto medular de la historia. Por ello, voy a dar un pequeño rodeo para intentar dejar claro cuál, es en mi opinión, el núcleo central del film.
Chicago, 26 de septiembre de 1960. Ese día, desde esa ciudad, la televisión retransmitió el primero de tres debates que cambiaron para siempre la forma en que los políticos se relacionaban con los ciudadanos. A un lado de la pantalla, estaba John Fitzgerald Kennedy, candidato por el Partido Demócrata a la presidencia de los Estados Unidos. Al otro, estaba Richard Nixon, candidato por el Partido Republicano. Nixon era un político curtido que había ejercido durante 8 años la vicepresidencia de la Nación, con Eisenhower en la Presidencia. Kennedy, aunque había ocupado un escaño en la Cámara de Representantes de 1947 a 1953 y, desde ese último año, otro en el Senado, no había tenido hasta la fecha experiencia ejecutiva en un puesto de responsabilidad y ello constituía un duro hándicap frente a su contrincante. Pero la televisión cambió radicalmente la relación de fuerzas entre los contendientes. Nixon se presentó al debate después de haber pasado unos días hospitalizado por una lesión en la rodilla. Llegó al plató visiblemente tenso y demacrado y no aceptó maquillarse. La camisa blanca que llevaba puesta producía, además, un brillo molesto en la pantalla de los televisores. Finalmente, las respuestas de Nixon a las preguntas las realizaba mirando a los periodistas y no dirigiendo la vista hacia las cámaras. Kennedy contó antes del debate con el asesoramiento de expertos como el abogado y escritor Ted Sorensen o el director de cine Arthur Penn (quien contaba con una amplia experiencia televisiva). Acudió con la tez bronceada, aceptó maquillarse y respondió a las preguntas de forma breve y concisa, mirando directamente a la cámara, transmitiendo una imagen de seguridad y confianza. Como elemento final, su camisa era de color celeste, con lo que evitó el molesto brillo que se veía en el caso de su contrincante. Quienes siguieron el debate por la radio, dieron en las encuestas posteriores la victoria en el mismo a Nixon. Pero quienes lo siguieron por televisión, se decantaron claramente por Kennedy. En las elecciones, Kennedy ganó por un estrechísimo margen de 34.220.984 votos frente a los 34.108.157 de su contrincante y se considera que, en el resultado final, fueron decisivos los debates. (En el enlace que adjunto a continuación se puede acceder al archivo de Radio Televisión Española con vídeos y audios de los mismos:
Denver, 28 de agosto de 2008. Ese día fue el de la clausura de la convención del Partido Demócrata norteamericano. Barack Obama ha sido proclamado candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Para conseguirlo, ha tenido que batir en las elecciones primarias a una durísima rival, Hillary Clinton, que contaba con su gran carisma y con el apoyo de su marido, el expresidente Bill Clinton. En el camino hacia la victoria, una de sus herramientas fundamentales ha sido la utilización de internet y de las redes sociales como medio para difundir su programa y captar electores. Hay que decir que no fue el primer candidato que desarrolló una importante campaña en internet para conseguir apoyos. Cuatro años antes, Howard Dean, también candidato del Partido Demócrata, había adquirido gran notoriedad por este mismo hecho. Sin embargo, unos primeros reveses iniciales y el hecho de contar con la oposición de algunos medios partidarios del Partido Demócrata (fundamentalmente, la CNN), que no lo consideraban como el mejor candidato posible para enfrentarse a Bush, provocaron que su campaña se desinflara y se acabara retirando de la carrera presidencial. (El famoso “grito de Iowa”, por el que fue masacrado y ridiculizado por sus detractores, hizo el resto. Si quieren ver lo que pasó, pueden verlo en este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=D5FzCeV0ZFc. Si tienen dudas sobre si fue masacrado y ridiculizado, este otro vídeo se las resolverá: http://www.youtube.com/watch?v=BqBz48BVMjA&NR=1). Con Obama, fue distinto. Entre otros elementos, porque uno de los artífices de su estrategia en estos medios fue Chris Sacca, antiguo Director de Iniciativas Especiales de Google y a quien, el Wall Street Journal calificó como ”posiblemente, el hombre de negocios más influyente de América”. No sabemos qué hubiera sucedido si internet no hubiera existido. ¿Habría vencido Obama en las elecciones primarias del Partido Demócrata?¿Habría sido elegido finalmente presidente? Quizás, sí. Pero en este punto conviene recordar lo que un publicitario dijo hace algún tiempo: si Franklin Delano Roosevelt se hubiese presentado a las elecciones en la época de la televisión no habría llegado jamás a la Presidencia, porque nadie hubiera votado a una persona que tenía que utilizar silla de ruedas (recordemos que Roosevelt padeció de poliomielitis cuando tenía 39 años).
Todos estos ejemplos apuntan a varios hechos fundamentales. El primero es obvio: la importancia del marketing en política (casi se podría afirmar que la mayor parte de la política es marketing). Pero pienso que hay algo más profundo: para que un liderazgo se afiance se necesita que los ciudadanos perciban una apariencia sólida. Cuando al final de El discurso del rey, toda Gran Bretaña está escuchando el mensaje del monarca en unas circunstancias difíciles, está claro que lo que esperan del soberano es que el máximo representante de la nación transmita confianza a toda la ciudadanía, que les asegure que quienes gobiernan estén convencidos de la victoria, que les infunda la certeza de que al mando hay alguien que sabe qué es lo que hay que hacer. Cuando vemos a los ciudadanos pendientes de la radio, lo que vemos es preocupación y miedo. Y lo que buscan es sentir que hay alguien con la entereza suficiente para asumir la responsabilidad de proteger a todo un país, siendo casi irrelevante el mensaje concreto y, absolutamente esencial, que se sepa comunicar la sensación de dominio sobre la situación. Y para lograr ese objetivo, el gobernante se sirve en cada momento histórico de los medios acordes con su época.
El conflicto que narra El discurso del rey es que ha finalizado la era en la que a través de la pompa y el boato los reyes manifestaban su poder y ha comenzado otra en que deben hacerlo a través de los medios de comunicación de masas: la radio y los noticiarios cinematográficos. Y el problema para Jorge VI es que su tartamudez le supone un obstáculo aparentemente insalvable para ese fin. Y, tal como pasó posteriormente a Kennedy o a Obama, tuvo que confiar en alguien, sin saber en absoluto si tenía o no la fórmula del éxito, porque se carecía de experiencia previa para saber qué métodos eran validos y cuáles no (y se podía fracasar igual que fracasó Howard Dean muchos años después). Porque el logopeda al que recurre cuando aún no es rey, ni tan siquiera heredero al trono (porque el heredero es su hermano Eduardo), realmente no tiene ni titulación. Ha ido desarrollando su trabajo a golpe de intuición y buena voluntad. Pero tras el fracaso de numerosos especialistas en resolver su problema, la única persona que parece que ha demostrado cierta eficacia es Lionel Logue. Y cuando el soberano reinante fallezca, y su hijo mayor, Eduardo VIII renuncie a la corona para poder casarse con una norteamericana divorciada (Wallis Simpson), y Jorge VI se vea casi por casualidad como monarca, en este logopeda australiano será la única persona en que él pueda apoyarse para resolver su problema.
Si me preguntan si me parece bien que haya ganado el Oscar a la mejor película, les diría que La red social me gustó más y que hay otra película (que comentaré en la próxima entrada) que me parece la mejor del año 2010. No obstante, no creo que la Academia haya cometido ninguna barbaridad en darle el premio a este film porque constituye un riguroso ejercicio de estilo que logra narrar la historia con absolutos clasicismo y verosimilitud. Si le encuentro alguna pequeña pega al film es que en su afán excesivamente clasicista y perfeccionista, se permite pocos riesgos en algunos momentos y prefiere caer en el tópico y en una realización rutinaria.
No obstante, la valoración global es que es una película altamente recomendable y que satisfará a un alto número de espectadores como casi siempre ocurre cuando se cuenta una historia de superación personal.
Para terminar, un pequeño regalo. Si quieren oír cómo fue verdaderamente el discurso que Jorge VI pronuncia al final de la película, aquí tienen el enlace de youtube con la grabación original de la BBC:
http://www.youtube.com/watch?v=DAhFW_auT20
Nota (de 1 a 10): 8,5.
Lo que más me gustó: la ambientación y las interpretaciones.
Lo que menos me gustó: la secuencia de la visita de la pareja real a la casa del logopeda.
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